“En esta crisis no hemos sido el problema, hemos sido parte importante de la solución”. Esta frase se ha convertido en un mantra en el sector bancario en los últimos meses. Con diferencias en la construcción de esta afirmación, prácticamente todos los banqueros que han tenido ocasión de valorar la situación de la economía y del sector han destacado que, pese a la crisis económica abierta por la pandemia, la banca no se ha convertido en un quebradero de cabeza. Decisiones de política económica como los ERTE o los préstamos avalados por el ICO han sido piezas fundamentales para ello. Sin embargo, aun habiendo esquivado los problemas del pasado, en el sector se asume un nuevo problema de reputación, afectado entre otros puntos por los ERE, las críticas a la remuneración de los directivos o la investigación de la CNMC a algunas entidades.
Los problemas de reputación que afectan a la imagen del sector no son nuevos y son prácticamente constantes desde la pasada crisis financiera. Primero, por el colapso de las cajas y la necesidad de un rescate millonario con dinero público. Después llegaron las continuas sentencias judiciales que pusieron en tela de juicio las prácticas en la comercialización de las hipotecas. Cláusulas suelo, hipotecas multidivisa, gastos hipotecarios o, más recientemente, el IRPH han protagonizado sentencias que enmendaban la plana a las actuaciones de los bancos. Cuando esos problemas parecían ya en el pasado, la oleada de despidos en el sector y los mensajes contrarios desde el Gobierno, no solo desde el área de Unidas Podemos, han despertado de nuevo la preocupación del sector por su imagen.
Tal es así que algunas de las principales entidades del sector se han puesto en contacto para buscar soluciones, aunque sean comunicativas, sobre un problema que se ha agravado en los últimos meses, tal y como informaba El País recientemente. Durante esta semana, distintas figuras del sector han reconocido que estas conversaciones existen y que preocupa la situación. “Queremos trasladar a la sociedad el compromiso que tenemos”, señaló Carlos Torres, presidente de BBVA. “No siempre hemos explicado bien el papel del sector en la economía”, añadió el directivo, al ser cuestionado por estos problemas.
Hizo estas declaraciones en el curso de verano de la UIMP que se ha celebrado durante los últimos días, un foro en el que también estuvo César González Bueno, consejero delegado de Banco Sabadell. El directivo, que ha accedido recientemente al cargo, reconoció que “es evidente” que en el sector bancario se tiene que hacer un “esfuerzo” de mejora para seguir cumpliendo con su función. González Bueno apuntó que esta actividad tiene un “foco muy acusado” y que “hay un problema de comunicación” sobre su actividad.
El presidente de la patronal bancaria AEB, José María Roldán, también mostró en el mismo foro la necesidad que tiene la banca de mejorar su imagen, aunque, de nuevo, reivindicó su papel durante la crisis provocada por el coronavirus. “Hemos concedido 100.000 millones en financiación, es lo mismo que el la línea del rescate bancario en 2008”, defendió. Sin embargo, apuntó que se debe hacer “una reflexión” sobre determinados aspectos, entre los que incluyó la remuneración de los directivos, asumiendo la posibilidad de incorporar criterios como la sostenibilidad en la parte variable de los salarios de los banqueros.
Roldán, que el año que viene dejará de ser la cara visible de la banca cuando se trata de asuntos sectoriales, negó que se haya establecido un acuerdo entre los bancos para mejorar su imagen, pero sí reconoció que hay “iniciativas sectoriales”. “Es positivo que lo hagamos”, apuntó al respecto de cómo mejorar la imagen de la banca. “Llevo siete años en el cargo y este es un asunto permanente, la excelencia es el requisito para este sector desde hace años”.
Los supervisores también han aprovechado esta cita para recordar a la banca sus problemas de reputación y animarles a buscar una solución. “La cuestión reputacional es muy importante”, aseguró Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España. El responsable del supervisor bancario español exhortó a los bancos a trabajar en dos vías. La primera, la de la conducta, mediante la transparencia y las buenas prácticas en el sector. La segunda, mediante la comunicación. Si bien advirtió que sin la primera, la segunda no tiene capacidad por sí sola para mejorar la imagen de la banca. Hernández de Cos analizó que “muchos de los problemas” de reputación de la banca son todavía herederos de haber estado “en el ojo del huracán” durante la pasada crisis.
