La economía alemana está de enhorabuena. Pero no todos celebraban por igual que esta semana la Oficina Federal de Estadística (Destatis) presentara un “fuerte” crecimiento económico en el tercer trimestre del año. Hasta un 0,8% creció la economía germana en ese periodo, según las autoridades. “Ahora hablamos de un crecimiento en Alemania de un 2,3% e incluso algo más para todo este año, es más que el 2% que, como mucho, se venía pronosticando”, dice Timo Wollmershäuser, del prestigioso Instituto para la Investigación Económica IFO, con sede en Múnich.
“Hasta 2016, la coyuntura internacional era menos favorable para que se registrase un crecimiento tan fuerte, debido a las dificultades de la zona del euro y su impacto en las exportaciones alemanas. Pero ahora también están creciendo España, Francia e Italia”, explica Wollmershäuser a eldiario.es. Este experto se muestra optimista ante la coyuntura germana, europea e internacional.
El dato del crecimiento no es el único que habla del buen momento de la economía teutona. El DAX 30, indicador bursátil de Fráncfort, se mueve desde el pasado octubre por encima de los 13.000 puntos, una barrera histórica. Por otro lado, el mercado de trabajo alemán sigue coqueteando con el pleno empleo. La tasa oficial de paro está en el 5,4%.
Sin embargo, no todos ven sólo con buenos ojos la situación económica. El diario amarillista berlinés B.Z. planteaba esta semana, por ejemplo, un gran “pero” en su portada sobre la supuestamente inmejorable situación económica del país. “La economía está en auge, hay poco paro, la inflación es baja, las jubilaciones más altas, PERO...” se leía en la primera página de ese periódico, que decía explicar “por qué a muchos berlineses no les va mejor”.
Berlín es una de las ciudades germanas tradicionalmente más modestas. La capital alemana es el lugar donde más y mejor pueden observarse los efectos de la pobreza en la locomotora del crecimiento económico europeo. Ahora bien, en toda Alemania, “la pobreza es un problema serio, muchos no lo saben, porque lo primero que se piensa es que Alemania es un país rico en el que todo va bien, y que no hay problemas como la pobreza infantil. Pero ese problema está ahí”, dice Anette Stein, experta de la Fundación Bertelsmann, con sede en Gütersloh (oeste germano).
Para ella no hay dudas de que la próspera situación económica no trae beneficios a todos por igual. No sólo son berlineses los peor parados. “En Alemania, los amenazados por la pobreza se mantienen pobres pese al buen desarrollo de la economía”, afirma por su parte Markus Grabka, experto del Instituto Alemán para la Investigación Económica (DIW por sus siglas alemanas).
Para él, los buenos datos de la economía no resuelven la situación de riesgo de pobreza que afecta a aquellas personas que ingresan menos del 70% del salario medio en Alemania. “Este grupo, de hecho, está creciendo”, asegura Grabka. “Aunque en Alemania haya crecimiento económico y una evolución positiva, es evidente que hay una parte de la población que no saca provecho de esa circunstancia”, plantea Stein.
Uno de cada cinco
Según datos de Eurostat, en 2016 casi una quinta parte (19,7%) de la población alemana se encontraba amenazada por la pobreza. En Alemania, preocupa especialmente la pobreza infantil y la que afecta a los jubilados. Entre los mayores, de un tiempo a esta parte, el riesgo de pobreza ha aumentado hasta llegar al 20%, según datos de la Fundación Bertelsmann. Para las jubiladas, el porcentaje es mucho mayor, del 27,8%.
“La pobreza de los jubilados en el Este alemán es una razón por la que el riesgo de pobreza aumenta en el país”, según Grabka. “Los ciudadanos mayores de la extinta República Democrática de Alemania (RDA) tuvieron una larga fase de desempleo tras la caída del muro, y no pudieron cotizar mucho. Abundan los que se jubilan sin poder recibir mucho”, abunda el experto del DIW.
Wollmershäuser, el experto del IFO, no cree que “el actual crecimiento no tenga un efecto positivo sobre la gente”. Sin embargo, si la pobreza no preocupara, Los Verdes alemanes, partido ecologista que ahora negocia entrar en el Gobierno con liberales del FDP y la conservadora Unión Cristiano Demócrata de la canciller Angela Merkel, no habría convertido la “lucha contra la pobreza infantil” en uno de sus “temas centrales”.
Esos son los términos del negociador ecologista Wolfgang Strengmann-Kuhn de cara a la formación de la coalición a tres bandas que seguramente lleve las riendas del Ejecutivo germano los próximos cuatro años.
En Alemania, “el 70% de los niños vive en seguridad desde un punto de vista económico”, afirma Stein, de la Fundación Bertelsmann. “Del 30% que no tiene esa suerte, un 10% vive temporalmente la pobreza y un 20% vive así al menos 5 años”, agrega, aludiendo a los 2,5 millones de niños afectados por esta situación de privación. Para ella, “la pobreza infantil es una de las mayores amenazas que existen sobre los niños en Alemania”.
Refugiados en las estadísticas
En situación especialmente preocupante se encuentran los menores llegados a Alemania en el marco de la crisis de los refugiados. Entre 2015 y 2016, el país de Angela Merkel acogió a cerca de 1,5 millones de personas, la gran mayoría sirios que huían de la enquistada guerra civil de su país.
“La pobreza infantil de los niños que no tienen orígenes relacionados con la inmigración se ha reducido mínimamente, pero, al mismo tiempo, ahora ha Alemania ha llegado, incluso antes de 2015, una cantidad masiva de menores inmigrantes, que han terminado contando entre las personas afectadas por la pobreza”, lamenta Eric Seils, investigador de la Fundación Hans Böckler, dependiente de la Federación Alemana de Sindicatos (DGB por sus siglas alemanas).
Para Seils, aunque el crecimiento económico celebrado estos días pueda tener efectos positivos frente a la pobreza, el impacto socio-económico de la llegada de los refugiados es mucho mayor. “Ésto es algo que pueden utilizar las derechas”, dice este investigador, aludiendo especialmente a los populistas de ultraderecha del partido Alternativa para Alemania (AfD), la tercera formación más votada en las elecciones generales del pasado mes de septiembre.
Para Seils, superar el reto que supone la integración de los refugiados es clave. Lo es, tanto para acabar con la amenaza de la pobreza como para reducir la influencia sobre la sociedad del populismo xenófobo.