En pleno debate sobre la necesidad de una paulatina descarbonización de la economía, España, campeón europeo en dependencia energética, batió en 2017 su récord de importaciones de crudo por tercer año consecutivo al alcanzar un nuevo máximo histórico de 65,843 millones de toneladas, un 2,6% más que en 2016, según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores) publicados el martes.
Por su parte, el consumo de productos petrolíferos se estancó en 2017 en 58 millones de toneladas, un nivel similar al de la segunda mitad de la década de los 90 del siglo pasado y muy lejos del pico de 75 millones de 2007, cifra que todo apunta que nunca volverá a alcanzarse.
La explicación a esa sucesión de récords en la importación de crudo está en la actividad de las refinerías españolas, que han disparado un 134% sus exportaciones en la última década para rentabilizar las millonarias inversiones (más de 6.500 millones de euros) que realizaron las petroleras en plena crisis para aumentar su capacidad de producción de destilados medios (queroseno y gasóleo).
Así, en 2017, las exportaciones de productos petrolíferos marcaron un máximo histórico por décimo año consecutivo al aumentar un 9,1%, hasta 25,118 millones de toneladas, con gasóleos (31,8%), gasolinas (18,27%) y fuelóleos (14,5%) como principales productos.
Desde la Asociación de Operadores Petrolíferos (AOP), la patronal que agrupa en España a empresas como Repsol, Cepsa, BP o Galp, destacan que actualmente España tiene un parque de refino “muy diversificado” y que “es de los más eficientes del mundo” y recuerdan que “desde 2012 somos exportadores netos de productos petrolíferos”, lo que “ilustra un cambio radical en el refino español”.
Álvaro Mazarrasa, director de esta asociación hasta diciembre pasado, defiende que la diferencia entre el petróleo que se importa y lo que se vende luego a terceros países sale a cuenta: “Entra crudo pero se exporta más valor añadido; exportas margen de refino y das trabajo a un montón de gente”, resume.
Este auge de las importaciones de petróleo tiene un impacto directo en el déficit comercial, la diferencia entre lo que España vende al exterior y lo que tiene que comprar a terceros países.
Hasta noviembre, último dato disponible, las exportaciones de bienes de España alcanzaron la cifra récord de 255.155 millones de euros, lo que supone más que en todo 2016 y un aumento interanual del 9,1% que en buena parte (2,5 puntos) se debió a las exportaciones de productos energéticos. Estas se dispararon un 49,6%, hasta 17.763 millones de euros.
Sin embargo, el repunte no sirvió para compensar el incremento de las importaciones de productos energéticos, una factura de 37.033,1 millones, un 39,3% más, que dio como resultado un déficit comercial (que implica una transferencia de rentas directa hacia los países productores de petróleo) de 22.694 millones, un 39,2% más. Casi todo ese desfase se explica por el déficit energético, que fue de 19.269,4 millones de euros, un 31,1% más.
Los datos publicados por Cores reflejan que México se mantuvo en 2017 como primer proveedor de crudo a España, con el 14,6% del total, seguido de Nigeria (14,4%), Arabia Saudí (9,7%), Libia (8,3%), Irán (6,7%), Kazajstán (6,7%) e Irak (6,2%). La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha aumentado su peso en la cesta de proveedores hasta el 53,3% del total de las importaciones, frente al 48,6% de un año antes.