Las actas de la última decisión del BCE descartan un primer recorte de los tipos de interés en la reunión de este mes
Si cabía alguna posibilidad de que el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) decidiera bajar los tipos de interés en su reunión sobre política monetaria de la próxima semana, las actas de su última decisión (tomada en marzo) la descartan por completo. Las notas oficiales del debate del principal órgano de la institución señalan que la información con la que contarán en la cita que vuelve a tener el jueves 11 de abril no será suficiente para confirmar la moderación de la inflación.
Es decir, que para iniciar los recortes del 'precio' del dinero de referencia en la eurozona, después de mantenerlo en el 4,5% (un máximo no visto desde 2008) desde el otoño del año pasado, el BCE necesitará más evidencias sobre que las subidas de precios están controladas.
“Hubo consenso en que era prematuro discutir recortes de tipos en la presente reunión [la de marzo]”, recogen las actas publicadas este jueves por el propio BCE. “En cambio, se afirmó que era importante acumular evidencia adicional para que el Consejo de Gobierno tuviera suficiente confianza en que la inflación volvería a alcanzar su objetivo [el 2%] de manera sostenible”, continúan estas notas.
En la reuninón de marzo, “también se recordó que el objetivo y el mandato del BCE eran la estabilidad de precios en la eurozona, aunque, naturalmente, se tendrían en cuenta los efectos de contagio de otras áreas políticas importantes [no en vano, la recesión amenaza a Alemania y otros países de la eurozona]”.
“Se destacó que, además de las nuevas proyecciones de [los economistas del BCE], el Consejo de Gobierno tendría muchos más datos e información para la reunión de junio, especialmente sobre la dinámica salarial”, prosiguen. “La nueva información disponible para la reunión de abril será mucho más limitada, lo que hará más difícil tener suficiente confianza en la sostenibilidad del proceso de desinflación”, rematan.
Unos días después de la reunión de marzo, cuando efectivamente se apuntó a junio como un buen momento para ordenar el primer recorte de los tipos de interés, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ya echó un jarro de agua fría a las familias hipotecadas que dependen del Euríbor y a las que necesitan financiación.
Lagarde avisó de que no puede asegurar más bajadas de los tipos de interés oficiales después de un primer recorte en junio. “Incluso cuando la inflación ha descendido, continúa habiendo incertidumbre sobre su persistencia”, aseguró. Desde julio de 2022, el BCE decidió iniciar un ciclo de aumentos de los tipos de interés de referencia desde el 0% hasta dejarlo en el otoño de 2023 en el 4,5%, un máximo de 2008. Esta estrategia intenta luchar con las subidas de precios asfixiando la demanda y la actividad económica en general, sin tener en cuenta que el origen de la crisis de inflación estuvo en la oferta de energía y de otras materias primas.
“Tras la primera bajada de tipos, no podremos comprometernos con una senda concreta de [recortes]”, ha explicado Lagarde. “Antes del final de junio contaremos con nuevas proyecciones que confirmarán si la senda de inflación [de moderación de las subidas de precios exactamente] prevista en nuestra actualización de marzo sigue siendo válida. Estas proyecciones también proporcionarán, implícitamente, más información sobre la trayectoria de la inflación subyacente [que excluye de su cálculo la energía]. Tendremos una visión más clara de la fortaleza de la recuperación y de la posible la evolución del mercado laboral y, por tanto, de las consecuencias para los salarios, los beneficios y la productividad”, expuso Lagarde.
Entonces, con estos datos adelantando una inflación media del 2,3% en el conjunto de la eurozona en 2024 y del 2% en 2025, según la previsión de marzo, o inferior, “podremos pasar a la fase de 'reversión' de nuestro ciclo de política monetaria y suavizar la orientación restrictiva”, añadió.
Efectivamente, la moderación de la inflación es ya un hecho irrefutable (en febrero bajó al 2,6% en el conjunto de la eurozona, y al 2,8% en España) y el riesgo empieza a ser un crecimiento económico débil en el medio plazo, con la excepción destacada de nuestro país.
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