¿Ricos más ricos y pobres más pobres? Nuestra sociedad está llena de brechas que incrementan las diferencias entre unos y otros. (Des)igualdad es un canal de información sobre la desigualdad. Un espacio colectivo de reflexión, análisis y testimonio directo sobre sus causas, soluciones y cómo se manifiesta en la vida de las personas. Escriben Teresa Cavero y Jaime Atienza, entre otros.
¿Por qué una reforma fiscal internacional?
Hoy se pone en marcha desde Nueva York un panel de expertos para plantear soluciones a la fiscalidad internacional de las grandes empresas. Contará con voces tan reconocidas como el premio nobel Joseph StiglitzJoseph Stiglitz, Magdalena Sepúlveda, Eva Joly, Suzanne Matale, Léonce Ndikumana, Manuel Montes e Ifueko Omoigui-Okauru, bajo la coordinación de José Antonio Ocampo, anteriormente Secretario General para asuntos económicos y sociales de Naciones Unidas y ahora profesor en la Universidad de Columbia.
¿Por qué este panel es tan necesario ahora?
¿Quién se puede imaginar, por ejemplo, que Tanzania pueda negociar un acuerdo fiscal en igualdad de condiciones frente a Estados Unidos? O ¿qué intereses van a primar si Luxemburgo está presente en las negociaciones internacionales mientras un país como Sierra Leona no lo está?
Google, Apple, Amazon, Starbucks, McDonalds… o Skype, Pepsi, Inditex y hasta Disney… Los escándalos sobre las grandes empresas y las estratagemas que utilizan para pagar menos impuestos ocupan los titulares de la prensa nacional e internacional constantemente. Lo que dejan de pagar estas grandes empresas por medio del impuesto de sociedades son menos escuelas, menos hospitales, menos protección social… En definitiva, menos capacidad para reducir la desigualdad.
Es sorprendente la “creatividad” e “ingenio” de estas organizaciones para encontrar los puntos débiles de los sistemas fiscales en su país, y las estratagemas que ponen en práctica para encontrar vías que les permitan pagar menos impuestos. Eso sí, dentro de la legalidad, o mejor dicho, en los límites de la legalidad… Porque estas grandes empresas tienen, por definición, una presencia transnacional, crean filiales en países donde operan para comercializar, producir o desarrollar bienes y servicios. Pero también crean muchas otras filiales para limitar su responsabilidad. Apple, por ejemplo, ha logrado crear filiales que no tienen residencia fiscal en ningún país.
Y así, a pesar de su enorme facturación, lo que pagan es una milésima parte de lo que les correspondería. En cambio, las administraciones tributarias que quieren comprobar si realmente pagan todo lo que deben, se topan con los límites de su mandato nacional. Y reclamar ayuda o cooperación de algunas jurisdicciones no es tarea fácil. No parece que Suiza y Andorra, por ejemplo, hayan mantenido una “fluida” respuesta a las peticiones de la administración española. Ni parece que Luxemburgo haya estado considerando el impacto que podían tener en otros países sus acuerdos bilaterales con empresas.
Es evidente que el sistema fiscal internacional no funciona. Se creó hace 90 años, cuando los modelos de negocio eran completamente diferentes y las tecnologías de la información no permitían ni la intensidad de los movimientos de flujos financieros, ni la creación de empresas como se dan hoy en día. Empresas puramente pantalla, sin actividad real, tan solo puras direcciones postales.
La OCDE y el G20 así lo reconocieron y lanzaron un plan de acción, llamado BEPS (contra la Erosión de las bases Imponibles y el Traslado de Beneficios), justamente con la intención de frenar el traslado artificial de beneficios hacia paraísos fiscales. Pero esta reforma es totalmente insuficiente. Por un lado, el proceso deja fuera a casi dos terceras partes de los países: a los menos avanzados y a muchas economías emergentes. Pero también resulta al final evidente que esta agenda se está diseñando para responder a los intereses y preocupaciones de los países que dominan este proceso y en los que se alojan las principales grandes empresas del mundo. El resultado es que la reforma solo se queda en la superficie de los cambios más necesarios para lograr que las grandes corporaciones paguen impuestos allí donde realmente generan beneficios, en lugar de que se queden eternamente en paraísos fiscales o regresen a los países de la casa matriz.
Voces tan reconocidas como las de este panel de expertos nos ayudarán a proponer soluciones clave para poner en marcha, de una vez por todas, los cambios estructurales sobre la tributación de las grandes empresas a nivel internacional. Una tributación justa y equitativa en todos los países.
Hoy se pone en marcha desde Nueva York un panel de expertos para plantear soluciones a la fiscalidad internacional de las grandes empresas. Contará con voces tan reconocidas como el premio nobel Joseph StiglitzJoseph Stiglitz, Magdalena Sepúlveda, Eva Joly, Suzanne Matale, Léonce Ndikumana, Manuel Montes e Ifueko Omoigui-Okauru, bajo la coordinación de José Antonio Ocampo, anteriormente Secretario General para asuntos económicos y sociales de Naciones Unidas y ahora profesor en la Universidad de Columbia.
¿Por qué este panel es tan necesario ahora?