Falta de autocrítica
A falta de concretarse qué medidas pueden surgir de las conversaciones que estén manteniendo los bancos, públicamente no se exponen soluciones concretas que puedan servir para mejorar la imagen del sector. De hecho, algunas de las medidas asumidas por la banca que están provocando el desprestigio durante los últimos meses, siguen siendo ampliamente defendidas y respaldadas, tanto por los bancos como por los supervisores sin visos de autocrítica. De hecho, se han escuchado algunas aseveraciones controvertidas como que “hay más gente sin atención primaria que sin banco”, como señaló Roldán, o que, sin los ERE y los cierres de oficinas, no se podría evitar “una crisis de solvencia”, como aseguró Luis de Guindos, exministro de Economía y actual vicepresidente del BCE. También el Banco de España ha respaldado estos movimientos, asegurando que responden a un problema de rentabilidad de la banca española y que “un sector bancario que no es rentable nos provocará un problema de estabilidad financiera”.
Los despidos han provocado por primera vez una crítica más o menos unánime desde el Gobierno. La propia Nadia Calviño, ministra de Asuntos Económicos, espetó a los banqueros que “no es positivo plantear el futuro de un sector solo mediante la reducción del número de empleados”. Banco Sabadell, Santander, Ibercaja, BBVA y CaixaBank han planteado o están ejecutando ERE durante este año. Se estima en unos 15.000 despidos, uno de los datos más elevados desde la crisis financiera, confirmando a España como el país que más despidos ha hecho de toda Europa desde el colapso de 2008.
Tanto BBVA como CaixaBank han sido protagonistas en los últimos meses de la gota que ha colmado el vaso de los sindicatos y las plantillas con sus respectivos ERE. En la entidad que preside Carlos Torres era la primera ocasión que se negociaba un despido colectivo y en el del grupo participado por el Estado se han planteado cifras nunca antes vistas, con un punto de partida que suponía 8.200 salidas. La histórica paz social del sector que, pese a los grandes ERE del pasado nunca había tenido episodios de conflictividad se ha resquebrajado este año. En ambas entidades se han producido huelgas generales y, de hecho, CaixaBank se expone el martes a la segunda en una semana si no se produce un acuerdo con los sindicatos. El propio presidente de la entidad, José Ignacio Goirigolzarri, era uno de los ponentes en el citado curso de verano, pero el conflicto en su banco provocó que acabara cancelando su presencia.
Tampoco se ha expresado autocrítica respecto a los salarios de los directivos, que también fueron reprobados por el Ejecutivo al tiempo que se realizan grandes ERE. Habitualmente en el sector se argumenta que los sueldos ya se encuentran muy controlados por los organismos supervisores y que se tiene una regulación elevada sobre los mismos. En concreto, es el BCE quien marca las normas de retribuciones y su vicepresidente, Luis de Guindos, se limitó esta semana a revindicar que “se pidió moderación” durante el año pasado por la pandemia y “se cumplió bastante bien”.
La última de las cuestiones que ha golpeado a la banca en los últimos días ha sido el expediente abierto por la CNMC para investigar posibles infracciones de la norma de los préstamos ICO avalados por el Estado, al haber encontrado casos donde se vendieron productos vinculados o se destinaron a refinanciar deudas, ambas cuestiones prohibidas por la norma. En concreto, el expediente afecta a Sabadell, Santander, Bankia y CaixaBank. Esta investigación no ha sentado bien en el sector al defender que, de haberse producido, se trataría de pocos casos.
El más crítico ha sido Roldán, responsable de la AEB. Llegó a cargar contra el organismo y sus métodos, al hacer público la incoación del expediente antes de llevar a cabo la investigación. “Yo, como regulador que he sido —fue director general del Banco de España—, me siento incómodo”, aseguró. “El daño reputacional que se produce y la condena de telediario es irrecuperable, le haces un daño al administrado que no vas a poder resarcir pase lo que pase, siempre he sido partidario de mantener la discreción”, enfatizó.
Le respondió en el mismo foro la propia presidenta de la CNMC, Cani Fernández, asegurando que no estaba de acuerdo con mantener privados los procedimientos, puesto que es “una obligación de transparencia”. “Sean pocos o muchos, la cuestión es que existan y si se comprueba, los efectos económicos siguen afectando al consumidor”, zanjó.