El informe, elaborado a partir de datos oficiales de diferentes organismos estatales y autonómicos, revela que la tasa de precariedad en España, que incluye núcleos familiares con ingresos conjuntos iguales o inferiores a 12.000 euros brutos anuales, así como familias sin ingresos, se incrementó hasta llegar al 43,7% de la población, por lo que en la actualidad afecta a un total de 20,6 millones de personas.
De esta forma, según los técnicos del Ministerio de Hacienda, las rentas de los hogares mileuristas se concentran, sobre todo, entre los asalariados que suman 16 millones, seguidos por los adultos sin ingresos (2,9 millones) y los autónomos (casi 1,7 millones).
A finales de 2007, cuando apenas se empezaban a notar los efectos de la crisis, la precariedad se extendía al 40% de la población, unos 18,5 millones de personas, entre los que se contabilizaban 2,1 millones de adultos sin ingresos, 744.000 menos que ahora.
300 MILLONES MENOS POR LA TRIBUTACIÓN DE LAS SICAV
Desde entonces, los rendimientos del trabajo de los asalariados y autónomos no han dejado de caer, mientras que, por el contrario, las rentas altas han invertido gran parte de su capital en diferentes instrumentos como las sicav, sociedades patrimoniales y otros instrumentos de inversión para reducir o eludir sus pagos al Fisco. De hecho, Hacienda pierde anualmente cerca de 300 millones de euros por la baja tributación de las sociedades de inversión, que se sitúa en sólo un 1%.
Según Gestha, esta cantidad es sólo la “punta del iceberg”, que oculta una bolsa de rentas del capital y plusvalías de “dimensiones gigantescas” en manos de los accionistas que no tributan en el IRPF, mientras no retiren su participación. Por su parte, las grandes fortunas evitan retirar sus fondos para no pagar al Fisco.
La elevada tasa de precariedad es diferente en función del lugar de residencia de las personas que se encuentran en esa situación. De este modo, con el 53% y el 51% respectivamente, Extremadura y Andalucía son las comunidades con una mayor precariedad, seguidas de Murcia (47,7%) y Galicia (47,7%). Por su parte, Navarra y el País Vasco registran la menor precariedad del Estado, con el 22,2% y el 24,1%, respectivamente.
Asimismo, los contribuyentes más pudientes también han evitado tributar el grueso de su patrimonio en el IRPF, declarándolo como ganancias de capital, cuyo gravamen más elevado hasta la reforma de diciembre de 2011 era del 21%, aunque el nuevo tipo máximo para estas rentas (27%) sigue siendo muy inferior al que soportan los asalariados por su trabajo, que va desde el 24,75% hasta el 52%. Con todo, Gestha valora la mayor tributación que, a partir de 2013, se aplicará a las plusvalías generadas en menos de un año, una medida que pretende reducir la especulación y el fraude, como un primer paso hacia la mejora de la progresividad del IRPF.
Según los técnicos del Ministerio de Hacienda, esta desigualdad entre rentas bajas y altas también se ha ampliado por las sucesivas subidas de impuestos, especialmente en el IVA e IRPF. A estas se han sumado los recortes aprobados en los últimos dos años y medio, que han impactado especialmente en el poder adquisitivo de las rentas inferiores a los 33.000 euros anuales, que engloban al 85% de los trabajadores.
Para contrarrestar esta situación de precariedad, Gestha propone una serie de iniciativas que por sí solas permitirían recaudar más de 63.000 millones de euros anuales sin necesidad de ampliar las diferencias salariales y centrando las inspecciones sobre grandes corporaciones y patrimonios, que concentran el 71,7% de la evasión fiscal.
Una de las medidas incluidas en este paquete, que consiste en excluir las ganancias patrimoniales especulativas, principalmente inmobiliarias y sobre valores mobiliarios, del concepto de rentas del ahorro, permitiría al Estado recaudar 1.380 millones de euros adicionales cada año.
IMPUESTO A LAS GRANDES FORTUNAS
Además, entre las propuestas para aumentar la recaudación y reducir la desigualdad entre rentas, Gestha también defiende la aprobación de un proyecto de ley para crear un Impuesto sobre la Riqueza de ámbito estatal, evitando así las bonificaciones autonómicas al 100% de la cuota, con mínimos exentos similares a los vigentes en el Impuesto sobre Patrimonio, al que sustituiría a partir de 2013.
Sin embargo, consideran que el tipo efectivo de esta nueva tasa debería triplicar al del actual impuesto, además de incorporar fórmulas para evitar la interposición de sociedades con las que las grandes fortunas puedan eludir su pago, así como incluir la ya mencionada exención de la plena propiedad de la deuda pública.
Pese a estar a favor del Impuesto de Patrimonio, los técnicos de Hacienda consideran que hasta ahora su aplicación ha sido poco efectiva por las vías de escape de las grandes fortunas y por las políticas existentes en las diferentes comunidades autónomas.
En este sentido, el presidente de Gestha, Carlos Cruzado, señaló que la puesta en marcha de un Impuesto sobre la Riqueza de carácter estatal “tendría un mayor efecto sobre la recaudación y serviría para evitar la aplicación de nuevos recortes, con los que sólo se añade más presión sobre la economía de las clases medias y trabajadoras”.