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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

ENTREVISTA

Antonio Garamendi, presidente de la CEOE: “Los españoles estaríamos encantados de que los partidos llegaran a un acuerdo”

El presidente de la patronal CEOE, Antonio Garamendi (Getxo, 1958), mantiene en estos días continuas reuniones a distancia y atiende llamadas de cómo viven los diferentes sectores económicos la emergencia del coronavirus y sus inquietudes en esta crisis económica. Los empresarios, así como los sindicatos, son dos actores clave señalados por el Gobierno en los pactos de reconstrucción de esta crisis ligada a la pandemia. Este jueves, el presidente del Ejecutivo le ha citado junto a los líderes de Cepyme, CCOO y UGT para iniciar estas conversaciones. El vasco lo tiene claro: “En la situación en la que estamos hay muchas más cosas que nos unen de las que nos separan”.

Garamendi tiene fama de afable y lo es. El dirigente empresarial se interesa por cómo afecta la crisis a los medios de comunicación en esta entrevista con eldiario.es desde el despacho de su casa, mediante videoconferencia. En estos días, está perfeccionando la técnica, dice entre risas, mientras modifica el zoom de su cámara con un mando a distancia. La defensa de sus posturas es, no obstante, firme y defiende que espera que nadie en el Gobierno pretenda aprovechar esta crisis para un cambio en el modelo económico.

Estamos ante la mayor crisis económica y la mayor crisis sanitaria de nuestra historia reciente. Ante la gravedad de esta situación, ¿confía en que los partidos sean capaces de ponerse de acuerdo en unos pactos?

Es la pregunta del millón. Creo que todos los españoles estaríamos encantados de que eso pasara. Para los empresarios sería muy importante. El presidente del Gobierno y Pablo Casado han llegado a un acuerdo para sentarse una mesa en el Parlamento. Es muy buena noticia. En estos momentos es fundamental que los partidos políticos, los representantes del pueblo español, se sienten en el Congreso y pongan encima la mesa sus ideas, pero sobre todo las posibilidades de llegar a acuerdo. Por supuesto, cada uno con su visión de las cosas, porque además eso es lo que hace la democracia.

En la situación en la que estamos hay muchas más cosas que nos unen de las que nos separan y estoy seguro de que, si realmente se sientan con buena voluntad, nos van a dar unas cuantas alegrías, porque nos vamos a enterar de que posiblemente hay cosas que les unen, que nos une a los españoles. El diálogo social lo hacemos todos los días.

¿Va a ser más difícil que acuerden los partidos o que acuerden la patronal en los sindicatos?

Nosotros llevamos afortunadamente 40 años llegando a pactos, en los últimos tiempos a muchos. Por poner un ejemplo, llegamos a un acuerdo del salario mínimo hace poco menos de un año, cuando la gente pensaba que era imposible. Pues pudimos. Por tanto, es más fácil que lleguemos a un acuerdo los agentes sociales, que estamos más en la calle, en el día a día, tenemos la suerte de que no nos presentamos a las elecciones...

Y siempre digo que el roce hace el cariño. En la realidad en la que estamos, en los sectores, en los territorios, en el día a día, estamos muy acostumbrados a hablar y somos conscientes de que nuestra fortaleza precisamente es ese acuerdo, que no quita que a veces no lleguemos a ellos. Estamos un momento complicado, creo que nos une el bien común, pero es verdad que tenemos visiones diferentes de muchas cosas. Por tanto, tendremos que trabajar mucho y sentarnos muchas horas para intentar llegar a esos acuerdos que todo mundo nos pide.

¿Ha hablado recientemente con la oposición sobre la posibilidad de estos pactos?

Sí, yo hablo con todo el mundo. Mi obligación es hacerlo y, además, no solo por obligación. Cuando acabas hablando con todo el mundo, te das cuenta de que, no voy a decir como Summers que ‘todo el mundo es bueno’, pero casi bueno, que tiene buenas virtudes.

En estos tiempos de la COVID, estamos hablando con los sindicatos, el Gobierno y otros partidos de la oposición o que puedan apoyar al Gobierno, también para poner encima de la mesa lo que opinamos, de buena fe.

