Hace algo más de un año, en muchas terrazas de Canarias era más fácil escuchar inglés o alemán que español. Destino turístico de referencia para muchos europeos, las islas recibieron 1,2 millones de turistas internacionales en febrero de 2020. Antes de que se desatara la pandemia. Ahora “el panorama es los municipios turísticos es desolador, parece una película apocalíptica con la mayoría de hoteles, tiendas y restaurantes cerrados”, lamenta Javier, nombre ficticio de un empleado de un hotel en Tenerife. En febrero de este año, Canarias recibió 74.280 turistas extranjeros. Javier entró en ERTE en marzo de 2020 y todavía sigue afectado por uno de estos expedientes temporales, del que solo salió temporalmente un par de meses en verano. María, tripulante de cabina en Barcelona, ni eso. Lleva más de un año de manera continuada en ERTE. “Y menos mal que han aprobado la medida, estoy muy agradecida. Si no, ya estaría en paro y cobrando solo el 50%”, afirma la empleada.
Los últimos datos oficiales dan cuenta de que, a 31 de marzo, 743.628 trabajadores estaban en ERTE. Javier y María son dos de estas personas. También Elena, trabajadora de una gran cadena hotelera en Madrid, que acaba de pasar de estar en un ERTE total a uno parcial: “Me han sacado del ERTE tres horas al día y espero que las aumenten pronto”. La empleada también ha estado casi todo este año en ERTE, salvo unos meses en verano, tras el primer estado de alarma. “Hasta octubre, con la segunda ola, que nos volvieron a meter al ERTE”, recuerda Elena.
Ninguno de los tres trabajadores conocía en qué consistía un ERTE antes de “todo esto” y ya llevan un año dentro de esta fórmula de hibernación del empleo, ya sea de continuo o con breves desafecciones temporales o parciales. “Todo esto”, la pandemia, las restricciones y la nueva vida que nos ha dejado el coronavirus, se está alargando en sus casos sin apenas tregua en el terreno laboral y ha dejado en el congelador un año de sus carreras.
Los ERTE, la apuesta laboral frente a la COVID
Esa es la principal novedad de esta crisis laboral respecto a las anteriores: muchos puestos de trabajo pasaron a la nevera de los ERTE por la COVID creada por el Gobierno, a la espera de que la pandemia amainara y se pudiera recuperar la actividad, en lugar de destruirse empleos de forma masiva como ha ocurrido en el pasado. Se redujo mucho la afiliación, en 900.000 personas en la última quincena de marzo de 2020, pero con mucha menos intensidad que en crisis pasadas gracias a la hibernación de otros cientos de miles de empleos en los ERTE. Por primera vez en la economía española, el empleo ha caído menos que el PIB.
Aunque los ERTE ya existían como mecanismo de regulación de empleo temporal, no eran una fórmula muy extendida y eran bastante desconocidos para la población general. Los Ministerios de Trabajo y de la Seguridad Social pactaron con sindicatos y patronales apoyarse en esta herramienta para hacer frente a la crisis por la pandemia, pero con una protección mejorada a cuenta de los fondos públicos tanto para empresas (mediante amplias ayudas a la cotización) como para los trabajadores, con el acceso generalizado a la prestación de desempleo aunque no se tuviera el mínimo cotizado, por ejemplo.
En estos meses en los que se demoraban el fin de la pandemia, el Gobierno ha pactado con los agentes sociales varias prórrogas de los ERTE, que estarán vigentes en su modelo actual hasta el 31 de mayo. Se espera una nueva ampliación con un esquema “similar”, según anunció esta semana la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Por el camino, el Ejecutivo ha mantenido la protección por desempleo de los trabajadores afectados, para que pasados seis meses en esta situación no se redujera del 70% al 50% de la base reguladora como marca la legislación y amplió el llamado 'contador a cero', para que el cobro de la prestación no consumiera derecho al paro en un futuro.
Si se hubiera reducido la prestación de paro al 50% en los ERTE, cobraría solo unos 400 euros y no me daría para vivir
“Personalmente estoy muy agradecida por esta medida, porque con el 50% se me quedaría en unos 400 euros de paro y no me daría para vivir”, afirma María, que explica que no tiene grandes gastos y que puede atender sus gastos con la prestación sin dificultad. “Puedo vivir dignamente, me corto de cosas, claro, pero puedo afrontar mis gastos básicos, gracias también a que mi casera me rebajó un poco el alquiler”, sostiene la asistente de vuelo.
