Actualización: Los hermanos de Grace han podido salir del calabozo y están en casa. Su padre continúa en prisión.
El periodista Xavier Aldekoa y Grace Akon, la niña más lista del Nilo Blanco, se conocieron en 2013 en el campo para desplazados internos de Mingkaman, localizado en el país más joven del mundo, Sudán del Sur, una nación asolada por la violencia y el mismo conflicto civil que la vieron nacer. La conexión entre ambos fue tal que nunca llegaron a perder el contacto. Esta semana, la joven ha vuelto a ocupar un papel protagonista en la vida del escritor más de cinco años después de su primer encuentro.
Grace ahora está en Kenia después de haber salido de Sudán del Sur gracias al dinero que le dio para sus estudios un médico catalán que leyó el primer artículo del periodista en el que aparece la adolescente ('De ellas depende el futuro', publicado en La Vanguardia). La joven tuvo que atravesar un país en guerra con tal de encontrar una escuela en Kenia. Y lo consiguió. Pero esta semana, a apenas un mes de poder presentarse a los exámenes de acceso a la universidad y tras haber conseguido traer a su padre y a sus tres hermanos consigo, “todo se fue al carajo”, tal y como describiría Aldekoa.
En la noche del martes al miércoles, la policía entró en su casa y les llevó a comisaría en una de las redadas que está llevando a cabo Kenia para expulsar a inmigrantes ilegales. Grace logró salir del calabozo gracias a que el director de su colegio intercedió a su favor alegando motivos de salud, después de que la joven casi se desmayase en las dependencias policiales. Sus hermanos salieron este sábado por la noche, mientras su padre sigue encerrado. Les piden casi 900 euros entre multa y regularización, una cifra inalcanzable para la familia.
“Ser refugiado es una mierda”, sentenciaba el periodista catalán este jueves a través de su cuenta personal de Twitter. Después de hablar con Grace durante varias horas, con la que ha mantenido el contacto en los últimos años, procedió a abrir un hilo en la red social para denunciar la situación de su amiga. “Disculpad porque va hilo y estoy que exploto de rabia. O de pena, no sé. Están a punto de destrozar un esfuerzo brutal y un sueño que parecía imposible”, escribió Aldekoa, en un intento de explicar la situación en la que se encuentra una de las múltiples protagonistas de Hijos del Nilo, una de las últimas publicaciones del corresponsal. A día de hoy, ha logrado recaudar más de 13.000 euros para que pueda contratar un abogado, iniciar el proceso de legalización y continuar estudiando.
“La clave es que no los deporten, porque si los deportan la situación se vuelve irreversible. Es mucho más complicado que regresen, puede que incluso los coloquen en listas negras y no puedan siquiera intentarlo. Actuar rápido antes de que los expulsen es la prioridad”, explica el periodista en conversación con eldiario.es. La situación de su padre, de 68 años, es la que, en principio, tardaría más tiempo en resolverse.
Aunque la ayuda recaudada haya superado la cifra mínima que necesitaba, no tienen garantías de que la solución esté cerca. Pero ahora Grace tiene la posibilidad: “Creo que está encaminado para intentar solucionarlo, ahora hay un abogado al lado de Grace y eso parecía impensable. Estamos a mitad de camino, hay que conseguir que salgan del calabozo y se puedan quedar legalmente en el país y luego estudiar. Lo que parecía imposible hace dos días hoy no lo parece, pero no es momento aún de aplaudir o celebrarlo”, ha apuntado Aldekoa, prudente ante las expectativas.
La niña más lista del Nilo Blanco
“Lo confieso antes de que continúen leyendo: sé que no encontraré a una niña tan brillante, tan despierta y con tantas ganas de estudiar como Grace. Probablemente, encontraré a pocas con más mala suerte”, así presentaba el corresponsal catalán a Grace la primera vez que la vio. Nacer en Sudán del Sur no es sólo tener mala suerte. Implica temer por tu vida prácticamente a diario. El país lleva más de cinco años sumido en un conflicto civil provocado por los continuos enfrentamientos entre presidente sursudanés, Salva Kiir, y su exvicepresidente y actual líder rebelde, Riek Machar.
Desde que la pequeña nación declaró su independencia de Sudán, la violencia se ha convertido en el día a día de los sursudaneses. Impulsado por rivalidades personales y étnicas, el conflicto ha dejado tras de sí más de 50.000 muertos y ha arruinado la mayor parte de la economía del país, que depende en gran medida de la producción de petróleo crudo.