¿Y qué le transmiten desde la oposición? ¿Ven viable ese pacto?

En eso os invitaría, a que les hagáis una entrevista a cada uno, no me gustaría hablar por ellos. Creo que todo el mundo está pensando en el bien, en el interés de España, pero con distintas visiones.

¿Qué opina sobre el ingreso mínimo vital que quiere poner en marcha el Gobierno?

Siempre hemos planteado que nunca se puede dejar a nadie abandonado y más, en este sentido, a los más vulnerables. Pero, primero, diría es que nadie ha inventado la pólvora. En estos momentos hay 17.000 millones al año, que es el 1,7% del PIB que se destina a ayuda social, entre el paro, las ayudas de ciertas Comunidades Autónomas, ayuntamientos, etc.

Pero ¿qué les parece este ingreso a nivel estatal?

No hay que dejar a nadie fuera, pero estamos hablando ahora de un momento puntual, en el que habría que ver en estos momentos qué situaciones se generan de exclusión. Y ahora están los ERTE, el paro, ayudas a empleadas del hogar... Es diferente lo que puede pasar ahora de lo que pueda pasar el año que viene. Esperemos que dentro de seis meses o siete estemos en otro momento diferente.

En segundo lugar, lo que habría que ver es cuál es la guía de todas las ayudas que se están dando: que el Estado sea, como hacemos con las empresas, eficiente en que las ayudas lleguen ordenadamente a la gente que lo necesita y de la mejor manera posible. El tercer punto para mí, que es clave, es que la gente no se quede instalada en esto, sino que haya un camino hacia la empleabilidad para volver a integrar a estas personas.

Y luego está la gran pregunta: ¿cómo se financia? Parece que el ministro Escrivá está estudiando esto y nos lo plantearán. Si dicen que vamos a financiarlo con deuda, habrá que saber cómo y en ese momento daremos nuestra valoración.

Hace unas semanas mostraron su malestar por el comunicado de la vicepresidencia de Pablo Iglesias a propósito de la renta mínima estatal y plantaron al Ministerio de Trabajo en una reunión. ¿Cómo están las relaciones con el Ejecutivo?

Tenemos buenas relaciones. Hablamos con todos y, es más, vamos a seguir hablando con todos, eso es evidente. Tuvimos una reacción porque el vicepresidente puso un tuit donde parecía que todo el mundo había hablado de la renta mínima y la CEOE éramos los convidados de piedra. Es a lo que reaccionamos: estaba lanzando una idea y yo soy el último de la fila, y no creo que sea el último de la fila.

La relación es, en principio, buena. Es cierto que a nosotros nos gustaría que los acuerdos a los que lleguemos en el diálogo social con los sindicatos, el Ministerio de Trabajo los cuidara y los llevara a la práctica y en ese sentido tenemos hay algunas diferencias.

Han fichado a la exministra de Empleo del Gobierno del PP Fátima Báñez para la Fundación de CEOE para el proyecto 'Empresas que ayudan'. ¿No teme la patronal quedar señalada ideológicamente con este tipo de nombramientos?

Es algo que no entiendo. La Fundación CEOE tiene un funcionamiento totalmente independiente a lo que es la actuación diaria de la CEOE. En primer lugar, Fátima Báñez es una persona excepcional que lo ha demostrado en su día a día. En estos momentos está gestionando un proyecto que se llama ‘Empresas que ayudan’, es decir, cómo somos capaces de trasladar la ayuda de muchas empresas a organizaciones sociales para luchar contra el coronavirus.

No fue noticia que se incorporara a la Fundación Marcos Peña y fue el secretario general de Empleo con el Partido Socialista y ha sido durante muchos años presidente del CES. No me preocupa absolutamente nada. Fátima Báñez está fuera de la política, como anunció hace tiempo. Puede aportar mucho y conoce muy bien la situación de las empresas, de los empresarios, de los sectores y lo está haciendo generosamente. Si hablamos de puertas giratorias, lo sería mucho más si contratara a alguien del Partido Socialista.

