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Sobre este blog

Me dedico al periodismo, la comunicación y a escribir libros como “Exceso de equipaje” (Debate, 2018), ensayo sobre el turismo que se desborda; “Biciosos” (Debate, 2014), sobre bicis y ciudades; y “La opción B” (Temás de Hoy 2012), novela... Aquí hablo sobre asuntos urbanos.

El sistema es antisistema

Pedro Bravo

Holanda en los 60 era un muermo y también un país bastante carca que, como casi todos los de Europa por aquel entonces, vivía obnubilado por eso de la sociedad de consumo. En ese momento y en ese lugar nació un movimiento que se inspiraba tanto en el anarquismo como en Dadá y la Internacional Situacionista: el movimiento Provo, que en sólo dos años (del 65 al 67) armó unos cuantos líos estupendos.

Los Provos gustaban de provocar —Provo viene de provoceren que es eso mismo en holandés—, sobre todo a la policía, y de hacerlo con guasa. Lo mismo soplaban a la autoridad que iban a ir cargados de marihuana para que los detuviesen ante los medios de comunicación sólo con infusiones y comida para perros que extendían el rumor de que la reina Juliana se había hecho anarquista o anunciaban que para celebrar la boda de su hija Beatriz iban a distribuir LSD por la red de agua de Ámsterdam.

Pero los Provos, además de gamberros, eran personas con criterio que, por ejemplo, propusieron unos Planes Blancos entre los que estaban cosas tan poco tontas como el Plan Blanco para las Mujeres (que pretendía ofrecer información sexual a jóvenes para evitar embarazos no deseados), el Plan Blanco de los Niños (para compartir y contribuir colectivamente al cuidado de los pequeños), el Plan Blanco de la Vivienda (para okupar viviendas vacías y luchar contra la especulación), el Plan de las Chimeneas Blancas (para sancionar, con dinero y pintando de blanco sus chimeneas, a las industrias contaminantes) y el Plan de las Bicicletas Blancas.

La cosa consistía en que el Ayuntamiento comprase 20.000 bicis blancas que fueran de uso libre y gratuito para los ciudadanos que así quisieran moverse por la ciudad. Además, proponían cerrar el centro al tráfico motorizado salvo a los taxis que fuesen eléctricos y con la velocidad limitada a 40 km/h y aumentar la frecuencia del transporte público. El poder de entonces les siguió tomando por chalados y ellos decidieron hacer el plan por su cuenta. Pintaron de blanco unas cuantas bicis y anunciaron que las iban a dejar para el uso de la gente. Recibieron una somanta de palos de la policía, como parece que es menester se trate de lo que se trate, dejaron las bicis libres y no quedó una viva en un mes. ¿Fracaso? Ni de broma.

Años después, en 1974, aparecieron en La Rochelle (Francia) las Vélos Jaunes, más de 300 bicis amarillas de uso público (que hoy siguen existiendo) pero la inspiración de todo esto de los servicios públicos de alquiler de bicicletas viene de aquella experiencia de un colectivo anarquista que, además, se adelantó también en proponer medidas de movilidad sostenible que hoy son comunes en todo el mundo.

En Madrid llevamos el reloj atrasado y con esto de BiciMAD nos acabamos de enterar, medio siglo más tarde, de que el transporte público también puede ser a pedales. Y, como si estuviésemos ante una infinita broma situacionista, el sistema informático del sistema de bici pública inspirado en una experiencia antisistema no termina de funcionar.

Aunque está empezando a hacerlo, ojo. Escribo esto después de haber recibido un email de BiciMAD excusándose por los problemas y diciéndome que mi abono empieza a contar desde el 10 de julio y no desde que lo saqué y tras haber podido usar por fin una de las bicis blancas del Ayuntamiento de Madrid de una forma casi normal. Ayer hice tres trayectos usando el servicio y sólo tuve problemas en una estación, ayer hice tres de los 2.300 trayectos que se hicieron en todo el día (una cifra prometedora, por cierto).

Por eso, hoy, que más o menos están activas nuestras bicis blancas me acuerdo de las de los Provos y sonrío pensando en todo lo que el sistema no acepta porque no entiende aunque sea de cajón y en todo lo que estamos cambiando para mañana a base de pelear hoy.

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Me dedico al periodismo, la comunicación y a escribir libros como “Exceso de equipaje” (Debate, 2018), ensayo sobre el turismo que se desborda; “Biciosos” (Debate, 2014), sobre bicis y ciudades; y “La opción B” (Temás de Hoy 2012), novela... Aquí hablo sobre asuntos urbanos.

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