La última Encuesta Financiera a las Familias (EFF) del Banco de España, publicada esta misma semana, ha incendiado el debate sobre la brecha económica generacional en nuestro país. El sondeo de la institución ha evidenciado que los más jóvenes ya no tienen capacidad ni para hipotecarse, y que los más mayores no paran de aumentar su riqueza neta. Los enemigos de las pensiones públicas han corrido a culpar al Gobierno de coalición por garantizar el poder adquisitivo de los jubilados en los últimos años, revalorizando sus ingresos anuales según el IPC (Índice de Precios de Consumo, que mide la inflación).
Sin duda, la EFF es uno de los estudios más importantes sobre la distribución de la riqueza (3.500 investigadores están inscritos en la web de la encuesta y su impulsora, Olympia Bover, es la economista española más citada internacionalmente). Pero su análisis en profundidad arroja otras conclusiones, contrarias a las que se quieren enfatizar desde la derecha. Una de las más cruciales es que la causa de la brecha generacional no son las subidas de las pensiones, sino el difícil acceso a la vivienda y los bajos salarios de los que están en edad de trabajar, especialmente de los menores de 35 años.
“El factor principal que explica la desigualdad generacional no es la renta (pensiones, sueldos o prestaciones). Es la riqueza [el valor de los activos reales o financieros menos las deudas], sobre todo la relacionada con la vivienda”, resume el economista Daniel Fuentes. “Y en relación con la renta, hay que detenerse en los salarios estancados y en la dificultad que esto supone [precisamente] para comprar una vivienda [la primera fuente de riqueza en España]”, continúa este experto.
Ante los mismos datos y la misma realidad, numerosas voces neoliberales en nuestro país se han centrado en alertar sobre el gasto en pensiones, fomentando un enfrentamiento entre hijos y padres que recurrentemente se pretende levantar desde centros de análisis vinculados (o directamente financiados) por bancos y entidades que gestionan fondos de inversión y de pensiones privados. “Su aumento [del gasto en pensiones] va a tensionar las cuentas públicas en el futuro, y ese es un debate legítimo, pero no es lo que se observa en la Encuesta Financiera a las Familias”, incide Daniel Fuentes.
¿Qué dice exactamente la EFF? Primero, que apenas un 30% de las familias encabezadas por personas nacidas desde finales de la década de los 80 en adelante son propietarias de una vivienda. En 2002, estas mismas familias (encabezadas por menores de 35 años) eran el 66%.En 2011, casi el 70%. El alquiler absorbe ahora una buena parte de la renta de estos hogares, y funciona de transferencia hacia los más mayores. Concretamente, hacia los más mayores más ricos (con más viviendas) y hacia las empresas y fondos que controlan el mercado inmobiliario.
Empezando por el análisis de las rentas de los distintos grupos de edad, se detecta el estancamiento de los salarios y también que las rentas del capital marcan la diferencia entre las generaciones más jóvenes y las más mayores. Y no las pensiones.
En el primer gráfico, se percibe que las generaciones con familias encabezadas por personas a partir de 45 años consiguen una parte importante de sus ingresos totales de las rentas del capital (se eleva con la edad).
En el segundo gráfico, que es la evolución de estas rentas de los alquileres o las rentabilidades de activos financieros, queda claro el gran salto en los últimos años por los incrementos de precios en el mercado inmobiliario y por la acumulación de capital de los mayores (concretamente de los que tienen entre 65 y 74 años).
En el tercer gráfico, que solo muestra las rentas de salarios y pensiones, desaparece la gran brecha entre generaciones. Incluso, se puede concluir que vivir solo con la pensión es una de las situaciones económicas más precarias, sobre todo para los que tienen 75 años o más.
