Las automovilísticas ya no compiten solo por fabricar y vender coches, también por dónde instalar sus plantas de baterías

Una fábrica de megabaterías que “ayudará a garantizar el futuro de la automoción en España”. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, valoraba hace unas semanas la repercusión que tendrá la nueva planta de Volkswagen en Sagunto (Valencia), que ya ha comenzado a construirse.

Una inversión sobre la que el grupo alemán generó suspense a finales del pasado año porque no veía con buenos ojos el modelo de implantación del Perte VEC (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica del Vehículo Eléctrico y Conectado). Un modelo de ayudas que se ha reformulado, para permitir más tiempo a las empresas para desarrollar sus inversiones.

Lo ocurrido con Volkswagen en España, que la compañía considera como la mayor inversión individual de una sola empresa en este mercado, ejemplifica la situación que vive la industria del motor. Sobre todo, evidencia que los fabricantes de coches ya no ven las baterías como un negocio auxiliar, sino que estas se han convertido en un eje clave de su modelo de negocio. Y, también, en un elemento con el que negociar acuerdos con los países donde quieren implantar estas gigafactorías.

Los grupos asiáticos juegan sus bazas

La de Volkswagen no es la única planta de baterías que está prevista en España al calor de los fondos europeos. La otra confirmada, de momento, es la del grupo singapurense Envision, en un consorcio en el que está Acciona. La construirán en Navalmoral de la Mata (Cáceres) y conllevará una inversión de 1.000 millones de euros. La de Volkswagen, en total, alcanza los 10.000 millones entre inversión privada y ayudas públicas. 

Hay más proyectos en el aire. También, de grupos asiáticos. Una es la del grupo indio Tata que, de nuevo, pone de relieve la geopolítica para tratar de convencer a las empresas para que estas se decanten por un territorio u otro. En febrero, la entonces ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, se reunió con representantes de la compañía que mostraron interés en “conocer el marco de ayudas públicas del Gobierno de España” para decidir si construirán en Zuera (Zaragoza). La otra opción de la compañía es Reino Unido. De hecho, a finales de febrero trascendió que la multinacional india había pedido al Gobierno de Londres ayudas por valor de 500 millones de libras (casi 570 millones de euros) para decantar la balanza por Somerset en lugar de la localidad zaragozana.

Este juego de pesos y contrapesos ahora lo lleva a cabo el grupo chino BYD, que está estudiando dónde construir una gigafactoría en Europa y está mirando cuáles son sus opciones. Entre ellas, España, Hungría o Alemania, según la información publicada este lunes por el diario económico Expansión. De momento, no hay decisión tomada. La compañía quiere conocer cuáles son las subvenciones públicas a las que puede tener derecho y no está claro que con los plazos que maneja puede llegar a tiempo del Perte VEC en marcha. 

Y los europeos, a América del Norte

Junto al proyecto de Sagunto, Volkswagen contará con otras dos fábricas de baterías en Europa, en Suecia y en Alemania, pero el siguiente paso no será a este lado del Atlántico, sino en América del Norte. En concreto, en la localidad canadiense de Ontario, a través de su filial PowerCo, la misma que proyecta la megafactoría de la Comunitat Valenciana. Esa gigafactoría canadiense está ligada a la que el grupo germano planea construir en Carolina del Norte (EEUU), dedicada a coches eléctricos de la marca Scout, que solo se comercializarán en es país.

Tampoco es una decisión gratuita, sino que forma parte de la 'pelea' entre los gobiernos de Washington y de Bruselas por atraer las inversiones ligadas a la economía verde. El Ejecutivo de Joe Biden ha lanzado la denominada ley para la reducción de la inflación (IRA en sus inglés), que contempla ayudas de casi 379.000 millones de dólares para atraer inversores, entre otros, que apuesten por el desarrollo de baterías y de coches eléctricos. 

No son los únicos grupos europeos que planean lanzarse a fabricar baterías eléctricas en Estados Unidos. Stellantis (la matriz de Fiat, Peugeot, Citroën y Opel, entre otras marcas), junto con BMW, están sondeando al grupo japonés Panasonic para dar ese paso. Serían baterías de celdas cilíndricas, las mismas que emplea el gigante norteamericano Tesla. Es una alianza similar a la que ya han realizado otras compañías, como el grupo japonés Honda con la coreana LG. También, para fabricar baterías de coches que se comercializarán en Estados Unidos.

En el caso de Tesla, está pensando en dar un paso en otra dirección: hacia México. Elon Musk confirmó a principios de marzo que la empresa de coches eléctricos contruirá una planta de baterías en la localidad de Nuevo León, al norte del país, que podrían conllevar una inversión de 10.000 millones de dólares, según las cifras que ha comunicado la administración mexicana. Y, de nuevo, entra en juego la política. “Cuando llevaron esta idea a Hacienda fuimos muy rigurosos, porque lo que nos solicitaban no era incentivo, sino igualar los que ofrece la ley de reducción de inflación en Estados Unidos”, reconoció el secretario de Hacienda y Crédito Público del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en declaraciones recogidas por la prensa mexicana.

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