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Por qué el azúcar puede estropear los intentos de bajar el precio de la cesta de la compra

Es un producto más de la cesta de la compra, pero puede llevarse por delante los intentos −y anhelos− de lograr que el precio de los alimentos no sólo reduzca su encarecimiento, sino que empiece a bajar en los próximos meses: el azúcar.

En seis meses, el precio de esta materia prima se ha disparado más de un 34%, según su cotización en la bolsa de Londres. Si se amplía el foco, en dos años, mucho antes de que la guerra en Ucrania agitara los mercados internacionales, la subida de precios roza el 70%; pero lo relevante es que en las últimas semanas se ha estabilizado y no apunta a que vaya a bajar.

El encarecimiento del azúcar podría ser una gota más en la realidad de la inflación de costes, si no fuera porque organismos internacionales como Naciones Unidas o las grandes multinacionales del consumo ponen el foco en cómo van sus precios.

Un problema global

La FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, publica mensualmente un índice que tiene en cuenta los precios internacionales de una cesta de productos alimenticios, una especie de IPC pero solo de productos de alimentación y a escala mundial. Su evolución ha sido una de las esperanzas para que administraciones públicas y directivos de empresas apuntasen en los últimos meses a que los alimentos van a dar un respiro. 

Tenemos razones para pensar que el IPC de los alimentos ha tocado techo”, aseguraba en febrero el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, tras reunirse con todos los actores de la cadena alimentaria, desde los productores hasta la distribución pasando por los fabricantes. Su optimismo tenía como base, precisamente, que ese índice de la FAO encadenaba meses de continuos descensos. Hasta que llegaron los datos del cuarto mes del año. 

“El índice de precios de los alimentos de la FAO registró en abril de 2023 un promedio de 127,2 puntos, esto es, 0,8 puntos (un 0,6%) más que en marzo”, apunta este organismo internacional. “El ligero repunte del índice en abril obedeció a un acusado aumento del índice de precios del azúcar, junto con una recuperación del índice de precios de la carne, mientras que los productos lácteos y los aceites vegetales siguieron disminuyendo”, enumera la FAO. 

Respecto a qué está pasando con esta materia prima, la organización de la ONU explica que el “índice de precios del azúcar de la FAO se situó en abril en un promedio de 149,4 puntos, es decir, 22,4 puntos (un 17,6 %) más que en marzo, lo que representa el tercer aumento mensual consecutivo y el nivel más elevado desde octubre de 2011”.

Y el motivo, que las cosechas no son precisamente buenas. “El alza de los precios estuvo ligada sobre todo a una profunda preocupación acerca de la mayor escasez mundial en la campaña de 2022/23, tras nuevas revisiones a la baja de las previsiones relativas a la producción de China y la India, junto con el hecho de que la producción en Tailandia y en la Unión Europea fuera menor de lo previsto”, argumenta la FAO. 

“Pese a las perspectivas positivas para los cultivos de caña de azúcar de 2023 en Brasil, el lento inicio de la cosecha debido a unas precipitaciones superiores a la media empujó nuevamente al alza los precios”, añade. “La subida de los precios internacionales del petróleo crudo y el fortalecimiento del real brasileño frente al dólar estadounidense también contribuyeron al aumento general de los precios mundiales del azúcar”. En resumen, una especie de tormenta perfecta concentrada en un único producto alimentario.

También las empresas que emplean el azúcar en la cadena de producción han dado pistas sobre esta materia prima. El gigante francés de los yogures, Danone, afirmó en su presentación de resultados del primer trimestre del año que veía costes que seguían subiendo, por lo que no preveía que se despejara pronto el impacto de la inflación. Entre esos costes, la leche líquida y, de nuevo, el azúcar.

Producción a la baja, precios al alza

En cuanto a los productores, elDiario.es ha preguntado qué pasa con esta materia prima a dos de los principales fabricantes europeos. Uno de ellos, la dueña de Azucarera. Hace más de una década que la compañía española está en manos británicas. Su dueña es Associated British Foods (ABF), la misma multinacional dueña de Primark, que pagó a Ebro más de 570 millones de euros para hacerse con el control de la empresa, que es esencial para productores de Castilla y León o Andalucía.

ABF señala a sus últimos resultados, donde sus ingresos se dispararon un 21%. En ellos dice que ha tenido problemas de producción en una de sus filiales, British Sugar, como consecuencia de inundaciones en Mozambique, que conllevaron relevantes pérdidas de caña de azúcar, lo que provocó la mayor caída de producción de esta filial “en décadas”. Sin embargo, los ingresos de la división azucarera se dispararon más de un 30%, como derivada de los altos precios. 

“Los precios del azúcar europeos y mundiales se mantienen altos”, reconoce la multinacional, “con estimaciones para la producción de azúcar en la UE durante la campaña 2022/23 que muestran una reducción de alrededor del 10% en comparación con el año pasado como resultado de una menor superficie de cultivo y menores rendimientos de remolacha causados por el clima adverso”, asume. Menos ventas en España y Reino Unido, pero con precios más altos, resume. 

La multinacional británica también pone el foco en las argumentaciones de la Comisión Europea, en cómo el Ejecutivo comunitario asume la subida de precios de los últimos meses -un 61% en 2022- y la caída de producción. Importaciones a la UE que en un 38% llegan de Brasil pero donde también tiene un alto peso Ucrania, que aporta cerca del 16%, pese al conflicto bélico. 

Otra multinacional europea, la alemana Südzucker, explica que la evolución de los precios del azúcar se debe a que el consumo superó la producción no solo el año pasado, también en las dos campañas anteriores. “Tampoco se espera un excedente de producción para esta campaña 2022/2023”, asume un portavoz de la compañía. “Por tanto, el nivel de existencias seguirá siendo bajo”, en un mercado internacional donde la UE es importadora neta. 

“En Europa hemos visto disminuciones en las cosechas de remolacha azucarera en los últimos años, también debido a la sequía y la presión de las plagas y, por lo tanto, también a una menor producción de azúcar”, recalca Südzucker. Y dada la persistencia de la sequía, las perspectivas no son halagüeñas.

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