A pocos sectores económicos les ha ido bien tras el confinamiento. Uno es la alimentación, en la que los supermercados regionales salieron ganadores. El otro es el mueble, tanto en fabricación como en venta. “Hay un repunte en el mercado nacional y en la exportación”, afirma Amparo Bertomeu, presidenta de AENIME, la asociación nacional de exportadores. “Hemos pasado mucho tiempo en casa porque no quedaba otra. Y como la gente no podía gastar en cenas, viajes u ocio, ha optado por acondicionar su vivienda”.
Durante los meses de verano, el gasto en equipamiento del hogar ha repuntado con creces. Lo acreditan los datos de consumo con tarjeta, que muestran una recuperación del 160% respecto a 2019, y el índice de comercio al por menor que publica el INE, donde esta es la categoría que más crece (un 5,9% en agosto). “Por un lado, hemos buscado hogares más confortables”, continúa Bertomeu. “Por otro, el 'telecole' y el teletrabajo han tirado del mobiliario home office: escritorios, sillas, sillones... También tapicería, sofás, sillería, colchones y almohadas. Y cocinas. Todo lo que tenga que ver con hacer el hogar más cómodo, tiene demanda”.
La industria del mueble, que va íntimamente ligada a la de la construcción, fue de las más damnificadas en la crisis anterior. Cayó la producción, cerraron fábricas y jamás se volvió a niveles previos a 2008. La proliferación del mueble low cost tampoco ayudó a la recuperación. “Cuando se produjo la crisis brutal, cayó todo el mueble. No es un sector que aporte algo distinto. Crecieron las televisiones de plasma, los smartphones, productos con signo diferenciador”, añade Bertomeu. “Pero para casa, lo último. Solo crecieron los mercados exteriores”. De ahí que este repunte momentáneo —al que no todos auguran continuidad— esté dando alas a comercios y fabricantes.
“En la anterior crisis nadie quería muebles, pero los bares estaban llenos”, comenta con ironía la dueña de una tienda en Madrid. “Pues ahora es al revés”.
Ante el tirón de las ventas, pequeñas tiendas y cadenas buscan profesionales vendedores y, sobre todo, montadores. Pero no es fácil. “Esto no es como vender ropa”, subraya Pedro Campo, presidente de la Confederación Española del Comercio (CEC) y empresario que proviene del sector. “Es mucho más complicado porque prácticamente hacemos estudios de diseño. No es vender el sofá: es hacer la composición y estructura de todo, lo que requiere conocimientos de dibujo, manejo de medidas y programas. Pedir de hoy para mañana un vendedor es imposible, salvo que sea alguien que se cambia de empresa. No hay otra”.
Oficios perdidos
Javier Rubio es dueño de Exclusivas Naru, un distribuidor de productos de cocina y baño en Ciudad Real. Hace pocos días publicó dos vacantes en Infojobs: trabaja con una tienda de electrodomésticos, Bombay, que busca a una persona que venda y a otra que monte cocinas.
“Después del confinamiento ha habido un repunte del trabajo increíble. Ha sido una sorpresa para todos, tanto nosotros como los fabricantes estamos desbordados”, cuenta. “La idea de Bombay es meter a un especialista en tienda y luego a un montador para tenerlo en nómina. Pero el mayor de los problemas es que no hay gente cualificada y preparada. El mundo de la cocina es complejo: hay que medir, conocer los herrajes. Esto se aprende como se hacía antiguamente, con alguien que sepa. Y el montador es otro tema: hay muchos cursos de carpintería, pero la gente no sale preparada. Antes te tirabas dos o tres años con el carpintero que te enseñaba. Ahora se ha perdido el oficio”.
Rubio ha recibido currículums, pero los descarta si no vienen del sector porque necesita profesionales que se incorporen de inmediato. “Necesitamos montadores cualificados. Ahora mismo no puedo tener un montador que me llame para preguntarme cómo se hace algo”, dice. Cree que terminará encontrando lo que busca pescando en alguna otra empresa. “Al final, funciona el boca a boca. Visitamos otras tiendas, así que quizá encontremos a alguna persona que no esté contenta en su trabajo y quiera cambiarse”.
