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Quién es Antonio Catalán, el empresario que pide la subida del Salario Mínimo y derogar la reforma laboral

Una sirena de policía suena estruendosa en el vagón del AVE. Es el característico sonido del móvil de Antonio Catalán, fundador de AC Hoteles y uno de los principales empresarios del país. Al otro lado de la línea habla la directora de Recursos Humanos de la empresa, comunicándole que se va a un hotel del norte de España (el grupo tiene 80 establecimientos) porque un empleado ha fallecido de meningitis y el resto del personal está nervioso. Catalá lamenta no poder ir él en persona – se dirige a Valencia para participar en el Foro Global Sur– y le pide a la directiva que le mantenga informado en todo momento. Cuelga y se queda un largo rato con el semblante preocupado.

Con este grado de detalle gestiona su empresa el presidente de AC by Marriott que tiene más de 80 establecimientos y 3.500 empleados. Catalán está orgulloso de la filosofía con la que mantiene su negocio, “los empleados necesitan un salario digno y un trato digno”, que le ha permitido convertir a su grupo hotelero en una de las diez principales cadenas de España, con más de 11.000 habitaciones.

Íntimo amigo de José Luiz Rodríguez Zapatero, Antonio Catalán es un apóstol de la derogación de la reforma laboral y reconoce abiertamente ser votante socialista. En cada acto público y entrevista que ha dado en el último año ha pedido que se elimine esta regulación que cree no deja a los jóvenes poder desarrollarse. Con su habitual sentido del humor suele calificar la reforma de “castaña pilonga”. El jueves, en un acto en uno de sus hoteles en Málaga, Catalán volvió a repetir que en el negocio “no vale todo”. Fue dos días después de que el Congreso pidiese al Gobierno que suba a 800 euros el salario mínimo en 2018 y apenas unas horas antes de que los sindicatos llamaran a movilizarse. Su mensaje ha prendido en redes sociales, convirtiendo a Catalán en el empresario del momento.

Matrimonio de conveniencia

Este navarro abrió su primer hotel en Pamplona, el Ciudad de Pamplona, para luego crear la cadena hotelera NH Hoteles. En 1997 decidió vender su participación (algo más de cien millones de euros) y salirse del grupo para crear su propia marca: AC Hoteles. Golpeado por la crisis como el resto del sector –“no dormía pensando qué hacer”–, en 2010 se embarcó en una nueva sociedad a medias con el gigante hotelero estadounidense Marriott.

La decisión le sacó de números rojos, aunque tuvo que tomar medidas extremas que pasaron por despidos y externalizar parte de los servicios en un puñado de hoteles periféricos que sí tienen a camareras de piso que proceden de contratas y no cobran el sueldo que corresponde al convenio de hospedaje. “Las palabras de Catalán deberían tener efectos prácticos, primero en sus hoteles, después en el conjunto del sector”, reclamaba ayer en una nota de prensa de la Federación de Servicios de UGT que valoraba con declarada suspicacia las declaraciones de Catalán. Además, los servicios de lavandería están externalizados en su mayoría con la Fundación ONCE.

Catalán reconoce que aún quedan estos servicios en algunos hoteles pero que son la excepción dentro del grupo. Él entiende que la externalización “no es mala por sí misma” pero puede terminar siendo perversa. En su ánimo está revertir esta situación lo antes posible, asegura. De hecho, sus trabajadores reconocen que es “un buen hombre” y que en su momento entendieron que las medidas que tuvo que tomar fueron con el objetivo de salvar la compañía.

Una de las principales fortalezas de la alianza con Marriott es que ha permitido al grupo no depender de grandes centrales de reserva, que arañan los márgenes de los hoteles y les hace ser menos competitivos. Con esa tranquilidad, Catalán pilota un negocio en el que entiende que la diferencia es el valor añadido del trato humano. “Casi todos los hoteles ofrecen un producto muy parecido. La habitación está bien, el hotel está bien... es en el servicio y en el trato en lo que se diferencia un hotel”.

Además, su modelo en el que muchos de sus hoteles son urbanos (aunque no todos), con un mix de clientes de negocios pero también turismo, le permite tener una estabilidad a lo largo del año en las ventas. El grupo se ha desecho ya prácticamente de la totalidad de la propiedad de los inmuebles y se dedica solo a la gestión. Catalán reconoce que mira con lupa cualquier nueva apertura, y que solo se deciden a entrar en proyectos consolidados.

Catalán asegura que el salario medio de sus hoteles está por encima de los 1.100 euros (insiste en que debe subir ya el Salario Mínimo Interprofesional) y defiende que hace una gestión de personal a medida. Casado cuatro veces, padre de seis hijos y ya con varios nietos, está especialmente orgulloso de cómo se trata a las mujeres trabajadoras y a las familias en el hotel. “Si se tienen que coger un día porque el niño está enfermo por supuesto no se lo descontamos del sueldo”, asegura el empresario. Aficando en Madrid, entiende perfectamente que no es lo mismo tener hijos con la familia cerca que unos jóvenes que no tienen a los abuelos a los que echar mano y aboga por hacer un tratamiento flexibilizado a cada caso.

Deportista por promesa

El empresario, al que Forbes calculaba en 2014 una fortuna de hasta 150 millones de euros, es un apasionado del ciclismo y cada año realiza la ruta Xacobea por el Camino de Santiago con un equipo ciclista que él mismo ha formado. Miguel Induráin es uno de los fijos en la ruta, pero además Catalán enrola cada año en su pelotón a distintas personalidades del mundo de la empresa. El origen de esta tradición es una promesa que hizo Catalán cuando su hija de dos años fue atropellada por un Range Rover. La niña se salvó (ahora es una reconocida abogada penalista) y la ruta ya va por su XXVI edición.

“Nuestro core business (el núcleo duro del negocio) son las personas”, entiende el hotelero que intenta dar una estructura a la empresa que facilite el ascensor social. Explica que la directora de limpieza del grupo empezó como camarera de piso en Guadalajara, fue ascendiendo y próximamente se trasladará al grupo Marriott. “Sería un fracaso fichar a alguien de fuera, cuando lo que tenemos es que tirar de la cantera de dentro”.

Catalán no está en CEOE y no se siente en absoluto representado por Exceltur, el lobby turístico más fuerte de España. Tampoco está en el Instituto de Empresa Familiar (“no creo en ese concepto”) pero sí en el Consejo Español del Turismo, un órgano de cooperación con la Administración Pública. Esta libertad le hace tener otras opiniones muy poco comunes en el sector, como entender perfectamente el auge de plataformas de alquiler de pisos como Airbnb (“¡Hasta mis hijos la usan!”). Catalán cree que este tipo de negocios tienen que tener una regulación que limite sobre todo el conflicto con los vecinos que conviven con estos apartamentos.

Habitual en los círculos políticos, Catalán cree que les aporta una visión “de la vida real” a los altos cargos. Extremadamente afable, bromista, seductor y entreabierto, disfruta hablando de su negocio tanto como de sus hijos y de su pasión bicicletera. Preocupado por la situación del país, sigue atento las tertulias políticas en televisión y no quita ojo al complicado presente y futuro del PSOE.