Donde antes había tres cajeros en pocas manzanas, ahora, con suerte, queda uno. Eso en las ciudades. En cientos de municipios españoles han pasado de tener cajero a depender de oficinas itinerantes o de Correos para obtener efectivo. Pese a ello y a que la pandemia presagió el éxito final del pago con tarjeta o con dispositivos móviles, el dinero en metálico sigue muy presente.
Al tiempo que en España han ido desapareciendo las oficinas bancarias, también lo han hecho los cajeros automáticos. Aunque hayan surgido alternativas como algunos de estos terminales situados en comercios o en estaciones de transporte, el número no ha dejado de menguar en los últimos años. Solo entre enero y septiembre de este año se han retirado 1.600 en toda España. El nivel actual, 43.600 repartidos por todo el país, es el más bajo alcanzado desde que el Banco de España lleva la cuenta, en el año 2000.
A priori, esta eliminación iría acompañada de una menor retirada de efectivo. Es cierto que cada vez se va menos a un cajero, pero eso no significa que se obtenga menos metálico de estos dispositivos. El propio organismo supervisor señala que en los nueve primeros meses del año, los últimos datos actualizados esta misma semana, los españoles obtuvieron 92.422 millones de euros. El registro está en máximos y solo le supera, por poco, el año 2019. Y la tendencia va al alza.
El estallido de la pandemia y la distancia social apuntó a un aumento de las operaciones con tarjeta, especialmente en aquellas sin contacto. Así ha sido, ha ido creciendo el número de transacciones realizadas en TPV, los dispositivos de pago con tarjeta o con el móvil. Es una de las razones que se plantean, por ejemplo, cuando se analiza por qué crece la recaudación, ya que los pagos con tarjeta escapan menos del control tributario, reduciendo la facturación en negro.
Sin embargo, el aumento del uso de medios alternativos no ha supuesto, en absoluto, el abandono del efectivo, tal y como se desprende de los resultados de las estadísticas del Banco de España. Es cierto que 2020 supuso un desplome de las retiradas de efectivo. El dato más bajo registrado por el supervisor en cuanto al uso de los cajeros. Sin embargo, desde entonces la cifra no ha dejado de subir y este año se acerca ya al mayor registro histórico.
La desaparición de cajeros en España tiene diferentes efectos según se hable de una realidad urbana o de una rural. En una ciudad conlleva que haya que caminar más hasta uno de estos dispositivos o, quizá, cambiar un desplazamiento para poder pasar por uno. En un municipio pequeño, sin embargo, la realidad puede llevar a que se tenga que acudir a otra localidad para poder acceder a cajeros ya que donde se reside no hay, o no lo hay de su entidad.
En consecuencia, se va menos a los cajeros. Esto se produce especialmente entre la población más joven, menos aferrada al efectivo, pero también para el resto al tener menos dispositivos a los que acudir. Las estadísticas muestran que esto no está suponiendo una merma en la obtención de efectivo. Por tanto, lo que está sucediendo es que se va menos pero se saca más dinero en cada operación.
En concreto, en el tercer trimestre de este año, que incluye el verano, los españoles sacaron de media 181 euros cada vez que acudieron a un cajero. Es el dato más alto de toda la serie. Con una excepción. El primer trimestre de 2020, al comienzo de la cuarentena, el dato llegó a estar más alto, en 184 euros por operación. La restricción del movimiento y la incertidumbre pudieron llevar al alza este dato hasta un nivel tan excepcional que ahora, sin esos condicionales, está a punto de ser superado.
El efectivo sigue siendo el medio de pago mayoritario en España pese a que las nuevas generaciones estén virando a otros sistemas. El Banco de España publicó en octubre una encuesta que muestra cómo sigue muy vigente aunque la pandemia apuntara a una evolución distinta. Según este sondeo realizado junto a Ipsos, el 65% de los encuestados lo utiliza diariamente, frente al 32% de las tarjetas. No solo no mengua, sino que es un porcentaje superior al del año anterior. Además, según esta encuesta, el 61% de los pagos se realiza en metálico; el 32%, con tarjeta; y el 6%, con dispositivos móviles.
El pago en metálico tiene, además, un claro componente generacional. Según esta encuesta, son los ciudadanos de entre 25 y 44 años los que más utilizan la tarjeta para sus pagos diarios. En ambos casos se supera el 43%. Sin embargo, el porcentaje se desploma entre los más mayores, que siguen siendo fieles al efectivo. Tres cuartas partes de los mayores de 55 años dicen utilizar este sistema a diario.
Esta encuesta daba otro dato que muestra cómo la desaparición de cajeros obliga a mayores desplazamientos. Según los resultados de este estudio, el porcentaje de personas que tienen un dispositivo de este tipo a menos de un kilómetro ha caído en solo un año, cuatro puntos, hasta el 77%, mientras que ya casi una cuarta parte de la población tiene que recorrer entre uno y 10 kilómetros para poder obtener efectivo.
Las alternativas a los cajeros no despegan
El acceso al dinero en metálico ha sido uno de los puntos del debate durante los últimos dos años en torno a la lucha contra la exclusión financiera del entorno rural. Año tras año, cientos de municipios han ido perdiendo la presencia de los bancos en sus territorios, lo que complica las gestiones bancarias básicas. El sector se comprometió con el Gobierno a implementar una serie de alternativas que pudieran mejorar el acceso al efectivo de los clientes en municipios donde no se tienen cajeros. Aquí surgieron iniciativas como las oficinas móviles, las alianzas con Correos o los servicios en comercios para permitir que al tiempo que se hace una compra se pueda obtener efectivo.
El Banco de España ha concluido en un informe publicado esta misma semana que estas alternativas están teniendo una acogida fría entre los clientes. El documento incidía en “la importancia de acompañar el despliegue de los canales alternativos con actuaciones que promuevan y faciliten su uso por parte de la clientela”. De hecho, la encuesta, realizada unas semanas antes, consideraba que solo una cuarta parte de los clientes conoce que existe un servicio de retirada de efectivo en las oficinas de Correos y apenas un 2% era conocedor del servicio de cash back para retirar dinero en comercios.
El organismo concluyó en su estudio sobre las medidas para mejorar la inclusión financiera de los pequeños municipios que, en efecto, se estaba reduciendo el número de localidades sin ningún punto de acceso bancario. Esto se debe a las oficinas móviles o los acuerdos con Correos. Sin embargo, el Banco de España considera que la utilización efectiva de estos puntos sigue siendo “minoritaria”. Las personas, sobre todo las más mayores, siguen prefiriendo la oficina bancaria o que un familiar les realice las gestiones, antes que estos medios alternativos.