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ANÁLISIS

CaixaBankia: más concentración en el mercado español sin reducir la dependencia mutua entre bancos y gobiernos

CaixaBank y Bankia

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En la que probablemente sea la noticia bancaria del año, al menos en España, CaixaBank y Bankia pueden acordar su fusión en las próximas dos semanas. El resultado será el décimo banco de la Unión Europea por volumen de activos, y el primero de España. Santander y BBVA son más grandes, el segundo sólo un poco más, pero eso es por su proyección internacional. En el mercado nacional, la fusión de CaixaBank y Bankia dará lugar al banco indiscutiblemente más grande.

Se esperaban fusiones bancarias más pronto que tarde, en España y en el resto de la UE. Una de las principales razones que alimentaban estas expectativas es la baja rentabilidad del negocio bancario en los últimos años. Una fusión como la de CaixaBank y Bankia reduce la competencia en el sector y permite, sobre el papel, aumentar la rentabilidad.

El único pero que cabe ponerle a esta fusión desde una perspectiva europea es que es una fusión nacional. Seis años después de ponerse en marcha la unión bancaria, todavía los incentivos penalizan las fusiones transfronterizas.

Desde el punto de vista de política nacional, el gobierno de España dejará de tener el control de la entidad combinada que salga de la fusión de CaixaBank y Bankia. Esto satisfará a las autoridades de competencia de la UE, pero hará inviables las aspiraciones históricas de Unidas Podemos de tomar Bankia como base de una banca pública. Por otra parte, la valoración de las acciones de Bankia en la fusión promete ser un asunto políticamente controvertido. Al gobierno le interesa que este valor sea lo más alto posible, para recuperar cuanto más se pueda del dinero que se inyectó en el recate de Bankia.

Pasemos ahora a ver cada uno de estos puntos en más detalle.

Habitualmente se atribuye la baja rentabilidad bancaria a la política de tipos de interés negativos desarrollada por el Banco Central Europeo. Cuando los tipos de interés son altos, los bancos se pueden permitir encarecer proporcionalmente sus préstamos, y ganar la diferencia. Pero, cuando los tipos de interés bajan también bajan los márgenes. La única alternativa para los bancos es aumentar sus ingresos por tasas y comisiones o reducir gastos. Uno de los principales efectos de una fusión bancaria como la de CaixaBank y Bankia es reducir costes, laborales y en mantenimiento de sucursales. En este caso, los principales ahorros serían en sucursales en Cataluña y Madrid, donde las redes de ambos bancos tienen mayor solape.

El supervisor europeo ha tomado medidas de apoyo a la banca en la pandemia de la COVID-19 que también contribuyen a mejorar la rentabilidad en el corto plazo. Al principio del confinamiento en marzo pasado, el BCE liberó los colchones de capital regulatorio de los bancos, tales como el colchón de capital contracíclico, el así llamado colchón de conservación, o los requisitos discrecionales de capital que el supervisor aplica a los bancos de manera individualizada. Además, los bancos no están obligados a clasificar los préstamos refinanciados con garantía del estado en razón de la pandemia como préstamos dudosos, lo que les ahorra provisiones por futuras pérdidas de crédito. Y, con posterioridad, el BCE aclaró que no exigirá a los bancos que repongan sus colchones de capital adicional hasta al menos 2023.

Es una adquisición

La fusión de CaixaBank y Bankia es realmente una adquisición de la segunda por parte de la primera. Esto es así porque la entidad catalana es el aproximadamente el doble de grande que Bankia, tanto en balance como en empleados y sucursales. Además, CaixaBank está más saneada y es más rentable. Vale el triple en bolsa que Bankia, y tiene una morosidad sensiblemente menor y el triple de liquidez. Debido a su mayor riesgo, Bankia tiene unas ratios de capital más altas que las de CaixaBank. Pero, como la segunda es más grande, la fusión probablemente repercuta en un ahorro neto de capital. CaixaBank será capaz de absorber parte del riesgo de Bankia, reduciendo las necesidades totales de capital.

Esto va a depender de cómo el supervisor europeo evalúe la fusión. Recientemente, el Mecanismo Único de Supervisión, el brazo supervisor del Banco Central Europeo, actualizó sus líneas maestras relativas a las fusiones y adquisiciones. EL objetivo es que los requisitos de capital no penalizasen las operaciones de consolidación. Entre otras cosas, si una adquisición se hace a un precio menor que el valor contable de la entidad adquirida, la diferencia (fondo de comercio negativo, o “badwill” en inglés) se podrá contabilizar como capital. Dado que el mercado valora Bankia bastante más barata que CaixaBank en relación con sus valores contables respectivos, es muy probable que la fusión de las dos entidades involucre una componente considerable de “badwill”.

Por una parte, como se ha visto, conviene a CaixaBank que las acciones se valoren relativamente baratas para maximizar el ahorro de capital por “badwill”. Esto sería el caso de valorarse ambos bancos a precio de mercado en el momento de la fusión. Por otra parte el FROB, el fondo de rescate creado en la anterior crisis, controla Bankia con un 62% de sus acciones. Es casi seguro que el “badwill” que se apunte CaixaBank como resultado de la adquisición de Bankia sea denunciado en el debate político como otro regalo del gobierno a los bancos.

El Gobierno de España, por otra parte, tiene con la UE un compromiso verbal, es decir no vinculante, de privatizar Bankia. La fusión con CaixaBank es una ocasión propicia para ello. Sobre la base de los valores contables, el FROB podría pasar a ser dueño del 21% de la entidad combinada. Es decir, reduciría su participación a un tercio sin necesidad de vender sus acciones. En función de la valoración de Bankia en la fusión, la participación del FROB en BFA, la matriz de Bankia, podría revalorizarse considerablemente, lo que el gobierno podría apuntarse como un tanto.

Aunque a las autoridades europeas de competencia les pueda satisfacer que el gobierno español pierda el control de la entidad combinada, debe ser motivo de preocupación que la fusión sea nacional y no internacional. Esto aumenta la concentración en el mercado español, y no contribuye a reducir la dependencia mutua entre bancos y gobiernos. La razón principal por la que esto ocurre es que cada país exige que las filiales dentro de su jurisdicción tengan separadamente cubiertas sus necesidades de capital y liquidez. Esto es así por la ausencia de un fondo de garantía de depósitos a nivel europeo. En caso de que fuese necesaria una recapitalización pública de un grupo bancario internacional, la desconfianza mutua entre los estados miembros de la UE plantea problemas. Si algo ha quedado demostrado en el debate sobre el fondo de recuperación post-pandemia acordado por el Consejo Europeo en julio, es que los estados miembros de la UE están muy lejos de establecer una autoridad fiscal o tesoro público a nivel europeo que permita resolver estos problemas y, de paso, fomente fusiones bancarias realmente europeas.

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