El Financial Times señalaba en un editorial la necesidad de “reformas radicales” donde los gobiernos tendrán “un papel más activo en la economía” y en la que “deben ver los servicios públicos como inversiones, no como cargas, y buscar fórmulas para que los mercados laborales sean menos inseguros”. ¿Está de acuerdo la CEOE con este cambio de paradigma?

Vamos a ver que pase esto, estamos en un momento muy complicado. Es tremendo lo que está pasando, las muertes de muchas personas, las situaciones personales terribles que estamos viviendo o que vive gente muy cercana. Ahora hay que centrarse en superar la situación sanitaria y después hablaremos de lo que tengamos que hablar.

Puede haber muchas teorías, pero al final, en el día a día la economía es la que es. Seguimos pensando que es la actividad privada la que tiene que sacar el país adelante y lo puede hacer. Es verdad que vamos a tener dificultades en sectores como el turismo, pero ahora es demasiado prematuro plantear estos temas.

Los empresarios concedieron con reticencias su apoyo a los Pactos de la Moncloa durante la transición, que respaldó el Partido Comunista. Algunos sectores empresariales desconfían de Podemos. ¿Cree usted que está justificada esta desconfianza o que hay motivos para ella?

Siempre digo que de política no me gusta hablar. Los Pactos de la Moncloa fueron un momento muy especial de la democracia española. Había un escenario económico de una crisis, pero lo que planteaban esos Pactos era un cambio radical del sistema político en España.

Me pareció un error escuchar en el Congreso que no apoyaban esos Pactos y acusaron a Carlos Ferrer Salat de decir que Adolfo Suárez era un falangista moderno. A mí me gustaría reivindicar la figura de Ferrer Salat, que fue el primer presidente de la patronal española. Era un liberal y un demócrata. Cuando se dice que Ferrer Salat fue un poco reticente a los Pactos de la Moncloa, no era por el desarrollo del sistema democrático. Inmediatamente después de ser nombrado presidente de la CEOE fue presidente de los empresarios europeos. Era una persona con una visión amplia.

Son dos momentos totalmente diferentes. Utilizar el término ‘los Pactos de la Moncloa’ puede estar bien desde el punto de vista político, pero creo que estos no son otros Pactos de la Moncloa. Van a tener que ser unos pactos desde el punto de vista económico para definir cómo salimos de esta crisis. Cuando me plantea el tema de Podemos, quiero aclarar que hablamos con Podemos, como no podía ser de otra manera. Hablo con Pablo Iglesias, con el que tengo una buena relación y, siempre lo digo, que no quita que nos podamos diferenciar ideológicamente muchísimo. Pero tenemos buena relación. El otro día de hecho, cuando dije lo que dije, luego hablamos por teléfono.

Lo que no nos gustaría es que nadie quiera aprovechar esta crisis sanitaria para intentar cambiar un modelo social o un modelo constitucional. Yo estoy muy tranquilo con el que tengo.

¿Hay alguna línea roja en sus posiciones que no estarían dispuestos a aceptar en estos nuevos acuerdos contra la crisis del coronavirus?

El término líneas rojas no me gusta. Creo que hay que ir a la mesa de negociación, con tus principios, pero abierto y con capacidad convencer al que está enfrente y buscando si puede haber una posición en común. Si se plantean líneas rojas, la mesa de negociación viene rota. Por tanto, nosotros de arranque no tenemos líneas rojas. Ahora bien, eso no quita que tenemos nuestros principios.

La patronal aboga por extender a más empresas las moratorias de impuestos que se han aprobado ya para pymes y autónomos. ¿Hasta dónde deberían alcanzar?¿Están negociando ya con el Gobierno una ampliación?

No queremos nada gratis, pero sí que haya aplazamientos en los impuestos o en el tema de las cuotas a la Seguridad Social. Hemos pedido moratorias, que es legal, pero en ningún caso hemos dicho que los quiten. Se ha conseguido una moratoria de hasta 30.000 euros para aquellas empresas que facturan menos de 600.000 euros, que está bien porque permite que haya empresas que tengan liquidez. Pero se ha dejado fuera a 85.000 pymes, que son las que facturan más de 600.000 euros. El problema no es solo el dinero. Las gestorías son las que les llevan la contabilidad, que les gestionan los impuestos a las pymes, dicen que es físicamente imposible hacerlo porque no pueden llevar los documentos.

