La banca española afronta más concentración y despidos en el décimo aniversario del primer rescate
El goteo incesante de fusiones y adquisiciones en la banca española en los últimos años tiene en 2019 nuevas citas. El sector camina de nuevo hacia la concentración, con nuevos planes de despidos y cierres de oficinas, mientras que en el horizonte se prevé la ansiada subida de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo. Hasta entonces, las entidades financieras españolas afrontan un intenso año.
Un ejercicio en el que se cumple una década desde que en España se inició el rescate bancario. En marzo hará diez años desde que el Estado se hizo cargo de Caja Castilla-La Mancha, la primera entidad quebrada a la que luego se sucedieron numerosos bancos. Desde entonces, han desaparecido innumerables bancos, miles de sucursales y más de 80.000 puestos de trabajo.
A ello se sumarán nuevos recortes de plantilla, ya que las entidades que hoy siguen en funcionamiento preparan nuevos planes de despidos. Serán dos los grandes ERE que se producirán. CaixaBank y Santander protagonizarán este apartado. El primero es el más inminente, ya que se ha abierto esta semana su mesa de negociación con los sindicatos. Estos estiman que la cifra de salidas supere las 2.000, aunque la empresa no lo ha concretado hasta el momento. El grupo catalán anunció en diciembre un plan para cerrar más de 820 sucursales en grandes ciudades durante los tres próximos años.
El caso de Santander todavía se encuentra en una fase más temprana. El grupo que preside Ana Botín afronta la fusión con Banco Popular que le queda pendiente, la comercial. Esto supondrá la unión de ambas redes, con el consiguiente cierre de sucursales y el despido de trabajadores. Además, este proceso hará desaparecer la marca Banco Popular, tras más de 90 años de historia.
No hay cifras sobre la mesa para este nuevo recorte que se sumaría al de los servicios centrales que se produjo en 2017, con 1.100 puestos de trabajo menos. Hasta la fecha el único acuerdo sobre este ERE se firmó en noviembre, cuando empresa y sindicatos se comprometieron a “evitar medidas traumáticas”, primando las salidas voluntarias.
Este ejercicio estará también marcado por las nuevas fusiones. Además de la culminación de Santander y Popular en una sola marca, el pasado año se acordó la compra de EVO por parte de Bankinter. Esta operación, que dejó fuera el negocio de crédito al consumo de la empresa adquirida, está previsto que se cierre durante los primeros meses del año.
A estas dos se unirá previsiblemente una tercera, la fusión de Unicaja y Liberbank, creando la sexta mayor entidad entidad española por volumen de activos, por encima de Bankinter. La operación está todavía en una fase temprana de la negociación. En principio, se construiría como una adquisición de Liberbank por Unicaja, creando un grupo con participación mayoritaria de los accionistas de la entidad andaluza, según informó esta semana Europa Press.
Ambas empresas comenzarán en febrero a crear el proyecto de fusión, que se llevaría a cabo en la segunda mitad del año. El nuevo grupo tendrá 1.900 sucursales y unos 10.800 empleados, y no es descartable que el proceso concluyera en un recorte de plantilla. De hecho, la entidad andaluza ya había avanzado un plan, ajeno a esta operación, de 760 prejubilaciones.
La Bolsa española tendrá, según lo previsto, un nuevo banco cotizado que se unirá a los ocho que hay actualmente –Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Sabadell, Bankinter, Unicaja y Liberbank–. Será Ibercaja, la antigua caja aragonesa, la que debute en el parqué, según avanzó la compañía el pasado otoño. El objetivo es que la Fundación Ibercaja, propietaria de la entidad, reduzca su presencia en el accionariado por debajo del 50%. Según informó Expansión esta semana ya cuenta con los bancos que se encargarán de la colocación de las acciones, en una operación prevista para la primavera.
Nueva cúpula en los principales bancos
Por otro lado, el año comienza con un cambio en la cúpula de las dos mayores entidades españolas. El que ya es efectivo es el relevo en BBVA, donde Carlos Torres ha asumido la presidencia en sustitución del histórico Francisco González, ahora señalado por los supuestos encargos al comisario Villarejo. Además, Onu Genç se ha convertido en consejero delegado. Dentro de unas semanas se cumplirá también el del Banco Santander, donde Andrea Orcel será el consejero delegado sustituyendo a José Antonio Álvarez.
En lo que respecta al negocio, las entidades financieras tienen sobre la mesa adaptarse a la nueva ley hipotecaria. Esta normativa, que limita algunas de las malas prácticas que se sucedieron en el pasado, ha culminado ya su trámite en el Congreso y llegará el próximo mes al Senado. Incluye cambios en comisiones, en el reparto de gastos o en la protección al consumidor. Además, será el primer año completo en el que tengan que asumir el famoso impuesto de actos jurídicos documentados, tras la reforma que realizó el Gobierno para que fueran las entidades y no los clientes los que lo pagarán.
Con este contexto, los bancos afrontan un año que se considera clave para su negocio, que será la llegada de la ansiada subida de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo. Se trata de una medida que vienen reclamando las distintas entidades desde hace tiempo, como una vía para mejorar la rentabilidad de su actividad tradicional. Sin embargo, esto no se producirá antes de septiembre.