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Cuánto se cobra y cuánto paro se sufre según la carrera o FP que estudies

Ilustración de David Velasco.

Daniel Yebra / Raúl Sánchez

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La formación es un camino para desarrollarse personalmente y “una llave” para entrar al mercado laboral. La elección de estudiar una carrera universitaria u otra o de decantarse por una formación profesional (FP) o no es una decisión crucial en la vida de cualquier trabajador. Un dilema, que, cada año, muchos estudiantes viven intensamente en junio, después de hacer la Selectividad (llamada Ebau, Evau o Pau, según la comunidad autónoma, y que volverá a cambiar en 2025), pero que puede presentarse en cualquier otro momento y debería afrontarse con la mayor información posible.

Este lunes, el gabinete económico de Comisiones Obreras (CCOO) divulgó los datos de cuánto se cobra y cuánto paro se sufre según el nivel de estudios en España para facilitar esta decisión. Los expertos del sindicato han cruzado por primera vez microdatos de la EPA (Encuesta de Población Activa, que realiza el INE) de la formación de los trabajadores, de sus salarios y de la parcialidad y la temporalidad de sus contratos de trabajo.



Una de las primeras conclusiones es que las carreras universitarias relacionadas con la salud, con las ciencias en general y las técnicas son las que consiguen salarios más altos, según se observa en el primer gráfico de esta información (los datos son de 2022). Otra tendencia relevante es que las carreras que tienen que ver con la administración, la seguridad y las matemáticas son las que sufren menos temporalidad, según se puede ver en el segundo gráfico.

En lado contrario, la tasa de paro es muy elevada para las personas con formaciones profesionales básicas, sobre todo si en sus mismas ramas existen otros niveles superiores (grado medio, grado superior o carreras universitarias). El desempleo también es alto en las formaciones relacionadas con los servicios personales, con las humanidades, con la literatura y la lingüística y con el medio ambiente.



Pero hay más lecturas interesantes de estos datos, sobre los que se puede explorar en los gráficos. Aunque se deben tener en cuenta algunos aspectos relacionados con la realización de la propia EPA por parte del INE. En primer lugar, en los niveles de estudios que aparecen con un 0% de tasa de paro no hay que entender que absolutamente nadie esté en desempleo si ha cursado cierta carrera o cierta FP, sino que la muestra de la encuesta no lo ha encontrado. Es decir, sí que se puede deducir que son estudios que están cercanos al pleno empleo pero también que los encuestados de ese perfil han sido pocos.

Este margen de error se extiende a todas las variables (salarios, parcialidad de la jornada y temporalidad de los contratos) y se reduce casi totalmente en los niveles de estudios con muchos puestos de trabajo (formaciones profesionales de negocios y administración; de mecánica, electrónica y otras profesiones técnicas; de salud o de educación).



Otra cuestión a tener en cuenta es que en los grandes bloques de formación general (hasta Bachillerato, hasta la Educación Secundaria o hasta la Educación Primaria) se mezclan diversos perfiles laborales, con salarios y condiciones muy diferentes que según la clasificación que propone CCOO se reúnen en un promedio que podría no ser representativo de todos ellos.

Por último, las diferencias salariales o de tipo de contrato entre licenciados y graduados universitarios en las mismas especialidades se explican porque los primeros llevan más años en el mercado laboral, y por eso tienen, por ejemplo, salarios más altos.

Desde un punto de vista sindical, los expertos de CCOO inciden en que “estar en un sector más productivo no es de por sí una garantía de mejores condiciones laborales, porque el reparto de esa productividad entre los empresarios y los trabajadores se realiza en función del poder de negociación de cada una de las partes. Y este poder de negociación depende, a su vez, de factores como la tasa de paro del mercado laboral en cuestión, la legislación laboral, el nivel de sindicalización y organización de los trabajadores o el grado de concentración de la oferta de puestos de trabajo por parte de los empleadores (monopsonio del mercado laboral)”.

“Así, en mercados laborales en los que la tasa de paro es alta, los empresarios tienen la capacidad de apropiarse de un mayor porcentaje del valor añadido generado bajo la amenaza del despido y su reemplazo por otros trabajadores. Si la legislación laboral mejora el poder de negociación de la clase trabajadora, subiendo el salario mínimo o dificultando la contratación temporal, la población asalariada conseguirá mejores condiciones laborales para niveles iguales de productividad que en el caso alternativo de una legislación laboral más favorable a los intereses patronales”, continúan.

“Si la población trabajadora está sindicalizada, concentrando de esa manera la oferta de trabajadores, su poder de negociación frente al empresariado crece, y por lo tanto es más factible lograr mejoras en sus condiciones laborales. Lo contrario sucede en el caso de que sea la demanda de trabajadores (las empresas) la que esté concentrada, por ejemplo, en algún tipo de monopsonio local, en el que la falta de competencia entre empresas empleadoras facilite a las dominantes contratar con peores condiciones laborales”, finalizan.

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