En CEOE seguimos abogando para que haya liquidez para estos momentos en los que las empresas están cerradas por orden administrativa. No estamos pidiendo una exoneración de impuestos, solo que atrasen su cobro.

La ministra de Trabajo ha pedido a las grandes empresas que sigan el ejemplo de Inditex, que finalmente ha decidido no aplicar el ERTE en abril y asumirá los costes salariales de su plantilla. ¿Qué le parece esa recomendación de la ministra? ¿Cree que las grandes empresas pueden contribuir más a la salida de esta crisis?

Inditex, como otras muchas empresas que sí pueden, están aguantando para no hacer ERTE. No sólo eso, sino que además está movilizando todos sus recursos y su logística para traer a España los EPI (equipos de protección médicos). Amancio Ortega, que tantas críticas tiene, ha donado 60 millones de euros. Me gusta que la ministra ponga de ejemplo a Inditex, al igual que a Pablo Isla y a su presidente, Amancio Ortega.

Las compañías que puedan no van a hacer ERTE y la mayoría que lo hagan será como la mejor manera de proteger el empleo. En la desescalada va a haber que hacer una serie de ERTE de manera parcial para que ese empleo vuelva otra vez a la economía real.

¿Qué pide la CEOE en concreto para los ERTE en la fase de desescalada?

Planteamos algo que ya se ha hablado con los sindicatos. La necesidad de un cambio automático en algunos sectores para graduar la vuelta a la normalidad. Por ejemplo, en la industria del automóvil, que es fundamental para España, las fábricas no van a funcionar al ritmo normal en la desescalada, de manera que hay ver cómo los ERTE tienen que ir graduándose para llegar al a situación normal. Hay algunos sectores de la industria que cuando han vuelto a arrancar estaban con el 50% de la producción y ahora están en el 25%.

Por otro lado, hay empresas que tienen tienen que estar excluidas del pago de la Seguridad Social. Es imposible que el propietario de un bar pueda pagar la ciudad social si está cerrado a cal y canto. El tercer punto que tenemos claro, que también habíamos pactado con los sindicatos, es que los trabajadores tengan el reloj del paro a cero cuando salgan del ERTE.

¿Qué opina de la cláusula de mantenimiento del empleo durante seis meses tras el ERTE?

En el acuerdo que tuvimos con los sindicatos, la cláusula de la salvaguarda del empleo de seis meses no estaba, la impuso el Ministerio de Trabajo y es muy poco real. Los empresarios no quieren echar a nadie, pero va a ser muy complicado que no se pierda empleo. Esa cláusula va a ser muy complicada de cumplir, pero muy complicada. Otra cosa es que se vigile para que no haya abusos, pero tal y como está en algunos sectores no se va a poder cumplir con esa cláusula.

¿Están llegando a las empresas los préstamos con aval del ICO?

La medida es buena. En el peor de los casos de los 100.000 millones que tiene que avalar el Estado igual nos cuesta a todos los españoles 10.000 o 15.000 millones. Porque el Estado no pone en 100.000 millones, si los tuviera que poner estaríamos en quiebra. El Gobierno lo va concediendo en tramos de 20.000 millones, pero pensamos que tendría que haberse planteado en un solo tramo porque da más confianza, sobre todo a los inversores extranjeros.

El problema es que no está llegando ese dinero por la tramitación. Se ha implementado un poco tarde, el ICO tarda otros 12 días... De momento van entrando las empresas grandes y medianas. Nosotros hemos planteado que se haga una línea de avales de las sociedades de garantía recíproca que hay en las Comunidades Autónomas que van a ayudar muchísimo a pymes y autónomos.

En la destrucción de empleo en el mes de marzo, la gran mayoría, el 70% es empleo temporal. Cuando pase esta emergencia, ¿cree que habría que aprobar una reforma para reducir empleo temporal que tenemos en el mercado laboral español?

