España aún no ha conseguido recuperar el terreno perdido en cuanto al PIB per cápita respecto a la UE que tenía antes de la pandemia. Aunque la brecha va poco a poco reduciéndose, aún está once puntos por debajo y con cifras inferiores a las que tenía en 2019, antes de que el coronavirus se cebrara especialmente con la economía española, basada fundamentalmente en el sector servicios. En aquel momento, de todas formas, la riqueza del país en función de la población estaba también lejos del umbral europeo y de las cifras que llegó a tener durante la burbuja inmobiliaria.
España registró en 2023 un PIB per cápita por poder de compra (PPP, por sus siglas en inglés) equivalente al 89% del promedio de la UE, según se desprende de los datos que ha publicado este martes Eurostat, la oficina estadística comunitaria. Son once puntos por debajo de la media europea, que se sitúa como referencia en el 100. La distancia, no obstante, se ha reducido ligeramente en los últimos años, ya que se en 2022 se registró un PPP del 86% y del 84%, en 2021.
Le quedan dos puntos para alcanzar el 91% que tenía antes de la pandemia y en el que se había mantenido más o menos estable desde el año 2011. Fue durante la crisis del coronavirus cuando se produjo un bajón de ocho puntos que abrió una brecha considerable con la media de la UE (17 puntos) y con las grandes economías europeas. Por ejemplo, en Alemania se situó en el 123% (dos puntos más que en 2019); en Francia, en el 105% (un punto por debajo); e Italia, en el 94% (tres puntos menos).
El otro momento en el que se produjo el desplome del PIB per cápita español fue en los años 2010 y 2011, cuando comenzaron los efectos de la crisis financiera que llevaron a duros recortes sociales. El PPP cayó del 101% en 2009 al 96% un año después y al 93%, en 2011.
Durante los años de la burbuja inmobiliaria, el reparto per cápita de la riqueza se mantuvo incluso por encima de la media de la UE, con un punto álgido en 2006, que se situó en el 105%.
Eurostat detecta “importantes diferencias” en el PIB per cápita de los 27. La tabla la lidera Luxemburgo con un 240% (140 puntos por encima de la media), seguido de Irlanda (212%). En el primer caso, lo atribuye a la “elevada proporción de trabajadores transfronterizos” y, en el segundo, lo explica “parcialmente” por “la presencia de grandes multinacionales con derechos de propiedad intelectual”, que es el denominado doble irlandés, según el cual una sociedad en Irlanda puede recibir los beneficios por propiedad intelectual generados en otros países y luego estos se redirijan a otra filial en un paraíso fiscal sin Impuesto de Sociedades.
En el lado opuesto, se encuentran Bulgaria (64%), Grecia (67%), Letonia (71%) y Eslovaquia (73%). Además de esos ellos, otros siete países están por debajo de España en lo que respecta al PIB per cápita.
A pesar de que España no haya conseguido cerrar esa brecha que se abrió con la pandemia, en Bruselas ponen como ejemplo el crecimiento de la economía española, que con un 2,5% ha superado en cinco veces el del conjunto de la eurozona en 2023. “España está en mejor forma que el resto de la UE”, dijo recientemente el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, en una entrevista en El País. También las perspectivas de crecimiento son mayores que para el resto de las grandes economías de la UE.
Las advertencias de Bruselas llegan a Madrid por el elevado porcentaje de deuda pública y piden un “mayor esfuerzo”. “La actuación para reducir significativamente el alto nivel de deuda pública y el déficit estructural ha sido limitada en el pasado reciente, y es necesario un esfuerzo adicional de consolidación para que España alcance una posición presupuestaria saneada”, señalaba la Comisión Europea en un informe sobre los desequilibrios financieros publicado este lunes.
El aviso llega, además, en un momento en el que la UE va a recuperar las reglas fiscales que obligan a los estados miembros a apretarse el cinturón tras años de gasto expansivo tras la pandemia y la guerra en Ucrania. El corsé fiscal se reactivará este año con la vista puesta en la reducción de la deuda y el déficit para que se encaminen a máximos del 60% y el 3% sobre el PIB, respectivamente. En un informe más exhaustivo sobre la monitorización de la sostenibilidad de la deuda a largo plazo, Bruselas sitúa a España entre los nueve países que tienen un “alto riesgo” en el medio plazo, junto con Bélgica, Grecia, Francia, Italia, Portugal, Rumanía, Eslovaquia y Finlandia.
El Banco de España confirmó en febrero que la deuda pública se redujo 4 puntos, desde 2022, hasta el 107,7% del PIB en 2023. Para este año, el Gobierno espera que baje al 106%. En el primer trimestre de 2021 alcanzó el 125,3% debido a la política de ayudas que desarrolló el Ejecutivo para ayudar a familias y empresas contra las consecuencias del shock de la pandemia y de la crisis de precios. Así, serían casi 20 puntos de reducción hasta 2024, gracias a la progresiva disminución del déficit (el desequilibrio entre ingresos y gastos del Estado) y, sobre todo, al crecimiento económico.
Además, la factura de intereses de la deuda pública a la que hace frente nuestro país solo se ha elevado tres décimas desde el mínimo de los últimos años si se relaciona con el PIB, del 2,1% de 2021 al 2,4% actual. Es decir, sigue siendo asumible, y todas las previsiones (del Gobierno, del FMI o de la OCDE) confían en que continuará siendo así.