Katie Owen es una exitosa empresaria británica. Creó su firma de zapatos Sargaso & Grey con el sello Made in Spain al colocar su centro de producción en Elda (Alicante) mucho antes de que el Brexit fuera siquiera una opción. Desde entonces, su firma ha conseguido hacerse un hueco entre las mujeres de Gran Bretaña que reconocen el saber hacer español.
Pero Reino Unido ha decidido salir de la Unión Europea y, ahora, empresas pequeñas como la de Owen están sufriendo las consecuencias. El mercado único, ese gran pilar de la Unión, que permite la libre circulación de bienes, personas y capitales sin aranceles entre los 28, está a punto de dar de baja a Reino Unido.
“Hasta ahora, ser parte de la Unión Europea nos daba muchos beneficios, en lo que se refiere a la libre importación y facilidad del transporte”, comenta Owen.
Antes del Brexit, producir en España o Portugal era una buena inversión: comprar mano de obra y mercancías a precio euro y vender el producto final en libras. Aunque hubiera que asumir los costes del transporte, cuando la divisa británica estaba en buena posición, antes del Brexit, se podían comprar casi 1,5 euros con una libra, por lo que la operación salía más que rentable. Ahora, al 1,16 de cambio, las cuentas no salen tan al alza. Producir en países como España casi cuesta lo mismo que hacerlo en Reino Unido, a lo que a partir de la salida de Reino Unido de la UE habrá que sumar los aranceles propios para la venta y entrada en el país.
“Con el empeoramiento del cambio, esperamos una subida de costes en los productos vendidos, mayor incertidumbre por parte de los consumidores con un posible impacto en las ventas, así como barreras potenciales en el comercio que obstaculizarían nuestra capacidad para vender en otros países”, afirma Mireia Llusia-Lindh, diseñadora y fundadora de MILLI MILLU London, una marca británica de bolsos clásicos fabricados en Ubrique (Cádiz).
Owen reconoce la incertidumbre que las pequeñas empresas británicas como la suya tienen tras el Brexit y, aún así, se mantiene optimista. Admite que producir en España, por el momento, sigue siendo más competitivo que hacerlo en su totalidad en Reino Unido, pues hay muchos factores, más allá del precio de transporte, que influyen en los costes de producción, por lo que sigue existiendo un fino margen de beneficio.
“Aunque nos apodera la incertidumbre, pues estamos en un terreno en el que no sabemos muy bien cuándo y cómo va a ser el Brexit, estamos 100% dispuestos a continuar la producción en España, y, en el peor de los casos, tendremos que subir los precios”, añade Owen.
Llusia-Lindh también parece dispuesta a continuar la producción en la península: “No consideramos la opción de cerrar la fábrica, ya que eso sería bastante complicado debido a que tan solo hay un par de productores de cuero en Reino Unido, y no dejaríamos de lado la relación que hemos ido construyendo durante años en España”.
Con todo, aguantar en España les supondrá un esfuerzo que compensarán con proximidad. “Si el Brexit trae consigo un aumento de las barreras comerciales tendremos que buscar otras opciones, como buscar un centro de distribución más cercano a nuestra fábrica”, comenta Llusia-Lindh. “Aunque intentar encontrar otros mercados en países alternativos es una opción, nuestro mayor mercado sigue siendo Reino Unido y tendremos que buscar la forma de hacerlo funcionar”, concluye.
Owen apuesta también por externalizar el reparto. “Ya que saldrá más caro exportar a Reino Unido, tendremos que expandirnos más en Alemania y los países nórdicos, también Canadá y Estados Unidos”.
Productores españoles
También los exportadores españoles a Reino Unido encontrarán mayores dificultades en el desarrollo de su negocio tras el Brexit. José Manuel Roche, secretario de relaciones internacionales de UPA (Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos), dice que en el sector están “bastante preocupados” ante los “interrogantes” que plantea la decisión de Reino Unido.
La relación exportadora-importadora entre España y Reino Unido ha ido creciendo con los años: allí se destinan un 5,1% de las exportaciones españolas de agricultura no procesada, y España es el sexto exportador de alimentos en el país británico. En el caso de la fruta fresca, Reino Unido absorbe el 17% del total de exportaciones españolas en este sector. Otros productos, como los vinos, grasas y aceites, también tienen gran importancia en el país británico.
“Al igual que mantenemos relaciones comerciales con Noruega y Suiza [que no están en el euro], podremos seguir manteniéndolas con Reino Unido soportando el menor impacto posible. Esperamos que sea una salida coordinada y tranquila, para intentar mantener las buenas relaciones comerciales”, comenta el experto de UPA. En su opinión, la solución pasa por “buscar otros mercados complementarios internos dentro de la Unión, pero sin dejar de centrarnos en terceros países”.
Para Roque García, un agricultor de tomates en una cooperativa de Almería, “si el mercado de Reino Unido se cerrase, después de haberse cerrado el ruso, daría lugar a una situación grave”. Reino Unido es, junto a Alemania y otros países de la UE, uno de sus tres mayores importadores en volumen económico. “Son muy exigentes en la trazabilidad de los productos, en el envase, las inspecciones de los trabajadores y la calidad; y pagan por ello”, comenta García.
En el mercado de importación británica, existen tres grandes comercializadores a nivel europeo: Marruecos, Holanda y España. “Si a nosotros se nos cierra ese mercado y al resto no (Holanda tiene muy buena infraestructura y Marruecos no se va a ver muy afectado), sería muy perjudicial para nosotros. En el momento en el que pongan aranceles y nuestras producciones tengan un mayor coste de producción, ya no seremos competitivos”, dice García, que asegura que ya se aprecia “muy ligeramente” un descenso de la demanda británica por la devaluación de la libra.