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El reto de ser 100% renovables en 2025

Emplazamiento de telecomunicaciones de Cellnex con placas solares

Azahara García

En los últimos años existen dos acrónimos que están cobrando cada vez más importancia en las grandes empresas, se trata de RSC (Responsabilidad Social Corporativa) y los criterios ESG (Environmental, Social y Gobernance por sus siglas en inglés, es decir, medioambientales, sociales y de gobernanza). Se trata, en primer lugar, del compromiso que adquieren las empresas para llevar a cabo sus operaciones de una manera ética, contribuyendo al desarrollo sostenible y al bienestar social y teniendo en cuenta la protección medioambiental. Por su parte, los criterios ESG evalúan el impacto de la empresa en el medio ambiente, cómo son las relaciones con sus empleados y con la sociedad y cuán responsable es su gobierno corporativo. Ambos acrónimos se refieren, en definitiva, al equilibrio entre el éxito empresarial y el impacto positivo en la sociedad y su hábitat. 

Además, adoptar prácticas sostenibles y éticas también ayuda a optimizar costes al promover la eficiencia energética, la reducción de residuos y una mejor gestión de recursos. Sin embargo, el efecto que estas prácticas tienen en la imagen corporativa hace que conceptos como el greenwashing o postureo ecológico se conviertan en motivo de preocupación. En este sentido, la directiva europea ya busca combatirlo para evitar que compañías que no son respetuosas con el medio ambiente intenten capitalizar la preocupación pública y atraer consumidores hacia sus productos. También son las propias organizaciones las que, con el objetivo de alejarse de estos conceptos, comienzan a tomar acción con proyectos y estrategias ESG cuyo impacto sea real y tangible. 

Toman así protagonismo figuras como los contratos de compraventa de energía a largo plazo o PPA (Power Purchase Agreement, por sus siglas en inglés). Este tipo de contratos entre empresas y proveedores de energía renovable tienen un plazo de entre siete y 15 años, normalmente diez, con lo que se aseguran durante ese tiempo una cantidad de electricidad generada por parques solares o eólicos a precios no sujetos a la volatilidad del mercado. 

De esta forma las empresas pueden garantizar que la electricidad que consumirá en el marco de sus actividades en los próximos diez años tendrá un origen renovable certificado. Esto no solo ayuda a descarbonizar la actividad corporativa y a dar previsibilidad a los costes energéticos, sino que este tipo de contratos están convirtiéndose en una pieza fundamental en el desarrollo de una infraestructura energética limpia además de contribuir en los avances hacia una menor dependencia exterior.

Consumo renovable en 2025

En este sentido, Cellnex, como principal operador europeo de infraestructuras de telecomunicaciones inalámbricas, ha firmado un acuerdo con Elawan para el suministro de electricidad renovable durante diez años. De esta forma refuerza su compromiso con el hecho de que su consumo eléctrico será 100% renovable en 2025, en línea con su Plan de Transición Energética, englobado en el Plan Director ESG 2021-2025. De este modo, Cellnex recibirá más de 400.000 megavatios/hora de energía renovable al año, certificando así que la electricidad consumida proviene de fuentes renovables.

“Este contrato a largo plazo nos garantiza que la energía renovable que consumimos va a venir de cuatro parques eólicos y fotovoltaicos concretos, nos ofrece además esa seguridad en todos los países de Europa en los que tenemos consumo directo de energía”, explica Mila Rey, Global Head of Energy en Cellnex, en referencia al desarrollo de tres parques fotovoltaicos en Albacete y un parque eólico en Cuenca, con una capacidad total de 200 megavatios. “Además de dar respuesta a uno de nuestros compromisos estratégicos en materia de consumo, contribuye a la aspiración de aumentar sustancialmente la capacidad de generación renovable en España y, al mismo tiempo, a los objetivos globales de descarbonización”, asegura Rey. 

Un ambicioso Plan de Transición Energética 

El objetivo de Cellnex de asegurar que el 100% de la electricidad que consume provenga de fuentes renovables en 2025 es una de las palancas esenciales para la reducción de su huella de carbono y es uno de sus tres objetivos de reducción de emisiones validados por la Science Based Targets initiative (SBTi). Otro de los pilares de su Plan de Transición Energética es Energy 4.0, que busca monitorizar, controlar y optimizar el consumo energético con sistemas de medición inteligentes. “El grueso de nuestro consumo es debido a los equipos de clientes, los que también buscan la mejor eficiencia, ya que revertirá en un menor consumo y coste energético”, explica Rey quien alaba la plataforma de monitorización con la que cuenta Cellnex y que permite “ofrecer transparencia y trazabilidad sobre el coste energético y su origen a nuestros clientes, un asunto absolutamente prioritario”, señala Rey. 

Tras la medición, entra el segmento Energy Efficiency cuyo objetivo es mejorar la eficiencia energética y para ello están trabajando en el despliegue de la ISO 50001 de Sistemas de Gestión de la Energía. Y, por último, con el pilar Self-generation se busca aumentar el autoconsumo en el propio grupo, centrándose en Italia y España, dónde ya casi el 10% de su portfolio incluye instalaciones fotovoltaicas. 

En definitiva, la compañía apuesta por una política energética que aspira a ir más allá de la mera compra de energía limpia, buscando la neutralidad en carbono en 2035 y con el objetivo final de alcanzar el objetivo Net Zero en 2050.

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