La intervención de Bruselas sobre Banco Popular ha abierto la caja de Pandora de un temor que hasta el momento no existía: los accionistas pueden perder toda su inversión si un banco es liquidado. Los accionistas y bonistas se quedaron a cero antes de que Popular fuera comprado por un euro por Banco Santander.El banco, fruto de la fusión de Cajastur, Caja de Extremadura, Caja Cantabria y Caja Castilla-La Mancha es una entidad pequeña que está viendo cómo castigan sus acciones con caídas de hasta el 30% por efecto contagio.
“No tiene ninguna lógica que caiga”, lamenta Santiago Carbó, director de estudios financieros de Funcas. Carbó dice que el banco no tiene problemas como los de Popular, especialmente porque no tiene sobreexposición al ladrillo. “La única explicación es el contagio y que en algunos casos los fondos de inversión tienen puestos determinados resortes al perder un nivel de precios (stop-lose) que hace que se venda automáticamente una vez que las acciones rebasan este punto”. Carbó dice que por el momento no se conoce que haya un problema de liquidez ni fuga de capitales (algo en lo que insiste la entidad) pero cree que a diferencia de lo que ha sucedido con Popular el Gobierno o el Banco de España deberían hacer una llamada a la tranquilidad para evitar que se genere un problema que no hay como es la falta de liquidez.
“Las caídas de Liberbank están totalmente relacionadas con las de Popular: el mercado juzga que es el banco más débil de los que siguen cotizando, y de esta forma, están desconfiando en que pueda correr la misma suerte que Popular”, asegura Daniel Pingarrón, de estrategia y desarrollo de IG. Liberbank es un banco mucho más pequeño, que surgió fruto de una de las fusiones frías y que cotiza en el mercado continuo y no en el Ibex 35.
A diferencia de Popular (en realidad tienen muy pocos parecidos salvo la desconfianza que generan) el banco recibió una inyección pública de 124 millones en forma de bonos convertibles en acciones en 2012 de manos del Frob, que devolvió en 2014. En 2013 traspasó sus activos inmobiliarios tóxicos a la Sareb por lo que el grueso de su ladrillo ya no está en el balance del banco.
A pesar de esto, los inversores están atacando su cotización y desconfían de sus cuentas. Entre los puntos que señalan como dudosos está el proceso de reestructuración de activos problemáticos, que no se está reduciendo al ritmo que el mercado le demanda, al igual que la tasa de cobertura de la entidad que está algo debajo de la de sus competidores.
En un análisis de Nuria Álvarez, de Renta 4 sobre las cuentas del primer trimestre de la entidad, se señalaba que “los resultados del primer trimestre de 2017 se han situado por debajo de las estimaciones de consenso en todas las líneas de la cuenta de resultados excepto en beneficio neto”. En este sentido señalaban menores márgenes de lo esperado y una debilidad en el lado de los ingresos al igual que un aumento de los gastos de explotación. Este comportamiento se había compensado por unas menores dotaciones a provisiones. Es decir: tiene menor colchón para aguantar una crisis. Aún con esto, el precio objetivo que le daban a la acción era de 1,28 euros.
Hay que tener en cuenta también que el free-float (las acciones que se pueden vender y comprar en la bolsa libremente) es más reducido, lo que hace que sea más sensible ante compras o ventas provocando fuertes oscilaciones. Según el último registro de la CNMV del 26 de mayo, las posiciones cortas (las de los inversores que apuestan por una caída del precio de la acción) sobre el valor están en el 1,39% del capital, un nivel inferior al 1,6 de una semana antes. En el caso de Popular, sus posiciones cortas se encontraban en esa fecha en el 12%.
“Más que un contagio es que los inversores después de lo ocurrido con Popular están echando la vista hacia abajo para ver quién puede ser el siguiente”, señala Daniel García, analista de XTB.
La respuesta del banco
Frente a esta situación, el banco está tratando de lanzar un mensaje de fortaleza de sus cuentas. La entidad remitió un hecho relevante al supervisor señalando que mantenía su objetivo de reducción de mora al 7% en 2018 frente al 13% de este año y del 19,5% de 2016. En el comunicado también confirmaba sus proyecciones de salida de deuda bruta de los adjudicados, que estimaba en 410 millones de euros para este año, 625 millones de euros para 2018 y 850 millones para 2019.
Para apuntalar el refuerzo del banco a la situación, los principales accionistas y directivos han estado en los últimos días incrementando su compra de acciones en el banco. Así, el consejero delegado de Liberbank, Manuel Menéndez, ha comunicado a la CNMV que ha adquirido de forma directa 80.000 acciones de la entidad y otras 129.000 por derechos futuros. Una cuestión que ha dolido mucho a los accionistas del Popular es que el último equipo directivo no tenía acciones del banco.
Por su parte, la Corporación Masaveu (cuarto accionista de Liberbank) comunicó ayer a la CNMV que incrementaba su participación en el banco hasta el 5,6%.
El accionariado de Liberbank está controlado en un 60% por las fundaciones de las antiguas cajas. El resto lo tienen entre el fondo Oceanwood que a través de distintos instrumentos controla un 10%, el empresario mexicano Ernesto Luis Tinajero con algo más de un 7,5% y la familia Masaveu que tiene un 5,6% del capital.