La vida de Ngozi Okonjo-Iweala está llena de cifras muy elevadas, incluso para una economista. Como presidenta de Gavi, la Alianza para la Vacunación, ha dirigido la inmunización anual de millones de niños. Cuando fue directora general del Banco Mundial, supervisó operaciones por valor de 81.000 millones de dólares. En su etapa al frente de las finanzas de Nigeria, se encargó de una deuda de 30.000 millones de dólares del país más poblado de África. Y tiene 1,5 millones de seguidores en Twitter.
También hay muchas cifras más pequeñas: las 20 organizaciones sin ánimo de lucro que han nombrado a Okonjo-Iweala miembro de sus consejos consultivos, los grandes bancos y empresas a los que ha asesorado, los 10 títulos honoríficos además de su propio doctorado, una veintena de premios, las decenas de informes de envergadura de los que es autora, así como los libros.
Además, están las múltiples listas en las que aparece Okonjo-Iweala, de 66 años: las 100 mujeres más poderosas del mundo, las 100 personas más influyentes del mundo, las 10 mujeres más influyentes de África, el top mundial de 100 o 150 mujeres, y muchas otras.
Este lunes, Okonjo-Iweala ha pasado a engrosar una nueva lista: la de los directores generales de la Organización Mundial del Comercio (OMC), un puesto que nunca antes ha sido ocupado por una persona africana, ni por una mujer.
Okonjo-Iweala se hará cargo de la institución –con un presupuesto de 220 millones de dólares y una plantilla de 650 personas– en un momento crítico.
Será el momento de poner en práctica toda la experiencia en números que ha adquirido a lo largo de 40 años de carrera. Según los expertos, el sistema de comercio mundial, con la OMC en el centro, afronta un momento decisivo. ¿Pero puede Okonjo-Iweala solucionarlo?
Una infancia marcada por las dificultades
Okonjo-Iweala tenía seis años cuando Nigeria se independizó de Gran Bretaña en 1960. Creció en un pequeño pueblo del estado del Delta, al sur del país. Sus padres, ambos distinguidos académicos, estaban estudiando en Europa con becas, por lo que ella y sus seis hermanos fueron criados por una abuela. La vida no era fácil. A los nueve años, Okonjo-Iweala había aprendido a cocinar, a buscar leña y a encargarse de muchas de las tareas domésticas.
La guerra civil que enfrentaba al estado separatista de Biafra con el Gobierno central nigeriano interrumpió su educación y la expuso a más penurias. “Comía una sola comida al día y los niños se morían. Así que aprendí a vivir con mucha moderación. Suelo decir que puedo dormir tanto en un suelo de adobe como en una cama de plumas y estar muy cómoda. Eso me ha convertido en alguien que puede prescindir de cosas en la vida por lo que sufrimos”, declaró Okonjo-Iweala a la revista Forbes el año pasado.
Cuando su hermana de tres años enfermó de malaria, fue Okonjo-Iweala quien la llevó en brazos durante cinco kilómetros hasta la consulta del médico, abriéndose paso entre una multitud de 600 personas y trepando por una ventana para conseguir el tratamiento que salvó la vida de la niña.
Del Banco Mundial al Gobierno de Nigeria
Al final de la guerra, Okonjo-Iweala se fue a EEUU a estudiar economía en Harvard y en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts). Se casó con su novio de la infancia y, a los 25 años, empezó a trabajar para el Banco Mundial, ascendiendo constantemente en la jerarquía de la institución y viajando mucho. Solo lo dejó cuando la llamaron para ser ministra de Economía de Nigeria en 2003.
El nombramiento sumió a Okonjo-Iweala en una batalla para impulsar reformas económicas. “Cuando me convertí en ministra de Economía, me llamaron Okonjo-Wahala, o la Mujer problemática”, declaró a The Guardian en 2005. “Significa: 'Te cae la del pulpo'. Pero no me importa cómo me llamen. Soy una luchadora; estoy muy centrada en lo que hago y soy implacable en lo que quiero conseguir, casi hasta el extremo. Si te interpones en mi camino, te quitaré de una patada”.
Se enfrentó a la enorme deuda de Nigeria convenciendo a las escépticas potencias occidentales para que concedieran un alivio de la misma. El ex primer ministro británico Gordon Brown la calificó de “reformista brillante”, aunque otros apreciaron menos el acuerdo que hizo con los acreedores. Algunos analistas señalan que muchas de las promesas que hizo a los nigerianos de crecimiento económico y creación de empleo no se cumplieron.
“Puede ser muy firme y audaz, tal vez asusta a algunos, pero al mismo tiempo sigue siendo ella misma. Una mujer que nos hace reír. Siempre está de broma”, dice Ada Osakwe, una economista que trabajó con Okonjo-Iweala en el Gobierno.
La nueva cabeza de una institución cuestionada
Ahora que las elecciones estadounidenses han acabado con la oposición de la administración Trump a su nombramiento, dirigirá la OMC. Se trata de un puesto con mucha más exposición e influencia que cualquiera que Okonjo-Iweala haya ocupado antes.
La organización, con sede en Ginebra, se ha enfrentado durante décadas a duras críticas desde todos los ámbitos. Fue el principal objetivo de un movimiento que protestaba contra las consecuencias más nefastas de la forma de capitalismo y el proceso de globalización que promueve, mientras que más recientemente ha sido atacada por Estados Unidos por no haber abordado el desafío que supone el modelo de “capitalismo de Estado” de China.
Las naciones más pobres del Sur global llevan mucho tiempo protestando contra las ventajas que, según ellos, ha dado al mundo desarrollado, y su relativa falta de influencia en la toma de decisiones en comparación con los Estados más ricos. Los subsidios agrícolas han sido un punto de discordia particular. La organización no ha sellado un gran acuerdo comercial multilateral en años, y las esperanzas de que pudiera reducir de algún modo la sobrepesca o ayudar a gestionar el salvaje oeste comercial que es el comercio electrónico se han desvanecido.
La pandemia de COVID-19, con economías en apuros y un creciente proteccionismo en todo el mundo, plantea nuevos problemas. “La OMC necesita... una mirada nueva, una cara nueva, una persona ajena a la organización, alguien con la capacidad de poner en marcha reformas y trabajar con los miembros para asegurarse de que la OMC sale de la parálisis parcial en la que se encuentra”, dijo Okonjo-Iweala en una entrevista con CNN.
La economista Ada Osakwe cree que el nombramiento es “un gran paso para África y para el mundo”. “El hecho de que una mujer tan destacada tome el timón de una institución que necesita un cierto nivel de reorganización, teniendo en cuenta todo lo que está sucediendo con el comercio en el mundo, las luchas entre Estados Unidos y China. Ella ha estado en las trincheras”, dice a The Guardian.
La semana pasada, Okonjo-Iweala dijo a sus seguidores de Twitter que estaba deseando “finalizar el proceso de la Dirección General de la OMC”. “Hay un trabajo vital por delante para hacer juntos”, publicó.
Traducido por Icíar Gutiérrez