En el mercado español, prácticamente más del 70% de los empleos son indefinidos, que es un tema clave. En el caso de la música, cuando un artista va a tocar, sus músicos cada vez que suben a un escenario tienen un contrato temporal y, cada vez que hay un bolo, hay un contrato que se da de alta y se da de baja. Es la forma para que no haya economía sumergida, que es lo que hay que evitar.

Lo que sí hay que ver es cómo de alguna manera en España, tenemos que intentar desde un punto de vista económico reforzar la industria. Dependemos muchísimo del turismo, que es muy cíclico, mientras que la industria gestiona empleos más estables, tiene unos convenios adecuados de salarios y en las Comunidades donde tiene un peso superior al 20% el paro es del 10% o menos, como en mi tierra, el País Vasco o en Navarra. Esta crisis sí debería enseñarnos para ver cómo hacemos ese cambio. Y además, es fundamental la formación.

¿Qué debe mejorar en formación?

Es clave que nos sentemos a hablar en serio de la formación. Desde pequeños, la formación continua… El tema de la formación dual es fundamental y nosotros hemos tenido reuniones bastante interesantes con la ministra Celaá, que es la que tiene que gestionar esto y que tiene una buena experiencia, porque en el País Vasco la formación dual en pymes funciona bastante bien. Esto es algo en lo que que tenemos que salir reforzados, inspirarnos e ir a esa línea. No es tanto decir que ahora me hagan una ley como que trabajemos intensamente en el campo de la formación.

En el área industrial hay muchísimo que hacer. Hablábamos del compromiso 20-20-20, para que entre otras metas el 20% del Producto Interior Bruto fuera industrial. Pues en España, con la energía es del 16,5% y sin ella del 11,5%. Aquí es donde tenemos que trabajar, sobre todo para las nuevas generaciones.

¿Qué postura mantendrán los empresarios respecto al futuro desmontaje de la reforma laboral que todavía defiende la ministra de Trabajo? ¿Ha cambiado en algo su postura con esta crisis del coronavirus?

No, no. Al contrario. Lo que tiene poco sentido es que ahora se pretenda meter más rigideces al mercado laboral. Son opiniones diferentes. Nosotros pensamos que eso no sería bueno para el país. Ya nos contarán lo que nos quieren contar cuando toque.

Antes hablaba sobre el peso que tiene en España el turismo, sobre la falta de industria. En eso también nos ha dejado la crisis de coronavirus algunas lecciones, como por ejemplo que no tenemos la capacidad suficiente para fabricar respiradores, cosa que otros países sí tienen. ¿Cómo se podría cambiar este modelo?

Cuando pase esta crisis tendremos que ver por qué han llegado los EPIs o no han llegado, porque desde el plano de la empresa privada ha llegado. Es más, hace pocos días hemos visto cómo a una empresa le requisaban 2.000 test o cómo desde la empresa privada se ha ayudado al Estado a gestionar la logística de la traída de estos EPIs. Hay otro tema: si ha sido un acierto o no la centralización de esas compras o si tenían que haber venido por las Comunidades Autónomas. No tomo posición, pero son preguntas que habrá que hacerse. Lo digo en plan constructivo, no negativo.

El mercado se va también recolocando. Creo que estamos en situación excepcional. Soy vicepresidente de AENOR y hemos tardado un tiempo en que nos dieran el permiso para hacer las certificaciones de las mascarillas. Ya hay empresas españolas que están haciendo mascarillas y batas.

Efectivamente, ha sido un problemón la falta de mascarillas, pero creo que en pocos días estará resuelto. La realidad es que cuando han arrancado todas las fábricas en todos los sectores, todo el mundo se queja de lo mismo: necesitan los equipos de protección, porque somos los primeros que queremos que todo el mundo los tenga. De ahí a plantear que tenemos que tener ahora diez fábricas de mascarillas, pues no lo sé, habrá que verlo.

¿Qué le ha parecido la regulación de precios con productos como las mascarillas que ha puesto en marcha Consumo?

