MAR, mi villano favorito
Vamos a ponernos distópicos, así nos sacudimos la ñoñería navideña: imagina que dentro de unos años Isabel Díaz Ayuso llega a presidenta del gobierno de España. Nada más entrar en Moncloa, nombra portavoz a su hoy jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez (conocido como MAR). Lo veríamos después de cada Consejo de Ministros sentado en la rueda de prensa, y con mucho más poder del que tiene hoy en la Comunidad de Madrid. Solo de pensarlo da miedo, ¿verdad? ¿Y si te digo que eso ya pasó?
Tú no te acuerdas porque eres muy joven, pero hace casi treinta años un joven Miguel Ángel Rodríguez tenía despacho en Moncloa como secretario de Estado de Comunicación. Cada viernes daba la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros. Era presidente José María Aznar, y Rodríguez ya había sido su hombre de confianza en Castilla y León. De aquel tiempo quedó la simpática anécdota del 18 aniversario de la Constitución Española: “si la Constitución fuese una chica se vestiría de largo, y si fuese un ciudadano podría votar”, dijo Rodríguez en memorable rueda de prensa.
Ranciedades machistas al margen, el paso de MAR por Moncloa dejó otro tipo de huella no tan chistosa: la de sus amenazas a periodistas, directivos y propietarios de medios, y sus intrigas para controlar la información e intervenir en asuntos tan golosos como la guerra televisiva del fútbol, incluso amenazando a todo un presidente de Antena 3 con meterlo en la cárcel. Si eso hacía con un rico propietario, qué no haría con un plumilla.
Cuento esto para mostrar cómo las recientes amenazas, bulos y maniobras oscuras de MAR no nos pillan de nuevas a algunos. Su breve paso por el gobierno Aznar, y su anterior etapa en Castilla y León a finales de los ochenta, donde llegó a elaborar listas de periodistas díscolos que incluían información íntima, ya daban pistas de lo que podía hacer Rodríguez al lado de Ayuso: lo mismo que ha hecho toda su vida política, cada vez que ha tenido un cargo y, más importante, un presupuesto millonario para publicidad institucional, con el que comprar lealtades, conseguir eco para sus intoxicaciones, y castigar a periodistas y tertulianos que saquen los pies del tiesto.
Rodríguez se conduce en la jungla de la política madrileña/española con el mismo estilo que en sus tuits: como un macarra de discoteca, y que me perdonen los macarras de discoteca. El p'alante que ha querido convertir en su marca personal, es el que siempre ha aplicado en la cloaca mediática: esta información, p’alante, aunque sea un bulo. Este periodista, p'alante, sácamelo de la tertulia que tiene la lengua muy larga. Este medio, p'alante, que lo voy a triturar por investigar y publicar sobre los problemas con Hacienda del novio de Ayuso. Este fiscal general, p'alante, que vamos a convertir el caso Ayuso en el caso Fiscal.
Supongo que MAR, que este miércoles declara como testigo en el Supremo, se ve a sí mismo como un genio de la intriga política, un Rasputín castizo que susurra al oído de Ayuso y maneja los hilos del verdadero Poder. Pero es un villano de medio pelo, un fantoche cuyo único superpoder es el grifo de dinero público con el que mantiene engrasados a todos esos Minions que le siguen el juego.
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