“El aumento de la renta de los hogares de mayor edad (que a algunos les causa alarma) viene a suplir una desigualdad de base: son los hogares con menos ingresos”, apunta Mónica Martínez Bravo, secretaria general de Inclusión en el Ministerio de Elma Saiz. Dicho de otra manera: las subidas de las pensiones no son la palanca que abre la brecha generacional.
Además, hay que atender a una cuestión técnica de la propia encuesta del Banco de España. Los datos de renta recogidos por la EFF son previos a las dos grandes subidas de las pensiones por la crisis de inflación: la del 8,5% de 2023 y la del 3,8% de este 2024. Del mismo modo, el sondeo tampoco refleja la mayor parte del golpe del aumento de los tipos de interés oficiales del Banco Central Europeo (BCE), ni de la histórica pérdida de poder adquisitivo por la escalada de los precios.
La desigualdad de riqueza entre los más jóvenes
Otra cuestión estadística es el uso de la mediana (la mitad de cada variable analizada) porque está “menos distorsionada por los más ricos” que la media, según recomendó el Banco de España en la presentación a la prensa de la EFF. Para entenderlo, es muy ilustrativa la comparación de la riqueza neta [no confundir con la renta] de las familias encabezadas por una persona menor de 35 años. Su riqueza mediana es de 20.000 euros. Sin embargo, la media o promedio se dispara a 77.600 euros (casi 4 veces más), porque los más ricos entre los más jóvenes sí tienen una riqueza importante.
Para el total de los hogares en España, la diferencia entre la mediana y la media se va de los 142.700 euros a los 309.000 euros (algo más del doble), que también muestra una gran desigualdad entre los más ricos y los más pobres. Según la EFF, “la riqueza neta se define como el valor total de los activos (reales y financieros) menos el importe de las deudas. No se incluye el valor de los automóviles u otros vehículos”. Se analizó con más detalle en esta información.
Sobre este último gráfico, Daniel Fuentes asegura que “no es extraño que los hogares 'sénior' tengan mucha más riqueza acumulada (sobre todo en forma de vivienda) que los hogares más jóvenes. Es el ciclo de vida”. El gran problema es que los más jóvenes no están consiguiendo ni endeudarse por su bajos salarios (rentas), por las subidas de precios en el mercado inmobiliario y porque las condiciones de financiación de los bancos (de las hipotecas) son más estrictas.
Salarios estancados
“El salario medio en España está ahora mismo en el nivel de hace 25 años porque está estancado”, lamentó, este jueves, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, en las jornadas sobre fondos europeos organizadas por elDiario.es. “La mediana salarial es todavía de 1.545 euros al mes, y me van a permitir que les diga que aunque los datos macro vayan bien, con 1.545 euros al mes no se puede vivir con dignidad, no se puede alquilar y no se puede pagar una cuota hipotecaria”, continuó.
“Hoy, el principal problema de nuestro país no es el paro, es la vivienda”, incidió la líder de Sumar. Yolanda Díaz tiene dos propuestas inmediatas. Una, “hacer lo que hacen los países más avanzados en esta materia, que es conseguir prestación universal por hijo a cargo de 200 euros, como un mecanismo eficaz”. Otra, conseguir un mejor reparto del incremento la productividad, “en forma de salarios, pero también en forma de menos tiempo de jornada. Avanzaremos antes de verano en la mesa de diálogo social [con sindicatos y empresarios], y como hicimos con el salario mínimo (SMI), vamos a tener un país mejor”.
La brecha de siempre
Recopilando, la verdadera brecha sigue siendo la de siempre. La que se acentuó tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y con las políticas de austeridad. Según el sondeo del Banco de España, el 10% de familias más ricas ostenta algo más de la mitad de la riqueza total en España. Una proporción que solo ha caído ligeramente en la oleada de 2022 (la última realizada), desde la anterior de 2020.
De hecho, el 1% de familias más ricas en nuestro país detentaba el 19,4% de la riqueza total en 2022, apenas 2,5 puntos menos que el máximo de 2020, cuando tenían 22,9%.