Han sido suficientes siete sesiones del juicio de las tarjetas black para que testificaran más de la mitad de los acusados por el delito de “apropiación indebida continuada”. Casi medio centenar de acusados han sido ya interrogados por el fiscal, Alejandro Luzón. Uno de los secretos de la celeridad de este juicio es que muy pocos se han sometido a las preguntas de las acusaciones particulares y populares. La gran mayoría ha despachado solo con el ministerio público y con su propio abogado defensor, lo que ha acelerado el proceso judicial.
Por el momento se ha tomado declaración a los acusados de mayor importancia, tanto por su papel en el caso como por su relevancia pública. Los interrogatorios comenzaron con Miguel Blesa y Rodrigo Rato y se aceleraron hasta llegar a Mariano Pérez Claver (encausado número 47) en la jornada del viernes. La abundancia de testimonios ya permite forjarse una idea muy clara de las dos estrategias que se contraponen en todo juicio: la del fiscal y la de las defensas.
Consejero o empleado
La línea de defensa varía sobre todo en función de pertenecer a uno de estos dos grandes grupos: empleado de la Caja (o de Bankia) o consejero de la entidad. Los empleados, como Blesa, Rato o Ildefonso Sánchez Barcoj (el que repartía las tarjetas y el que más gastó) han aducido sin género de dudas que formaba parte de sueldo. Esta posición les ha librado de ser cuestionados por los gastos de la tarjeta ya que, al ser parte de su sueldo, se entiende que la usaban como querían.
Los consejeros han defendido un difícil encaje de bolillos al asegurar que las tarjetas eran para “gastos de representación de libre disposición”, aunando lo mejor de los dos mundos. Esto ha propiciado que se les inquiriera por la representatividad de algunos de sus gastos. Al ser interrogados por estos extractos, muchos han perdido los papeles y han añadido tensión a la sesión.
Caja Madrid o Bankia
Las defensas también se ciñen mucho a la época en la que usaron las tarjetas. Los beneficiarios de las black de la época de Caja Madrid datan el origen de los plásticos en el presidente anterior (Jaime Terceiro) en un consejo de 1988. Además, arremeten contra Bankia y su participación en el juicio a título particular, ya que no entienden qué daño le han podido hacer.
Los que trabajaron con Bankia, especialmente Rodrigo Rato, han elegido una forma más sofisticada de escurrir el bulto. Rato ha asegurado que hasta febrero de 2012 las tarjetas (que asume como una herencia del equipo anterior) eran parte del sueldo, pero que a partir de esa fecha simplemente se convirtieron en una forma de cobrar el sueldo, como si fueran un cheque.
La clave para marcar esta línea temporal es el Decreto Guindos I para las entidades intervenidas, que fijaba un tope de sueldo. Si Rato, que tuvo que aprobar nuevas remuneraciones a raíz de ese decreto, sostuviera que las tarjetas eran un añadido al sueldo después de esa fecha, estaría incumpliendo, además, el tope de salarios del Ejecutivo que era otra ley.
Metálico y con pin
El fiscal Luzón es especialmente persistente con los consejeros que sacaron dinero en efectivo de los cajeros (casi 300.000 euros en el caso de José Antonio Moral Santín, nombrado por IU). El fiscal evidencia la contradicción de que unos pudieran sacar dinero y otros no, algo de lo que parece por las declaraciones que no eran conscientes los propios consejeros en el momento de tener las black.
Vida más allá de los consejos
Algunos consejeros siguieron utilizando la tarjeta después de abandonar su participación en la actividad de la caja. Así ha sucecido en el caso de los más vehementes en su defensa, como Rodolfo Benito (CCOO) o Alberto Recarte (exLibertad Digital). Luzón les ha preguntado por las razones para haber mantenido el uso de los plásticos si eran para gastos de representación cuando ya no representaban. “Así me indicó el consejero que era tradición”, respondieron.
La guerra de los clones
En las últimas pruebas incorporadas por Bankia a la causa –los correos con las incidencias y las instrucciones de uso–, se ve cómo durante los más de 16 años que sobrevivieron las tarjetas hubo varios casos de clonación. Como algunos de los banqueros han reconocido durante el juicio, en la primera década de los 2000 era muy usual el phising y otros fraudes con los plásticos.
Varios consejeros se han agarrado como un clavo ardiendo a este tipo de incidencias (al menos dos reconocidas por la entidad con pagos en Colombia y Bolivia) para insistir en la escasa veracidad de la hoja excel en la que se recogen los gastos que realizaron con las tarjetas. También apelan a un error en los archivos de Bankia que hace que no se puedan proporcionar los extractos de un mes de 2009 para reiterar la poca credibilidad de una de las principales pruebas del caso contra la que las defensas han cargado desde el principio.
Sueldo a ciegas
Otro de los puntos sobre el que interroga prácticamente a todos los consejeros Luzón es sobre la posibilidad de acceder a los extractos de la tarjeta. Ninguno tenían capacidad para acceder, y el fiscal les pregunta si eso les parece una forma “razonable” de gestionar su sueldo. No les era posible saber si se extralimitaban de su sueldo o si se quedaban cortos, algo poco lógico en todo punto y una de las cuestiones que hace posible que el famoso excel esté lleno de errores ya que nunca fueron comprobados por sus autores.
Sin IRPF pero con IVA
Otro de los galimatías que ha surgido en los interrogatorios es el de la tributación. La mayoría ha asegurado que estaban convencidos de que la caja lo hacía por ellos. Otros sostienen que estaba incluido en los certificados de retención que se les expedían. Ildefonso Sánchez Barcoj llegó a acusar a Bankia de hacer mal su último certificado de retenciones, quitando lo gastado con la black.
Estanislao Rodríguez-Ponga (exsecretario de Estado de Hacienda) aseguró tras una larga disertación sobre tributación, que este tipo de “dietas” estaban exentas. La gran mayoría, ateniéndose a lo reflejado en el correo que publicó este medio y que dio origen a la investigación, sostuvieron que la inspección conocía perfectamente las tarjetas y que había consentimiento.
Rofolfo Benito recordó indignado que no era posible que la tarjeta fuera “black a efectos fiscales” si las compras tenían IVA. Otros consejeros, como Recarte, aseguran que la Caja se deducía un 30% de sus gastos en el Impuesto de Sociedades. En definitiva, una amalgama de razonamientos sobre algo tan sencillo como si tributaban o no correctamente que ha resultado una de las cacofonías más sonoras del proceso.
Cabezas de turco
Según avanza el juicio, cada vez es más habitual que suba el grado de conspiración contra Bankia. Muchos acusados acusan a la entidad, a su presidente, José Ignacio Goirigolzarri y a la sociedad en general de usarles como “cabeza de turco” o de encubrir con las tarjetas otras cuestiones de la caja.