El nuevo concepto en Bruselas este jueves por la mañana es Autonomía Estratégica Abierta (OSA, en sus siglas en inglés). Viene a ser un desarrollo de aquella doctrina Sinatra acuñada por el jefe de la diplomacia europea, Josep Borell– en referencia al My way, a mi manera, aplicado a la política exterior europea–. Es decir, que realmente la promesa de una Comisión Europea geopolítica como anunció la presidenta Ursula von der Leyen se traduzca en tener voz propia en el mundo y hacerla valer.
Este jueves la Comisión Europea ha presentado una nueva estrategia comercial, pocos días después de que la economista nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala se haya convertido este lunes en la primera mujer que ocupa el cargo de directora general de la Organización Mundial del Comercio con el apoyo de Estados Unidos, que vuelve a tener un papel activo en los organismos multilaterales tras el repliegue de la administración de Donald Trump. Y es una estrategia basada “en la apertura de la UE para contribuir a la recuperación económica mediante el apoyo a las transformaciones ecológicas y digitales, así como un enfoque renovado en el fortalecimiento del multilateralismo y la reforma de las normas comerciales mundiales para garantizar que sean justas y sostenibles”.
En este sentido, los principales elementos pasan por China, Estados Unidos y la OMC, cuya reforma impulsa la UE. En relación con China, la Comisión Europea considera que “la relación comercial y de inversión de la UE con Pekín es un desafío importante. Construir una relación económica más justa y basada en reglas con China es una prioridad”. En este sentido, la Comisión Europea “establece formas de abordar las complejidades de tratar con China y de garantizar que la UE cuente con herramientas políticas eficaces para hacer cumplir sus derechos”.
Poco antes de que acaba el año, Bruselas y Pekín firmaron las bases de un acuerdo global sobre inversión, “un importante paso adelante en las relaciones comerciales UE-China que forma un elemento de la estrategia más amplia y múltiple de la UE hacia China”.
“El trabajo para ratificarlo requerirá un compromiso claro hacia la implementación efectiva del acuerdo, sobre acceso a los mercados, compromisos de igualdad de condiciones y desarrollo sostenible”, explica Bruselas.
En cuanto a la relación transatlántica entre la UE y EEUU, Bruselas la define como “la asociación más grande y económicamente más importante del mundo, profundamente arraigada en intereses y valores comunes”. Así, la nueva administración estadounidense “brinda la oportunidad de trabajar juntos para reformar la OMC, incluso reforzando su capacidad para abordar las distorsiones competitivas y contribuir al desarrollo sostenible. También ofrece nuevas perspectivas para cooperar estrechamente en la transformación verde y digital de nuestras economías”.
La Comisión Europea entiende que se vive “un momento crucial en términos de relaciones transatlánticas”, por lo que espera “colaborar con la nueva administración de Joe Biden para encontrar soluciones a los muchos problemas que tenemos por delante”.
“La UE ha dejado muy claro que estamos dispuestos a pasar una nueva página”, dice Bruselas, y fija la cooperación en la reforma de la OMC como “prioridad”. Y añade: “Por ejemplo, para apoyar una economía más verde, hemos propuesto un liderazgo transatlántico en una iniciativa de Comercio y Clima dentro de la OMC”.
En este sentido, el Ejecutivo comunitario dice que “la UE ha sido y sigue siendo firme en su apoyo al multilateralismo y un orden internacional basado en normas. Queremos actualizar el libro de instrucciones global para que sus reglas tengan en cuenta los profundos desarrollos económicos de las últimas décadas. Esa reforma es necesaria para garantizar la estabilidad y la previsibilidad necesarias para que prospere el comercio. Por eso la reforma de la OMC es nuestra prioridad”.
¿Y por dónde debe ir esa reforma? El primer primer conjunto de reformas estarían “centradas en el desarrollo sostenible para incorporar la sostenibilidad en la labor de la OMC”. A partir de ahí: “Reforzar las reglas de la OMC contra los efectos negativos de la intervención estatal en las economías de los miembros; facilitar la negociación de nuevos acuerdos sobre cuestiones de importancia para grupos de miembros de la OMC; encontrar una solución duradera al estancamiento actual que rodea al sistema vinculante de solución de diferencias de la OMC; hacer que la supervisión de la OMC de las políticas comerciales de sus miembros sea más eficaz mediante el aumento de la transparencia de las prácticas comerciales de los miembros; y mejorar el funcionamiento de los comités de la OMC”.
En cuanto a los acuerdos comerciales internacionales, la Comisión Europea defiende “las oportunidades que ofrecen los acuerdos comerciales de la UE”. La UE ha cerrado o está participando en negociaciones de acuerdos comerciales en Asia y el Pacífico y en América Latina, “que abren importantes oportunidades económicas”.
“Por lo tanto”, dice Bruselas, “es importante crear las condiciones para la ratificación de los acuerdos con Mercosur y México, y concluir las negociaciones en curso, en particular con Chile, Australia y Nueva Zelanda, que van por buen camino. En el caso del Mercosur, se está manteniendo un diálogo sobre la mejora de la cooperación en la dimensión de desarrollo sostenible del Acuerdo, abordando la implementación del Acuerdo de París y la deforestación. Este será un elemento fundamental del impulso de la UE hacia una autonomía estratégica abierta y facilitará el acceso a los mercados, especialmente para las pymes. También ayudará a contrarrestar las tendencias proteccionistas y las distorsiones que afectan a las exportaciones de la UE”.
“Derechos y valores”
Por otro lado, la Comisión Europea afirma que “la UE no dejará de hacer valer sus derechos y defender sus valores de forma más asertiva y, cuando sea necesario, de forma autónoma. La UE desarrollará herramientas para hacer frente a los nuevos desafíos y proteger a las empresas y los ciudadanos europeos de las prácticas comerciales desleales, tanto internas como externas”.
Así, hará “pleno uso de la función del Chief Trade Enforcement Officer's (CTEO, el responsable de velar por los acuerdos comerciales) para maximizar los beneficios de los resultados negociados para las empresas, en particular las pymes y los agricultores, y eliminar los obstáculos que menoscaban el potencial de cumplimiento de los acuerdos, incluido el desarrollo sostenible”.
Además, pretende “desarrollar nuevas herramientas online para apoyar a las empresas de la UE, en particular a las pymes; reforzar las herramientas de la UE para proteger a las empresas y los ciudadanos europeos de las prácticas comerciales desleales, incluso mediante la preparación de un instrumento contra la coacción; y explorar opciones para una estrategia de la UE para los créditos a la exportación”.
“Una estrategia común mejoraría la coordinación entre los diferentes instrumentos de financiación exterior a nivel de la UE, con el fin de apoyar mejor las prioridades políticas de la UE, como abordar el cambio climático y ayudar a las empresas de la UE a competir mejor en el mundo”, afirma Bruselas.