En caso de crisis, no todas las generaciones cuentan con la misma capacidad de resistencia económica. Una falta de colchón que afecta, sobre todo, a los nacidos entre 1992 y 1980 (los que tienen más de 30 años y menos de 45) y que deriva de dos causas. Por un lado, de unos sueldos que no permiten –ni han permitido– a gran parte de estas generaciones el ahorro. Por otro, un gasto en vivienda, sobre todo en el alquiler, que impide esa creación de riqueza para protegerse, aunque sea mínimamente, en caso de que vengan mal dadas.
Esa realidad la percibe el Banco de España que, en su último informe anual constata que “unos mayores precios de la vivienda, tanto de compra como de alquiler, limitan la capacidad de ahorro de los hogares y condicionan su proceso de acumulación de riqueza a lo largo del ciclo vital”. Según destaca el equipo de economistas de la institución, “los efectos adversos vinculados a problemas de accesibilidad a la vivienda son especialmente relevantes para aquellos hogares con menor nivel de renta y, en particular, entre los jóvenes”.
El Banco de España, al explicar la situación de estas generaciones, hace referencia a la Encuesta Financiera de las Familias, que elabora el mismo supervisor, y que “pone de manifiesto que, en las últimas décadas, la acumulación de riqueza neta (financiera e inmobiliaria) por parte de los hogares jóvenes habría sido menor que la que atesoraron sus homólogos en anteriores generaciones”, tal y como se refleja en el siguiente gráfico.
“El hecho de ir acumulando un menor patrimonio a lo largo de su ciclo vital implicaría que, de cara al futuro, las actuales cohortes jóvenes serían más vulnerables a la materialización de posibles perturbaciones adversas en comparación con la exposición a estos riesgos por parte de las generaciones previas”, argumenta el Banco de España. “Estas generaciones, además, habrían experimentado un grado moderado de desigualdad de la riqueza en relación con los estándares internacionales”. Es decir, no sólo están peor que sus padres, sino que si se comparasen con otras generaciones de otros países, también saldrían perdiendo, aunque ahí la institución monetaria no entra en el detalle.
“Mi pelea es no comerme mis ahorros”
“Mi situación no es fácil, sobre todo por la edad en la que me pilla. Ahorrar para mí es una quimera”, reconoce Elena, que vive en Madrid, de alquiler, y acaba de superar los 40. “Cuando era joven conseguía ahorrar 100 euros al mes, pero ahora mismo eso ni me lo planteo. Yo veo en los medios que el alquiler no puede superar el 30% de los ingresos y para mí ahora es más del 60%, pero cuando trabajé en el extranjero sí lo conseguía”.
Elena vivió varios años en Alemania y logró un pequeño colchón de ahorros, no el suficiente para lograr una hipoteca a los precios que está la vivienda capital y que, además, se va comiendo poco a poco cada mes, porque su sueldo no da más de sí. “Me apaño haciendo sacrificios, de forma muy consciente y habiendo reducido las cosas que me permito a lo mínimo. Mi pelea ahora es que mi vida no se coma los pequeños ahorros que conseguí trabajando fuera. Antes me permitía un viaje al año y ahora mismo, solo puedo viajar un par de días, por mi cumpleaños, e irme al pueblo. Al menos puedo permitirme eso”.
Lo que dicen los datos recopilados por el Banco de España es que las personas entre 30 y 45 años apenas acumulan una riqueza financiera de 30.000 euros en promedio (básicamente, el valor de una vivienda en propiedad menos la hipoteca), mientras que sus padres, a su misma edad, ya tenían de 100.000 euros a 200.000 euros.
Concretamente, los que ahora tienen más de 35 años y menos de 40, apenas llegan a los 40.000 euros de riqueza financiera. Ellos y ellas son la generación que desembarcó en el mercado laboral tras estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008, o justo antes. Los que emigraron en masa, aunque la entonces ministra de Empleo del Partido Popular (PP), Fátima Bánez, considerara que lo que estaba ocurriendo en España era “movilidad exterior”.