No voy a discutir las decisiones que se tomen en estado de alarma. La autoridad sanitaria, por un lado, y luego el Gobierno tienen que tomar las decisiones y nosotros estamos siempre por ayudar. Cuando el mercado se normalice, el propio mercado pondrá en su sitio el precio y entiendo que será un precio bastante razonable.

¿Qué le ha parecido la respuesta de la Unión Europea a esta crisis y la posición de países como Holanda?

Soy vicepresidente de los empresarios europeos. Desde hace muchos años, siempre hemos querido más unión porque pensamos que la unión política sería muy buena para Europa y yo creo que más ahora. Por tanto, lo primero, lógicamente echamos de menos una mayor unión política.

En segundo lugar, está el famoso debate de los países del norte con los países del sur. Hay que tener presente también que somos países que tenemos más déficit que los del norte, que en muchos casos nos han estado financiando. No podemos olvidar que en estos momentos, cuando tenemos la prima de riesgo en 120, está así porque el BCE está comprando bonos españoles. Hay un doble debate entre: ‘le damos dinero, pero vamos a ver cómo se hacen las cosas’ o el modelo de 'mutualizar todo y yo me lo gasto como quiero'.

Al final, el gran drama, el gran problema, es la falta de unión política y más ahora, cuando estamos todavía saliendo también de la crisis del Brexit. Y a eso hay que añadirle la crisis a nivel europeo con ciertos populismos que están trabajando en el ‘efecto país’. Personalmente, creo que es un error, soy radicalmente pro europeo.

Esta va a ser una crisis más profunda que la de 2008, según la previsión del Fondo Monetario Internacional. ¿Confía en que se conserve la paz social o cree que podemos ir a un escenario de huelgas y protestas, como ocurrió en la crisis anterior?

Creo que va a haber paz social, la voluntad es esa y en la parte que a mí me toca vamos a trabajar por ella. Dentro de esta desgracia que estamos viviendo, tenemos una ventaja sobre la crisis anterior: el sistema económico español está mucho más preparado. Esto es una crisis económica, pero deviene de una crisis sanitaria. No es una crisis económica que viene de una crisis financiera, ese dato es importante, y las empresas están mucho más preparadas que en el 2008.

Cuando se hacen comparaciones, hay que recordar que en 2008, se hablaba de la burbuja inmobiliaria en España, se construían 700.000 viviendas al año. En estos momentos no pasa eso. Ese 30% o más que ocupaba la construcción en España ahora lo ocupa la internacionalización de las empresas. Las empresas españolas que están internacionalizadas, exportando, hemos pasado de 50.000 a 150.000, casi 200.000. Esto es una fortaleza importante. Es verdad que cuando el mundo vaya bien, nos va a ir mejor y cuando vaya mal, nos va a influir.

¿Estamos entonces más preparados para la recuperación?

Estamos más preparados, pero es muy importante la desescalada. España tiene que ver la salida como una gran oportunidad, de ganar mercados y de ver dónde podemos ser mejores que otros. La crisis sanitaria ha demostrado que todo es global. Cuando empezó esta enfermedad en China parecía que era una cosa de los chinos y nos hemos dado cuenta de que es de todos.

Una cosa buena que sí quiero destacar como positiva de la parte política es la labor de las administraciones, me da igual de qué signo, en la internacionalización de las empresas. Tanto con al gobierno anterior como con al actual les pondría un 10, en este sentido. Bueno, un 9,5 porque es algo que se ha hecho realmente bien.

¿Quiénes cree que van a ser los grandes perdedores de esta nueva crisis económica?

Como los empresarios somos positivos, porque nos toca serlo por definición, no quiero pensar en que nadie sea un perdedor, es que no es que no quiero ni pensarlo, porque en el momento que lo piensas parece que los abandonas.

Tenemos que ver cómo todos salimos de esta a una. Está claro que a algún sector le va a costar más. Por ejemplo, a España venían 85 millones de turistas al año y sabemos que eso nos va a costar recuperarlo muchísimo tiempo. Incluso creo nos va a costar recuperar el propio turismo interior. La gente al principio, con el miedo que hay no va a ir al principio a Valencia a tomarse una paella con la familia el domingo. Tenemos que ver cómo recuperamos la confianza.

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