Fue en este contexto en el que Grace y Aldekoa coincidieron en uno de los muchos campos para desplazados internos que tiene el país para dar acogida a más de 1,7 millones de personas. En total, si se suman a los casi tres millones de sursudaneses que se encuentran como refugiados o solicitantes de asilo en países vecinos, casi una cuarta parte de la población se ha visto obligada a huir de la violencia en los últimos años, de acuerdo con datos de Naciones Unidas.
Aldekoa, en casi todas las piezas en las que ha escrito sobre la joven sursudanesa, recuerda con especial detalle la enorme determinación que siempre mostró a la hora de estudiar. Según contaba, Grace siempre supo que tener acceso a una educación era esencial para poder salir de aquel campo para desplazados en Mingkaman.
“Le pregunté cuál era el principal problema en el campamento. A la orilla del río, se levantaban cientos de tiendas, no había electricidad, ni agua potable y la dependencia de la ayuda humanitaria era total. Pero Grace no se lo pensó: ”¿El principal problema? Que no hay escuela; ocho meses ya“, dijo. Apenas era una adolescente pero, quizás porque había visto cosas que ya no podría olvidar, anhelaba aprender en paz. Quería estudiar Medicina”, narraba Aldekoa en uno de sus reportajes. En el propio hilo donde denuncia la situación de la joven cuenta hasta qué punto llegaba su determinación por el estudio.
La educación no es algo que dar por sentado en Sudán del Sur, donde más de 2,4 millones de niños no están escolarizados, casi un 20% de los menores en el país. Es la proporción de niños sin acceso a la escuela más alta a nivel mundial.
Grace ha conseguido pagar la multa
“Fue bastante visceral el hilo de tuits que hice. Me lo acababa de contar, llevábamos varias horas hablando y no tenía ni mirado qué podía haber hecho”, cuenta el periodista. Ante la cantidad de mensajes que le llegaron para ofrecer ayuda ecónomica, comenzó a mirar opciones para poder enviar a Grace el dinero que necesita. “La primera opción que creía que era la mejor era a través de una ONG en el terreno, que recaudaran ellos el dinero, pero fue muy complicado. Era una cuestión de hacerlo urgente, porque podía derivar en algo irreversible”, explica, todavía con dudas sobre cómo continuará el proceso y aprendiendo sobre la marcha. “Que hubiera esa explosión de ayuda tan rápida es una barbaridad. Es bonito que pase en una época en la que los discursos son todo lo contrario, de miedo, de cerrazón, cada vez más insolidarios sobre todo con los refugiados”, apunta.
La prueba de la velocidad a la que ha transcurrido todo es que, poco después de la conversación, Aldekoa anunció en Twitter que Grace ha pagado la multa y le han dado un visado con el que, en principio, está oficialmente legal en Kenia y no será expulsada. Este pago se ha realizado con el dinero que le ha mandado el mismo médico jubilado que se ofreció a pagar sus estudios, pero para el desembolso que tiene que realizar para su padre debe esperar al dinero de las donaciones. La transferencia puede tomar días, un tiempo que Grace no sabe si tiene.
El pasado cinco de agosto, los dos principales contendientes en Sudán del Sur alcanzaron un acuerdo de paz con el que esperan poder poner fin al conflicto, para lo que se han dado un plazo de ocho meses. No obstante, no es el primer acuerdo que se firma entre los dos rivales sin éxito, por lo que aún está por ver este último alto al fuego se traducirá en el fin de la guerra civil. No parece probable que los sursudaneses que han huido del país vayan a poder volver a casa pronto.
Amnistía Internacional ha denunciado las redadas que está llevando a cabo el Gobierno de Kenia en los últimos días, ya que advierte que están en contra del Derecho Internacional. Las autoridades las han intensificado desde el pasado 27 de agosto, cuando el departamento de Inmigración del país optó por establecer una línea telefónica en la que cualquier ciudadano puede denunciar a su vecino alegando que es un inmigrante ilegal. El Ejecutivo ha dado a sus fuerzas de seguridad hasta el 30 de noviembre para deportar a todos las personas en situación irregular.
La situación que vive Grace en estos momentos es muy similar a la que viven miles de inmigrantes procedentes de Sudán del Sur en Kenia, que se enfrentan a la deportación sin recursos para defenderse, recuerda Aldekoa: “Ella ha tenido la suerte de esta solidaridad, pero 900 dólares es una cantidad tremenda para cualquier persona que esté allí. Para una persona refugiada, amasar una cantidad así... es algo descomunal. Tener que hacerlo en horas prácticamente condena a la gran mayoría, por no decir la totalidad, a aceptar el destino que les digan”, concluye el escritor.