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¿Despiértame cuando acabe 2025?

Una mujer viendo la televisión
5 de enero de 2025 21:30 h

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No sé tú, pero yo le he pedido a los Reyes Magos un palé de Lexatin y una manta bien gorda para taparme hasta la cabeza, por lo que pueda pasar en 2025. No es para menos: no llevamos ni una semana del nuevo año, y ya hemos leído y oído todas las previsiones y pronósticos. Y todas invitan, no al Lexatin y la manta, sino a atracar una farmacia y pasar el año entero dormido, como la protagonista de aquella novela de Otessa Moshfegh, Mi año de descanso y relajación. Y que nos despierten cuando acabe 2025 y todo haya pasado.

Es el estado de ánimo que te dejan los análisis que estos días hacen los medios para avanzar por dónde irá el nuevo año. Aquí traigo una graciosa gavilla de titulares de medios españoles e internacionales: “2025, un año repleto de amenazas”. “Guerras, desastres climáticos y magnates: los retos del año”. “Incertidumbre internacional, polarización nacional”. “2025: incertidumbre, imprevisibilidad y tensiones geopolíticas”. “Seis amenazas para la economía en 2025”. “Un escenario complejo marcado por la inestabilidad”. “2025: un mundo cada vez más convulso que apunta hacia el ciberautoritarismo”.

Eso en líneas generales, que si bajas a lo particular, más de lo mismo. Si te agota la política nacional: “El año más crítico para Sánchez: crisis judicial, política, interna y electoral”. Si no puedes pagar un piso: “La crisis de la vivienda no da tregua y amenaza con nuevas subidas en 2025”, “El precio del alquiler se disparará en 2025”. Si no llegas a fin de mes, más alegrías: “Todo lo que sube en 2025: la luz, la vivienda, los alimentos, las pensiones o la telefonía”. Y si eres autónomo, ración doble de barbitúricos: “Un año incierto para los autónomos”.

Para estirar la broma, algún medio ha encargado las previsiones a ChatGPT, a ver qué dice la Inteligencia Artificial, nuestro nuevo Nostradamus. Según la IA, en 2025 nos espera una pandemia más mortal que el Covid, un gran conflicto mundial con posibilidad de guerra nuclear, desastres naturales catastróficos por el cambio climático descontrolado, colapso de internet, menos democracia, más regímenes autoritarios… Gracias, ChatGPT.

Curiosamente, en la mayoría de análisis la palabra más repetida es “incertidumbre”. El año de la incertidumbre, un 2025 de incertidumbre global, incertidumbre mundial marcada por el regreso de Trump…, así decenas de titulares. Es gracioso que todos coincidan en que el año será incierto e imprevisible, y al mismo tiempo pronostiquen grandes males. ¿En qué quedamos, es incierto o es chungo? ¿Hemos asimilado definitivamente que la incertidumbre solo puede contener malas noticias? ¿No cabe algo bueno entre todo lo inesperado?

En este principio de año hay que recordar una obviedad: el 2025 no está escrito, se pongan como se pongan los expertos, Nostradamus o ChatGPT. No está escrito. Hay citas previstas, eventos agendados, tendencias que se ven venir, y hasta realidades inamovibles; pero todo lo demás es un folio en blanco. Pensemos en cuántas cosas pasaron el año pasado que no estaban entre las previsiones del anterior enero. Incluso algunas cosas buenas, aunque se nos olviden.

Si aceptamos el consenso de que 2025 será como una versión empeorada de 2024, por supuesto diremos “despiértame en 2026”. Pero ya andamos sobrados de fatalismo y derrotismo, no demos por perdido el año antes de pelearlo. Por ejemplo, no digamos que el alquiler seguirá subiendo y subiendo, como si fuese un fenómeno natural, pues eso solo ocurrirá si nos quedamos cruzados de brazos y no apretamos a los distintos gobiernos para que actúen. Que no, que no está escrito. Que una parte importante la podemos escribir nosotros, la tenemos que escribir nosotros. Que sí, venga.

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