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Crónica

Sánchez evita mencionar a la Monarquía (y a Franco) en el primer acto de conmemoración de los 50 años del fin de la dictadura

Sánchez, este miércoles, en Madrid.
8 de enero de 2025 22:09 h

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Para conmemorar que España vive en democracia desde hace 50 años solo hace falta una cosa: ser demócrata. No hay más. Cargar contra la iniciativa del Gobierno de poner en marcha un programa de actos para conmemorar la muerte del dictador Francisco Franco, el reconocimiento de las libertades y el recuerdo de lo que fue y lo que hoy es España solo puede responder a tres motivaciones: el sectarismo, la ignorancia o la banalización de algunas señales que amenazan con acercarnos peligrosamente a un pasado que creíamos superado.

¿Puede volver a ocurrir? Puede. “El fascismo que creímos dejar atrás es ya la tercera fuerza política de Europa, la internacional reaccionaria liderada por el hombre más rico del planeta ataca a nuestras instituciones, azuza el odio y llama abiertamente a apoyar a los herederos del nazismo en Alemania”. Son palabras del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en referencia a Elon Musk y su abierta llamada a apoyar a Alternativa por Alemania en las próximas elecciones que son difíciles de rebatir. Excepción, claro está, de Vox y de aquellos que, por resentimiento, convencimiento o cálculo electoral prefieren cerrar los ojos ante una realidad tumbativa y que Síndrome 1933 (Gatopardo), de Siegmund Ginzberg, les ayudaría a comprender los riesgos a los que se enfrentan hoy las democracias liberales. Obligada lectura para lo que está por venir.

A lo que íbamos. ¿Qué es exactamente lo que Esperanza Aguirre, Jiménez Losantos, Joaquín Leguina o Juan Luis Cebrián animan a boicotear los actos con los que el Gobierno pretende celebrar la llegada de la democracia a España tras la muerte de Franco? ¿Qué entienden por “aquelarre guerracivilista”? ¿Prefieren aquella España de 'una, grande y libre'? ¿Acaso no creen necesario transmitir a nuestros jóvenes la importancia de vivir en democracia?

“La mayoría de las cosas que hacen hoy los jóvenes estarían prohibidas en mi juventud. Por muchos defectos que encuentren en la democracia, es el único régimen que les permite expresarse”. Quien así habla en esta ocasión es la periodista Sol Gallego-Díaz, que en el Museo de Arte Reina Sofía participó este martes también en la presentación de los actos de conmemoración de la muerte del dictador y en la que por ¿motivos de agenda? no estuvo Felipe VI, quien igual que Pedro Sánchez hace un par de semanas en Italia llamaba a no repetir el pasado “ni siquiera como caricatura”.

¿Acaso hablaba del fascismo italiano pero no de la dictadura franquista? ¿Acaso no quiere molestar a los nostálgicos de aquella época? 

Gallego-Díaz participó en un diálogo con Javier Padilla, historiador y autor del libro A finales de enero (Tusquets, 2019), sobre el asesinato en 1969 del estudiante Enrique Ruano, miembro del llamado Frente de Liberación Popular, mientras era custodiado por la policía franquista. “Cuando mataron a Ruano”, explicó la periodista, “yo tenía 18 años y faltaban tres décadas para que él [Padilla] naciera. Me produjo una emoción enorme encontrar a un joven como él que se preocupara por investigar el movimiento estudiantil que yo había vivido”.

Durante su intervención, Pedro Sánchez evitó este martes cualquier mención a la Monarquía en el marco de un programa que tiene también como objetivo “homenajear a todas aquellas personas, a todos aquellos colectivos, a todas aquellas instituciones que hicieron y han hecho posible esta transformación de éxito”. Citó expresamente “el esfuerzo de los trabajadores y de los empresarios, de la sociedad civil, de los partidos políticos, de los ayuntamientos, de las comunidades autónomas y de los distintos gobiernos que han tenido a lo largo de estos más de 40 años de democracia nuestro país”.

Se olvidó también de los sindicatos, cuyos líderes de UGT y CCOO, Pepe Álvarez y Unai Sordo, sí estuvieron en el acto. Y en primera fila, junto a los ministros del Gobierno. Sin una alusión expresa tampoco a Franco, el presidente del Gobierno sí quiso recordar el cuadro con el que Picasso plasmó el horror de la guerra civil y que regresó a España desde el Moma de Nueva York solo cuando España había conquistado ya la democracia, tal y como había pedido el pintor malagueño.

Recordar algo tan obvio como que tras la muerte del dictador, la sociedad española decidió “apostar por la democracia y por la libertad” e iniciar un proceso “de transformación política institucional y social que terminó convirtiendo a España en un país influyente, abierto y tolerante” no debería suscitar cisma alguno, pero no es así.

El PP, al que tampoco citó Sánchez, no cree que nada de todo esto contribuya a poner en valor la democracia ni a refrescar la memoria de un pasado sin libertad y sin derechos. Solo ve una utilización partidista por parte del Gobierno de una fecha que, a su entender, no es la que se debió elegir para celebrar una España en democracia sino la de la aprobación de las primeras elecciones democráticas. Algo que Sánchez rebatió con un recordatorio de lo realizado en otros países que conmemoron el aniversario de sus democracias apoyados en el mismo hito que en España. Hubiera dado igual porque si piove, porco governo.

Nada de lo que lleve el sello del Gobierno contará con su aprobación. Ni siquiera el recordatorio de una España que hace 50 años apostó por la democracia y que este miércoles concitó en el Auditorio del Museo Reina Sofía la presencia, sí, de la práctica totalidad del Gobierno, pero también de representantes de distintas instituciones, organizaciones sindicales, sociales y académicas. Ni atisbo de sectarismo ni partidismo, oiga. Solo una explícita reivindicación de la libertad, los derechos conquistados y la democracia. Quizá, eso sí, un acto poco ambicioso, de escasa de profundidad y con un vídeo de aderezo más propio de primero de facultad que de rigor académico. 

Todo acabó con la actuación musical de Jimena Amarillo, quién interpretó una versión muy particular de Libertad sin ira, mientras se proyectaba un vídeo con imágenes de Santiago Carrillo y Manuel Fraga en la Transición, los reyes eméritos, las Fuerzas Armadas en misiones de paz, las primeras bodas entre personas del mismo sexo, los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992 o las grandes estrellas del deporte español. Igual la derecha de Feijóo debería dar una pensada a esto si no quiere parecerse aún más a esa ultraderecha que reivindica sin vergüenza alguna el franquismo y la dictadura. Igual sí.

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