Ocho años después de contratar su hipoteca, la cantidad que Juan debe al banco es casi 20.000 euros superior al capital por el que firmó. Eso a pesar de haber ido pagando sus cuotas mensuales. Su préstamo es uno de los 70.000 que la asociación de usuarios financieros Asufin calcula que están dentro de la categoría de hipoteca multidivisa. Un tipo de préstamo para comprar vivienda que tuvo su auge entre los años 2007 y 2008 y que referenciaba el préstamo a la evolución de las divisas, sobre todo, en yenes y francos suizos. Así, si el euro se depreciaba ante esa divisa indexada, el capital que se debía al banco aumentaba.
Un producto, que al igual que ha ocurrido con las preferentes, con los swaps o con las cláusulas suelo, los consumidores denuncian que no se ofreció suficiente información sobre los riesgos que entrañaban. Las entidades promocionaron este tipo de hipotecas aduciendo que las letras que se pagaban con ellas eran más bajas que las referenciadas al Euríbor –hay que recordar que este indicador, que ahora se encuentra en negativo, en el año 2008 llegó a superar el 5%– y el precio de la vivienda estaba disparado.
Ana es otra de las afectadas por estas hipotecas, que se ha decidido por demandar al banco. “Me hablaron de este producto en la oficina del banco, incluso el director me dijo que él tenía una en francos suizos”, explica y señala que parece que hay una “condena social” por coger un producto que era más beneficioso, que se iba a pagar menos, pero señala que lo que haces en ese momento es “dejarte aconsejar por el que sabe”. “Era un préstamo para mi vivienda habitual, no era para especular con la vivienda”, apunta.
“Las entidades financieras incumplieron el deber de no callar, esto es, avisar a los clientes que el riesgo de las multidivisas es que en función de la evolución de tipos de interés y cambios de divisa, con el tiempo o no reducir deuda , o deber más, como así ha ocurrido al cabo de diez años, los afectados deben un 25% más que hace diez años”, cuenta Juan Ignacio Navas Cusí, letrado director socio de Navas & Cusi Abogados, que llevan unas 200 reclamaciones de este tema.
Juan explica que “en ningún momento les avisaron de los riesgos que existían, por ejemplo, si decidía cambiar la hipoteca a euros. ”En ese momento se consolidaba la deuda“, apunta este afectado, es decir, lo que se debía pasaba a ser la cantidad de yenes convertidos a euros. Juan decidió hace dos años dar este paso para, por lo menos, saber lo que tenía que pagar al mes. En ese momento, el euro se había depreciado frente al yen, por lo que el capital de la hipoteca aumentó frente a la cifra firmada.
La batalla legal
En los tribunales, las sentencias de los afectados de las hipotecas multidivisas vivieron un punto de inflexión el 30 de junio de 2015. En esa fecha, el Tribunal Supremo emitió su fallo en el que consideraba que los riesgos de este producto “exceden a los propios de los préstamos hipotecarios a interés variable solicitados en euros”. El fallo consideró que la hipoteca multidivisa es un “instrumento financiero” y que es necesario informar de los riesgos que conlleva. En este caso, el alto tribunal decidió rechazar el recurso de los demandantes, que pedían la nulidad parcial del préstamo, porque considera que tenían conocimientos financieros (él es un administrador de sociedades y abogado en derecho bancario y ella una ejecutiva de empresas).
“La Sentencia del Supremo de 2015 tuvo una importancia capital. Fue un antes y un después”, señala Navas. “Desde ella se están ganando las demandas judiciales que instan la nulidad de la opción multidivisa de dichas hipotecas”, añade. Una opinión que también comparte Patricia Suárez de Asufin, aunque señala que todavía es una cantidad “pequeña” la que está acudiendo a los tribunales. En el caso de su asociación, la más activa en este terrno, han interpuesto 800 demandas y esperan acabar el año con 1.000.
Contrario a lo que podría parecer, la sentencia del Supremo no ha impulsado las negociaciones de los bancos, señala Suárez, que apunta que entre los bancos que tienen más hipotecas de este tipo comercializadas se encuentran Bankinter, Popular y Barclays. “No veo por ahora los bancos dispuestos a negociar, la historia demuestra que lo hacen cuando el reproche judicial es unanime y cuando han abonado cientos de millones en costas en una política totalmente censurable y nada ejemplar”, señala Navas.
Fuentes del sector bancario señalan que “no hay un problema general con las hipotecas multidivisas”. Además, las mismas fuentes señalan que “no son un producto de inversión” y que los clientes tienen vías para reclamar al banco. Y apuntan a una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la UE, posterior a la del Supremo, relativa a un préstamo de un ciudadano húngaro en francos suizos para comprar un vehículo. En ella, el TSJUE apunta que se trata de un préstamo y no de un producto de inversión por lo que no tiene que regularse por la directiva de productos financieros (Mifid).
Desde Asufin disienten en considerar que la sentencia del TSJUE sea aplicable al caso de las hipotecas multidivisas. “En este caso se han dado francos suizos y te piden que te devuelvan francos suizos mientras que en las hipotecas no te dan francos suizos”, apunta Suárez.
Las reclamaciones
“La lentitud de la justicia y el miedo a enfrentarse a un banco, hace que los consumidores se resistan a reclamar. De esta manera, al banco le sale rentable faltar a sus obligaciones de información”, señala Suárez, que estima en un 2% las personas que han decidido iniciar acciones legales dentro de los afectados.
A pesar de esto, Ana se muestra cauta ante su paso por los tribunales. “Ha habido muchas sentencias a favor, pero también otras en contra”, dice y explica que llega “regalados” 60.000 euros al banco por haber contratado este tipo de hipotecas en vez de una en euros. “En un día la hipoteca se nos encareció un 30%”, dice al referirse a cuando Suiza decidió volver al cambio real con euro (hasta entonces estaba intervenido).
“Al final decidí demandar para sentir que estaba haciendo algo”, explica Ana, que asegura que se puso en contacto con su entidad en repetidas ocasiones y presentó varias reclamaciones, aunque apunta que solo dos veces recibió una respuesta “tipo” para estas. “¿Qué va a pasar conmigo? No lo sé. Pero, por lo menos, veo el principio del túnel”, concluye.
**Los nombres de los testimonios recogidos en este artículo son ficticios para evitar interferencias con sus procesos.