Elena, separada y con un hijo, también ha podido hacer frente a sus gastos en estos meses “sin mucha dificultad”, aunque reconoce que ha vivido varios meses con incidencias en el pago del ERTE. “Al inicio tardaron mucho en pagarlo y luego, cuando me han desafectado temporalmente, también se ha retrasado siempre”, explica la trabajadora. Elena considera que las “deficiencias que ya existían” en el SEPE, como el déficit de personal, han quedado más a la vista con esta enorme crisis.
Javier tampoco ha pasado dificultades económicas en este año, “pero no soy un buen reflejo de la situación actual de muchos trabajadores, no pago alquiler, no tengo deudas, no tengo hijos…”, matiza el joven, que supera los 30 años y vive con su madre. En cualquier caso, el trabajador ha tenido que tirar de ahorros para pagar unos estudios de posgrado que tenía pensado sufragar con los ingresos del año. “Está situación ha interrumpido mis planes porque pensaba destinar los ahorros para renovar el coche y adquirir una vivienda, pero por ahora todo ha quedado paralizado”, cuenta.
La incertidumbre ante una pandemia que se alarga
Desde el máximo de trabajadores afectados por ERTE, unos 3,6 millones de personas, la gran mayoría de empleados han dejado atrás esta herramienta de suspensión temporal o parcial del empleo. Sin embargo, desde septiembre hay una “bolsa” que se mantiene de más de 700.000 trabajadores en ERTE que no se ha reducido. Han tenido lugar dos nuevas olas de contagio del virus, la segunda y la tercera, que han elevado el número de afectados en expedientes, aunque mucho menos que en la primera ola, cuando se registró el pico de abril del año pasado.
Superado marzo de 2021, un año después de que la pandemia tambaleara la ya lejana normalidad, miles de trabajadores –gran parte del sector turístico– viven aún sumidos en la incertidumbre de cuándo recuperarán la actividad en sus empleos. Transcurridos tantos meses, algunos incluso con temor a que este momento no llegue nunca, por el agotamiento de las empresas después de tantos tiempo en crisis.
La aerolínea de María está en preconcurso de acreedores. “En mi caso veo muy cercano el ERE, porque aunque la empresa consiguiera salir adelante, me temo que lo hará con menos plantilla”, cuenta la asistente de vuelo. La trabajadora destaca la complejidad esta crisis para los profesionales del transporte aéreo. “En anteriores crisis, si perdías el empleo, te pasabas de una compañía a otra. Pero esta situación es muy compleja para mi sector, está todo parado. No puedes irte a otra empresa. Un plan b para nosotros y los pilotos es complicado”, apunta.
Por ello, la esperanza de María pasa por que la pandemia se contenga y avance con fuerza la vacunación, para que pueda retomarse con cierta normalidad la actividad en el sector aéreo. “Necesitamos que el turismo se reactive rápido. Vemos que esto va muy lento, mucho más de lo que pensábamos. Creíamos que en primavera y verano estaríamos volando todos y ahora lo vemos lejos”, reconoce. El Gobierno ha admitido este viernes el retraso en la recuperación y ha rebajado la previsión de crecimiento al 6,5% en 2021.
Javier también ve su futuro laboral ligado a la evolución de la pandemia. “En Canarias dependemos enormemente del turismo”. El trabajador considera que el hotel en el que trabaja en Tenerife “sobrevivirá” porque “la empresa está bien gestionada”, pero matiza que “todo depende de lo que dure la crisis del COVID”. Si la situación se alarga mucho más, “nos veremos abocados a un ERE”, coincide con María.
Elena, que trabaja en el área comercial de un gran hotel de Madrid, confía en que la multinacional para la que trabaja sobreviva esta crisis, pero también reconoce la “enorme incertidumbre” dada la fuerte afectación mundial en el sector turístico. Por ello, al igual que otros colegas del sector, está formándose en materias complementarias. “Estoy haciendo un máster, que me estoy pagando yo, por si tuviera que buscar otro trabajo”, cuenta.
Los tres trabajadores esperan que los ERTE se prorroguen pasado mayo, dado cómo avanzan la vacunación y los contagios, aunque desean que la herramienta se necesite el menor tiempo posible. “Mi hotel está ahora facturando el 30% de lo que solía ingresar y gran parte de los ingresos provienen de la terraza, que ha pasado a ser la actividad principal en estos meses en lugar del alojamiento. El uso del ERTE aún está totalmente justificado todavía”, explica Elena.
La estimación del coste de las políticas de sostenimiento de rentas a través de medidas como los ERTE, las bajas por la covid y el ingreso mínimo vital es de unos 40.000 millones de euros hasta mayo, según las cifras del ministro José Luis Escrivá. “Todos queremos volver a trabajar, no solo por el dinero, que también. Sino por sentirse productiva, realizada, relacionarse con los compañeros... Todo lo que conlleva trabajar”, destaca María.