La Costa del Sol saca pecho por el “mejor año turístico de la historia” pese a las críticas a los efectos del turismo masivo
Más turistas, más dinero, más empleo. La Costa del Sol, la principal marca turística de Andalucía y una de las más reconocibles de España, volvió a marcar récords en 2024. El destino, por ahora, parece invulnerable a las críticas cada vez más extendidas sobre cómo afecta el turismo masivo a recursos del territorio como el agua, las infraestructuras o la vivienda. Francisco Salado, presidente de la Diputación Provincial de Málaga y de Turismo Costa del Sol, las ha despachado aventando el miedo a que la supuesta “turismofobia” acabe espantando al turista, y que eso gripe al “motor de la principal industria de Málaga, Andalucía y España”. “Vamos a tener cuidado”, ha advertido al presentar el Balance Turístico 2024
Los datos, de momento, no justifican ese temor. En un año en que decenas de miles de personas se echaron a la calle en la capital malagueña (en dos ocasiones) para protestar por la escasez de vivienda asequible y la influencia del modelo turístico en este problema, la provincia alcanzó los 14.470.000 visitantes, un 3,17% más que en 2023, con 30,5 millones de pernoctaciones. Se estima que el aeropuerto de Málaga recibió 12,4 millones de pasajeros hasta diciembre.
Más crecimiento porcentual en ingresos que en turistas
“Ha sido un año extraordinario, el mejor año turístico de la historia”, ha celebrado Salado. Sin embargo, ha insistido en un mensaje al que recurre el consejero de Turismo (Arturo Bernal) desde la pasada primavera: es preferible ahora crecer en ingresos, y no tanto en número de turistas.
Es la respuesta doble que dan las administraciones del PP (Junta de Andalucía, Diputación, Ayuntamiento de Málaga) al creciente malestar de una parte de la ciudadanía con lo que provoca la masificación turística. Por un lado, alertan contra la “turismofobia”, algo que “jalea” un “sector político”, según el presidente de la Diputación: “La extrema izquierda hace esto en toda España, por ejemplo en Barcelona, intentando expulsar a los turistas. Así está, decreciendo en ocupación hotelera, en empleo o en actividad turística. Pegándose un tiro en el pie. Es muy peligroso”.
Pero la respuesta pasa también por remarcar que se está tratando de atraer un “turismo de calidad” (que gaste más) y desestacionalizar, lo que supone una admisión implícita de que hay límites al crecimiento (al menos en cantidad), y no están lejos.
De ahí, que el presidente de Diputación haya enfatizado que el incremento de ingresos (+10,9%, hasta los 21.223,6 millones de euros), empleo (+7%, hasta los 137.408 empleados en el sector en Málaga) y rentabilidad hotelera (+6%) es sensiblemente mayor que en número de turistas (+3,17%), y lo haya destacado como el gran logro de este año: “Se está cumpliendo el objetivo de crecer en calidad más que en cantidad”. En Málaga, la oferta reglada ya bordea las 660.000 plazas turísticas, y sigue en aumento.
Tras el español (2.450.000 turistas), el principal mercado sigue siendo el británico, con 1.183.000 turistas (+7,2%), seguido a mucha distancia de Alemania, Francia y Países Bajos. Para 2025, la previsión es que el crecimiento se mantenga, en vista de la oferta de asientos de avión. El reto es consolidar y ampliar la conexión aérea con Estados Unidos (+26%) y abrir vía con China. Suben todos los mercados internacionales relevantes y las llegadas por vía aérea y baja, sin embargo, el turismo nacional (-7,5%) y el de cruceristas (465.000, -7,7%).
Los límites del territorio
2024 ha sido, también, el año en que se revelaron más nítidamente las costuras del territorio, cada vez más tenso por el crecimiento poblacional y la masificación turística. Málaga es la provincia que más crecerá de aquí a 2039: un 21%, según las proyecciones del INE. Rebasará los dos millones en 2031.
El crecimiento ya provoca fricciones por el acceso a recursos compartidos entre habitantes y turistas, como el agua (en primavera, la Junta de Andalucía amagó con permitir el llenado de piscinas de hoteles, y no el de las comunitarias o privadas), los transportes (con la autovía que recorre la Costa del Sol saturada por tramos y una ampliación del tren de cercanías aún lejana, si algún día llega) y, singularmente, la vivienda, cuyos precios se alejan cada vez más del salario del malagueño medio.
Pasa en la capital y en la Costa del Sol, pero el problema se extiende a núcleos menores porque los desplazados buscan allí acomodo estresando el mercado residencial.
La cuestión de la vivienda
El rechazo al crecimiento aparentemente inagotable del turismo ya permea a importantes capas de la población, que observan cómo es imposible acceder a una vivienda a precio asequible (los precios en alquiler o compra están en máximos históricos en la provincia), debido a una curva que, por ejemplo en Málaga capital, suma incrementos interanuales en el alquiler de más del 10% (con picos del 21,2%) desde hace 30 meses, según datos de Idealista. En paralelo al encarecimiento desbocado del alquiler la ciudad ha vivido un boom de viviendas de uso turístico, con más de 13.000 registradas, superando a ciudades como Madrid o Barcelona, que la quintuplican o triplican en población.
Salado cree que la falta de vivienda asequible en la provincia obedece a la falta de oferta porque las administraciones responsables no han construido viviendas de protección oficial, algo que “no se corrige en un año o dos”; a que faltan “ayudas directas” y fiscales a la compra; y a la legislación, que no daría seguridad jurídica a quien pone su vivienda en alquiler, que preferirían el alquiler vacacional antes que “correr el riesgo” de alquilar de larga temporada y que entre un “inquiokupa”, según Salado.
Ocurre, sin embargo, que un informe encargado por el propio ayuntamiento de Málaga ya sugiere que la explicación del boom de las viviendas turísticas está, sobre todo, en que se gana mucho dinero con ellas. En Málaga, cuatro veces más: 30.500 euros anuales de media, frente a los 7.510 euros que da el alquiler de larga temporada.
También ha quedado documentada la relación matemática entre las viviendas turísticas y el precio del alquiler: “El 54% de las variaciones en el precio del alquiler pueden explicarse por la concentración de viviendas de uso turístico”, señala un reciente estudio de investigadores de IATUR (Instituto Andaluz de Investigación e Innovación en Turismo de la Universidad de Granada, Málaga y Sevilla), dirigido por el catedrático de la UMA Enrique Navarro, del que informó este medio la semana pasada.
Esto se traduce en un malestar ciudadano creciente. Para Salado, las dos manifestaciones que se celebraron en Málaga en 2024 para protestar por la falta de acceso a vivienda asequible fueron diferentes. En la primera, el 29 de junio, “se intentó vincular” el problema con el turismo, una “falsa justificación”, según Salado. En la segunda (9 de noviembre) “se cambió de estrategia”, y ya no se hacía esa relación.
Sin embargo, no consta ese cambio de estrategia en las convocatorias o declaraciones de los convocantes, que siempre llamaron a la ciudadanía bajo la premisa de que el modelo expulsa a los vecinos de Málaga, apuntando a la especulación inmobiliaria o a las viviendas turísticas. La primera fue convocada por el Sindicato de Inquilinas bajo el lema “Málaga para vivir, no para sobrevivir”; en la segunda, convocada por Málaga para Vivir (un colectivo integrado por personas que también impulsan el Sindicato de Inquilinas), el lema era “Si nos echan de los barrios, paramos la ciudad”. Los carteles y las declaraciones de los manifestantes eran similares entre una y otra.
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