“Cuando en 2011, 2012, 2013... yo entraba en las empresas, como becario, por supuesto, con remuneraciones de apenas 200 ó 300 euros por jornadas casi completas, los trabajadores de verdad, con los sueldos y las condiciones de antes, salían por los ERE (Expedientes de Regulación de Empleo) y los despidos masivos de aquella época”, recuerda Jaime, de casi 36 años (los cumple el 13 de mayo) y que estudió ADE (Administración y Dirección de Empresas) en la Universidad Complutense de Madrid. Aquellos años, el mercado de trabajo estaba totalmente quebrado.
En cambio, los padres de Jaime (las generaciones nacidas entre 1950 y 1970) y de sus compañeros y compañeras de generación, a su misma edad de ahora, habían acumulado una riqueza promedio superior a los 100.000 euros. De hecho, los más pegados a 1950, que ahora tienen más de 70 años, con 57 años llegaron a juntar una riqueza promedio de más 300.000 euros netos, la mayor que ha tenido nunca una generación en nuestro país, según los datos del Banco de España.
Atados al alquiler
Para las generaciones con menos capacidad de ahorro, el bucle es no poder salir del alquiler, porque no tienen ahorros para dar la entrada de un inmueble; al mismo tiempo que no pueden ahorrar, porque el alquiler se come el sueldo y, además, sigue subiendo. “He intentado cambiar de piso a otro alquiler, pero en cuanto ven que solo tengo una nómina, me descartan”, reconoce Elena. “Ahora solo me queda la opción de emigrar de nuevo. Es bastante deprimente ver que con 40 años tengo los mismos problemas que cuando tenía 28. Ahora, todo el que no haya heredado o no tenga ayuda de sus padres para comprar una vivienda, se queda fuera del sistema. He mirado lo de conseguir una hipoteca pero con los precios que hay, pues no puedo”, resume.
El Banco de España reconoce que “el auge del régimen de tenencia en alquiler” de los últimos años se explica por su crecimiento entre el colectivo de hogares más jóvenes y por su predominio entre la población de origen extranjero, colectivos donde se concentran los hogares con menor nivel de renta“. En el siguiente gráfico se ve cómo han ido creciendo los arrendamientos.
Y en este, cómo más de la mitad de los jóvenes viven de alquiler y casi el 35% de quienes tienen menos de 44 años.
“La escasa capacidad de ahorro y la reducida renta de los hogares que residen en alquiler dificultan su acceso a una vivienda en propiedad. Se estima que, en 2021, un 61% de los hogares que residían en alquiler o en una vivienda cedida no disponían del ahorro necesario para adquirir una vivienda en el municipio en el que residían, teniendo en cuenta la cuantía económica que suponen el pago inicial (no cubierto con crédito hipotecario) y los gastos e impuestos asociados a la compra”, explica el supervisor.
En cambio, hay casi un 40% de inquilinos que sí tenían ese año capacidad para dar el salto a la propiedad, pero la inflación y la política del Banco Central Europeo se lo pone difícil. Más de cuatro de cada 10 de estos “tendría que hacer frente a una cuota hipotecaria que superaría el umbral máximo recomendado del 35% de la renta neta del hogar a partir del que se incrementa la probabilidad de impago”. Y con la subida de los tipos de interés se ha complicado más, alcanzando el 55% de los inquilinos que sí disponen de ahorros para comprar. “Si se combinan las dos restricciones —disponibilidad de ahorro suficiente para cubrir los gastos iniciales y ratio de cuota hipotecaria sobre renta inferior al 35%—, se obtiene que un 76,5% de los hogares en alquiler tenían dificultades en 2021 para acceder a un préstamo con el que financiar la adquisición de una vivienda”. Y con los tipos de interés disparados en 2023 esa proporción se dispara hasta el 82,5%“.
