La UE y EEUU están atrancados en varios puntos de la negociación del TTIP, el tratado de libre comercio e inversión en el que están inmersos ambos lados. Los episodios más complicados son las licitaciones públicas, los servicios, la protección al medio ambiente, los alimentos modificados genéticamente, los experimentos con animales… Y quizás por encima de todos estos escollos, las denominaciones de origen: Estados Unidos no reconoce las indicaciones geográficas, a diferencia de Europa que sí lo hace.
Por eso EEUU puede permitirse fabricar imitaciones de Champagne o vino de Jerez sin seguir un proceso determinado y sin hacerlo en el territorio o región al que pertenezca la denominación de origen. Sobre el Champagne o el Jerez, los documentos filtrados por Greenpeace Holanda revelaron que estas son dos de las 17 marcas las que Washington rechaza reconocer y que se seguirán produciendo en territorio estadounidense. Por eso ante el temor a un fracaso en el capítulo de denominaciones, la Comisión Europea reconoce que va a dar la batalla por 205 especialidades protegidas, entre las cuales hay quesos, jamones, aceites, cervezas y otros productos.
De las algo más de 200 denominaciones hay muchas conocidas. Y 25 de ellas (el 12,5%) son españolas. Hay aceites y grasas (aceite de Terra Alta, del Baix-Ebre, del Bajo Aragón, de Antequera, de Baena, de Les Garrigues, de Priego de Córdoba, de Cádiz, de Cazorla, de Segura, de Sierra Mágina, de Siurana); quesos (Idiazábal, Mahón, Manchego, de tetilla); “jamones” (Guijuelo, de Huelva, de Teruel); turrones (de Jijona, de Alicante, de la Estepa); y finalmente azafrán de La Mancha, cítricos valencianos y salchichón de Vic.
Así lo aseguran fuentes oficiales. Muchos de los alimentos de la lista de 15 páginas son todo un emblema de la gastronomía europea. Predominan los productos franceses, pero ante todo copan la lista los estados mediterráneos: España, Francia, Italia y Grecia, y varias especialidades alemanas, polacas o belgas. Francia, el que más protección pide, recoge el Camembert de Normandía, el Foie-Gras del sudoeste, el queso Emmental de Saboya, el jamón de Bayona, las ostras del Atlántico, el Roquefort…
Según fuentes de la negociación, el reconocimiento por parte de EEUU de la lista de más de 200 “productos alimenticios, aparte de vino y licores” es crucial para que el capítulo de las indicaciones geográficas no termine siendo un capítulo fracasado. Especialmente tras del desacuerdo en torno a los 17 vinos. “No conseguimos convencer a la otra parte de que aceptara las 17 marcas semi-genéricas”, explican en la Comisión.
En 2006, un acuerdo de vinos entre la UE y EEUU facilitó el reconocimiento norteamericano de las principales denominaciones comunitarias como el Rioja o el Burdeos. Pero el trato no incluía los mencionados 17 semi-genéricos. La tradición de producir imitaciones del Champagne es centenaria en estados como California, aunque los productores de esta variedad no pueden exportar su Champagne al exterior. La negociación del TTIP no ha avanzado más en denominaciones, así que el progreso es del 0%.
“Es fundamental para nuestro sector agrario que la UE consiga un nivel de protección adecuado de las especificidades geográficas en el TTIP”, reclama la eurodiputada Inma Rodríguez-Piñeiro (PSOE). “Así lo exigimos los socialistas en una resolución del 8 de julio que recoge las reivindicaciones del Parlamento Europeo”. La Eurocámara tendrá la última palabra y podrá tumbar el tratado, al que someterá a una votación cuando la negociación concluya.
Hay muchos más productos, como el queso griego Feta, que causó una polémica en la última reunión de los 28 estados miembros a finales de abril para tratar el tratado de libre comercio UE-Canadá, conocido como CETA. Los griegos consideraron que estaba desprotegido de aquel acuerdo, ya concluido y pendiente de ratificación.
Aparecen igualmente en Italia el aceite balsámico de Módena, los quesos Gorgonzola y Grana Padano, la mortadela de Bolonia, la Mozarela de Buffala… Así hasta 200 denominaciones de muchos países. “No todos los estados miembros de la UE están tan preocupados por las indicaciones geográficas”, confían en la Comisión Europea. “Hay un país, Francia, que es el que más está batallando por conseguir un estándar de protección elevado. Pero hay otros que no tienen productos regionales como tal”.
Al menos en público, Francia se presenta como la nación más crítica con el TTIP. “Quiero tranquilizarles”, soltó el 26 de abril el ministro de Agricultura Stéphane LeFoll a la Asamblea francesa. “No liquidaremos aquello que sostiene nuestro campo, como las denominaciones de origen, por un mal acuerdo firmado en los próximos meses”.
LeFoll y otros altos cargos del Elíseo, como el propio presidente François Hollande, contemplan parar el TTIP si este no les satisface. Aunque París no actúa igual de puertas adentro: para un acuerdo similar o peor que el TTIP como es el CETA con Canadá, Francia presiona para que los 28 lo ratifiquen lo más rápidamente posible, según ha sabido este medio del último encuentro interestatal en Bruselas.