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La historia de Niños Mutantes, la banda indie y ‘malafollá’ que conquistó a dos generaciones de melómanos

El autor, con la banda Niños Mutantes, tras un concierto

Alejandro Luque

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El 11 de diciembre de 2023, la banda granadina Niños Mutantes anunciaba su despedida de los escenarios en este 2024. El periodista Juanjo Ibáñez, veterano seguidor del grupo hasta el punto de poder presumir de amistad con sus componentes, concibió de inmediato la idea de escribir su historia “aunque fuera como homenaje romántico”. Al día siguiente coincidió con los músicos en un evento de la capital nazarí, comentó el proyecto con ellos, pero no recibió una respuesta demasiado entusiasta. “Me dijeron que no creían que su historia diera para un libro, pero que si yo lo creía así, tenía sus bendiciones”, apunta Ibáñez, quien desde luego se puso manos a la obra. El resultado se titula Las noches de insomnio, y acaba de ver la luz en Roca Editorial.

Junto a su propio bagaje como fan, el autor pudo realizar entrevistas individuales con cada uno de los mutantes, al tiempo que hacía un listado de otras personas que podían ser imprescindibles para completar el relato del grupo. Entre ellos, Angels Barceló, Manuel Jabois, Julio Ruiz, los grupos La Habitación Roja y Viva Suecia… “Nadie me dijo que no, todos querían estar en el libro”, asegura Ibáñez. “Es más, con los Viva Suecia esperaba que contestaran el típico cuestionario, o como mucho que nombraran a un portavoz, y sin embargo insistieron en que querían intervenir los cuatro, hicimos una videollamada… Y terminaron llorando. Lo mismo ocurrió con Àngels Barceló, que quiso hablar directamente conmigo. Todo ello son pruebas del cariño que han ido sembrando Niños Mutantes”.

Cabe recordar que Niños Mutantes se formó a mediados de los años 90, en pleno apogeo de la escena indie española, y desde entonces han grabado doce discos de larga duración y girado incesantemente por toda la geografía nacional, hasta que decidieron que 30 años de carretera eran suficientes y que era hora de decir adiós. “No es solo un grupo, es una generación que se despide de la música”, subraya Ibáñez. “Cuando surgen Niños Mutantes, el indie era independencia, libertad, un trabajo más artesanal, con pocas pretensiones, en el que el éxito no era llenar estadios, sino, como dice el batería Nani Castañeda, meter a 89 personas en una sala de Burgos”.

Salto de calidad

En Las noches de insomnio se refleja muy bien esa coyuntura, junto a detalles como el hecho de que el grupo tuviera que pagarse su primer disco con el sello Astro, el mismo que sacaría a la luz los cinco álbumes siguientes. Fue con el cambio de discográfica, al lanzar el disco precisamente titulado Las noches de insomnio, cuando empiezan a llenar y a convertirse en cabezas de cartel de festivales. Pero el proceso fue muy progresivo: para entonces, ya llevaban doce años en el tajo.

“Creo que la clave de su éxito ha sido la cabezonería”, comenta Ibáñez. “Hay dos momentos en su vida musical que son determinantes: uno, cuando se ven en la clásica tesitura de ‘esta es la última vez que lo intentamos, si no resulta, lo dejamos’. El guitarrista Manolo Requena deja la formación y a continuación se encierran a grabar el disco Todo es el momento, que va a quedar por debajo de las expectativas… Pero se dan una última oportunidad, y Las noches de insomnio les cambia la vida. Hay mucho trabajo duro y una parte de suerte, y ahí entra Josiño Carballo, que prácticamente crea Ernie Records para fichar a Niños Mutantes, y la incorporación de Andrés López, que vendrá a redondear el sonido de la banda”. 

También destaca el autor, a la hora de analizar qué diferencia a los granadinos de otros grupos que tuvieron éxitos más explosivos en los noventa y primeros 2000, el fichaje de Juan Alberto Martínez. “Su talento, sus letras, su personalidad, permiten a los Mutantes dar su salto de calidad. Es verdad que sus primeros discos, con 20 años, eran más poéticos, pero Juan Alberto sabe contar y cantar la cotidianidad. Así, el grupo no se pierde en metáforas muy complejas, cuenta desde asuntos de la vida en pareja a problemas laborales que le rodean, escriben una nana para sus hijos… Y de este modo logran formar parte de la banda sonora de toda una generación”. 

Rodeados de los mejores

Tampoco se puede obviar que Granada era y sigue siendo un campo abonado para el talento musical. “Ellos ensayaban al lado del local donde los Lagartija Nick estaban preparando el Omega, cosa que no todo el mundo puede decir. Y trabajaron con Antonio Arias en los tiempos en los que acababa de dejar 091. Había otros grandes grupos como KGB, TNT… Y Joe Strummer, de los Clash, venía por Granada para codearse con ese ecosistema. Niños Mutantes supo aprovechar esa oportunidad porque estaban rodeados de los mejores”.

Pero hay otros factores extramusicales que también definen la singularidad del grupo: “Hay que tener en cuenta que no abandonan en ningún momento su trabajo, todos ellos lo compaginan con la música. Eso significa que terminas de currar un martes, y en lugar de irte a tu casa te vas al local de ensayo, y el jueves o el viernes coges la furgoneta y te vas de gira por España. Eso les ha desgastado, lo contrario sería mentir, pero les ha permitido mantener su integridad y aguantar los peores momentos. Ahora pueden dejar el grupo sin sentirse obligados a dejar la música, no hay una dependencia exclusiva”.

Cuando se le pregunta al periodista si la despedida va en serio, ríe: “Miguel Ríos los llamó y les dijo que hicieran como él, que se despidieran y volvieran. A día de hoy creo, sin embargo, que su despedida es definitiva. Nadie descarta que no puedan reunirse, pero si lo hacen dentro de diez años tendrán 60, y no sé si para entonces tendrán muchas ganas de fiesta. Su coherencia y su malafollá granadina les va a impedir el revival”.  

Además, lo dejan en lo más alto. “Han tenido una gira brutal, han llenado donde nunca lo habían hecho, contentos y recibiendo toneladas de cariño. Es un buen momento. Y ya me lo dijo Nani: ‘Tengo ganas de quedar con Juanito para tomarme una cerveza con él sin hablar de música’”.  

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