Oxfam Intermón también constata que “entre quienes alquilan, una de cada cinco personas gasta más del 50% de sus ingresos” en el arrendamiento. “Mientras que el 44,4% de las personas pertenecientes al nivel socioeconómico alto dicen dedicar menos del 30% a abonar los gastos de vivienda, solo el 32,3% de las situadas en el perfil más bajo afirman encontrarse en una coyuntura parecida”, resume en un informe que detallamos en este tema.
Esa desigualdad se ve, además, al mirar los diferenciales de renta de quienes viven de alquiler respecto a sus caseros, según el análisis 'El Mercado del alquiler. Fuente de desigualdad', elaborado por el Grupo de Estudios Críticos Urbanos. “Los hogares de caseros disfrutan de una renta mediana bruta anual de entre 50.604 y 56.473 euros” mientras en “los hogares de inquilinos se sitúa entre 19.758 y 26.288 euros”.
“No tengo esperanza en comprarme una casa, puesto que con 32 años no he sido capaz de ahorrar. Con trabajo estable desde hace solo dos años y viviendo en Madrid... Poco ahorro puedo tener. ¿Me gustaría? Pues sí, pero veo que es prácticamente imposible, y más en ciudades como Madrid, donde los precios son abusivos en todos los sentidos”, relata Mónica, que ha tenido que salir de su Jerez natal para encontrar un empleo estable. “Comprar una casa sobre todo es una forma de sentir que tu dinero no es tirado a la basura literal (o a manos de un fondo buitre) aunque en algún momento sí que pudiera servir de colchón económico”, añade esta joven.
Los salarios, una comparación 'odiosa'
Pese al récord de más 21 millones de personas afiliadas a la Seguridad Social y el mínimo de temporalidad, el análisis de la evolución de los salarios en nuestro país en las dos últimas décadas explica buena parte de la brecha de riqueza generacional. “En el mercado de trabajo, los jóvenes presentan una mayor incidencia relativa del desempleo y de la parcialidad en el empleo y un menor dinamismo de los salarios en relación con los precios inmobiliarios, aspectos que contribuyen a explicar, en parte, sus problemas de acceso a la vivienda, en régimen tanto de compra como de alquiler”, incide el Banco de España.
Según los datos recopilados por el propio supervisor, el salario medio real (es decir, restando el efecto de la inflación) en nuestro país es hoy igual o incluso inferior que hace 10 años y apenas ha aumentado desde hace tres décadas. En el gráfico que sigue, también del último informe anual de la institución monetaria, se compara el salario real de España con el de las grandes economías internacionales y con la productividad.
Si se acude a otra fuente, a la Agencia Tributaria, y se estudian los sueldos por tramos de edad, se observa que esta devaluación de los trabajadores respecto al aumento de la productividad (que mide su eficiencia para crear valor añadido, que se han quedado las empresas) es todavía más sangrante. Los ingresos anuales de los jóvenes entre 26 y 35 años han mejorado un 13% desde 2008 hasta 2022, de 16.000 euros a 19.000 euros en términos nominales (sin ajustar la inflación y para los contratos de todas las duraciones). En ese periodo de tiempo, los precios se elevaron un 27%.
Esta pérdida de poder adquisitivo es similar para todos los grupos de edad, pero las percepciones salariales de media para los mayores de 36 años superó en 2022 los 24.000 euros y a partir de los 46 años rozó los 28.000 euros. Los saltos respecto a los más jóvenes son del 27% y del 45%, respectivamente.
“Con el fin de analizar el papel que desempeña el menor poder adquisitivo de los jóvenes en su acceso a la vivienda, se simula un escenario en el que la renta laboral de los hogares de menos de 35 años aumenta un 15%”, señala el Banco de España. Esta subida de los ingresos de “repercute de forma positiva en el acceso a la vivienda de los hogares jóvenes a través de tres canales: relaja la restricción relacionada con la cuota regular de un préstamo hipotecario para los hogares con ahorros suficientes para realizar el pago inicial de una vivienda y obtener una hipoteca; permite a los hogares con ahorros insuficientes acumular los ahorros necesarios en menor tiempo, y facilita a los hogares que deciden permanecer en régimen de alquiler acceder a una vivienda más grande o de mejor calidad”.