El Gobierno lleva presionando desde hace meses a la Comisión Europea para que flexibilice su objetivo de déficit de este año. Esta aspiración no se acaba de materializar porque Bruselas puso como condición conocer antes la cifra definitiva de déficit española. Una vez corregida la estimación inicial de Hacienda, las conversaciones se han intensificado para poder cerrar un acuerdo antes de la publicación del programa de estabilidad en la segunda quincena de abril.
Según adelantó El País la semana pasada, la discusión estaría centrada ahora en si el objetivo para 2013 debe rebajarse al 5,5% o al 6%. Como es lógico, Economía lucha por conseguir esta última cifra, que partiendo de la base de que en 2012 el agujero del Estado se cifró en un 7%, encuentra realizable.
Bruselas no quiere dar sensación de manga ancha hasta el punto de que el martes negó las negociaciones con España. El desmentido de la Comisión es casi inexplicable, como inexplicable sería que se le siguiera exigiendo a España una meta del 4,5% este año, un marcador inalcanzable en recesión.
Precisamente, del tamaño de la recesión en el próximo ejercicio depende la benevolencia de Bruselas en cuanto a la disciplina fiscal española. La previsión oficial del Gobierno estima que el PIB solo caería este año un 0,5%, un dato extremadamente optimista que pronosticaba, incluso, un crecimiento de la actividad económica en el segundo semestre. Con esta tarjeta de presentación, Bruselas difícilmente accedería a rebajar las exigencias de déficit ya que una evolución económica tan positiva podría llegar a estar en línea con el objetivo inicial de Bruselas.
Según Reuters, lo que realmente estaría en cuestión es si también se alarga el plazo para conseguir el objetivo final en esta senda de disciplina fiscal: dejar el agujero del Estado en un 3% del PIB. Con la senda actual, la previsión es que esta cifra se logre en 2014 y Economía ha pedido que se alargue hasta 2015. Aunque parece la batalla más difícil de librar, también sería la que mayor credibilidad daría al plan de acción por ser mínimamente realizable.
Así las cosas, De Guindos ha tenido que rendirse a la evidencia y en el paquete negociador ha incluido las previsiones macroeconómicas con las que se diseñaron los Presupuestos Generales del Estado para 2013. Según fuentes conocedoras de la situación, la nueva estimación del Ejecutivo estaría más próxima a una caída del 1% de la economía.
Una contracción del 1% seguiría siendo un dato muy positivo frente a las previsiones internacionales que pronostican que la economía española caerá en 2013 alrededor del 1,5%. La Comisión Europea sitúa esta cifra en un 1,4% pero el Banco de España, la institución que tradicionalmente clava las previsiones económicas, se inclina por una caída del 1,5%.
Economía se resiste al fatalismo de estos datos, como Hacienda se resistió a situar el déficit en el 7%, pero Bruselas presiona para que la hoja de ruta del Gobierno gane en credibilidad. Teniendo en cuenta que la rectificación se produce en abril, parece ya tarde para que con las nuevas cifras se puedan corregir las políticas y estrategias programadas con unos datos sensiblemente mejores.