Hay cursos en las Cámaras de Comercio, pero nada para equipamiento del hogar. Todo es digitalización
El presidente de la CEC explica que la falta de profesionales no es de ahora y que es especialmente llamativa en el montaje. “Lo de los montadores es un drama. Entre comercios hay peleas por coger montadores cualificados. No encontramos. Una cosa es un cortador. Pero un montador, como había antes, que repasa el mueble, lo deja calzado... Ahora son porteadores: te llevan el mueble y ahí se queda. Para nosotros el montador es un nivel superior”, indica. “Es una profesión dura, porque hay que transportar y subir, pero en la que la formación debería ser más profesional”. La mayoría de montadores son autónomos que cobran un porcentaje sobre el valor de los muebles que montan.
Una de las quejas de Campo es que los programas formativos no tienen en cuenta al sector. Hay FPs de carpintería y mueble, pero el empresario se refiere a la formación que se puede impartir dentro de la propia compañía. “Hay cursos y dinero a través de las Cámaras de Comercio, pero cuando miras el programa no hay nada para equipamiento del hogar. Todo es digitalización. Es un sector olvidado”.
La demanda de empleo para vender y montar muebles se nota en los portales de empleo. No tanto porque se haya disparado, sino porque el resto de sectores han caído estrepitosamente y este se mantiene. Según datos de Infojobs, en septiembre se publicaron un 43% menos de vacantes totales que hace un año. “Pero hay profesiones que se están comportando mejor. Hemos notado un incremento de perfiles de albañiles, carpinteros, fontanería, acondicionamiento. Se vio en verano”, explica Mónica Pérez, directora de comunicación de la empresa. “Filtrando por montadores y vendedores de muebles, la caída está por debajo de la media del mercado. Y en el tema de cocina y hogar hay más ofertas que hace un año”.
La presidenta de AENIME destaca que no ha habido cierres ni empresas concursadas y que ahora mismo no hay paro en la fabricación (en venta es difícil de estimar, puesto que la estadística engloba a todos los empleados del comercio al por menor). Los datos de afiliación a la Seguridad Social muestran una diferencia de poco más de 700 trabajadores entre septiembre de 2019 y septiembre de 2020, siendo la de los muebles una de las actividades de fabricación que menos trabajadores pierde.
En las fábricas, apunta, “hay una demanda importante de determinados oficios dentro de la cadena de producción. Pero son difíciles de encontrar. Para embalar no hace falta mucha preparación, pero para tapizar o usar una máquina de control numérico sí. Hay demanda, pero no hay gente preparada. Es un sector opaco en el que no funcionan los portales de empleo, sino el correveydile: los clústers y los institutos tecnológicos dan cursos y luego las empresas acuden a ellos. Pero nosotros estamos por recuperar las escuelas de aprendices”.
Un futuro lleno de incertidumbre
La pandemia ha sido relativamente dulce —o, más bien, no ha sido terrible— para los vendedores de muebles. Sin embargo, nadie canta victoria por lo que pueda pasar.
“Nosotros hablamos con empresas y es cierto que dicen que están trabajando mucho, que hasta final de año hay muchísima actividad y que han batido récords de ventas”, observa Vicente Sales, jefe de sección de análisis de mercados y estrategia de Aidimme, el instituto tecnológico del mueble. “Pero yo que trabajo con datos prefiero ser prudente. Hay empresas que han crecido y otras que sufren. Hay mucha incertidumbre. Sí, el sector del mueble en las casas se ha reactivado. Pero el que va a instalaciones, oficinas, auditorios, que estaba muy activo en los últimos años, está parado”.
Los consultados creen que, con la crisis que viene, caerá el consumo en todos los sectores y el suyo tampoco se salvará. Como mucho con las exportaciones, que es gracias a lo que se aguantó el bajón de la crisis anterior. El período de Navidad, donde el comercio hace el grueso de su facturación anual, tampoco es su fuerte: la gente compra regalos pequeños, electrónica y juguetes, no sillas ni sofás.
“Si el sector crece es por la necesidad de hacer el hogar más confortable, no por la campaña navideña”, insiste Bertomeu. “Si hay obra nueva y no se produce otra burbuja inmobiliaria —es decir, que las casas que se venden se habitan— nos irá bien. Pero si no hay obra nueva no hay nada que amueblar. Lo mejor siempre es vender en mercados exteriores”.
“Ojalá se mantenga este ritmo”, concluye Campo. “Pero creo que es algo puntual”.