El exministro y expresidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell, ha contado a El Confidencial que ha sido estafado por un empresa de trading online que ha desaparecido después de que él invirtiera 150.000 euros. Se conocen como “chiringuitos financieros” a aquellas entidades que ofrecen y prestan servicios de inversión sin estar autorizadas para hacerlo, pero que en realidad solo buscan captar los ahorros de los inversores para estafarlos y desaparecer.
La CNMV registró el año pasado 38 advertencias en las que alertaba contra otras tantas entidades (un 65% más que el año anterior) y 212 comunicaciones (un 42,4 % menos que en el año anterior) procedentes principalmente de organismos supervisores de Estados miembros de la Unión Europea, que se refieren a entidades no autorizadas, según los datos de la memoria del supervisor.
Para evitar este tipo de estafas, la CNMV publicó una guía informativa sobre los chiringuitos financieros. En ella, el supervisor explica que antes de realizar una inversión es importante asegurarse de que se trata de una entidad autorizada. Para ello se puede pedir información a la oficina de atención al inversor de la CNMV por teléfono o a través de la web. Además, recomiendan visitar la página de la Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO, en sus siglas en inglés) donde los organismos supervisores, miembros de la Organización, incluyen las advertencias sobre este tipo de entidades.
Así operan estos chiringuitos
Borrell, según cuenta a El Confidencial, conoció a la empresa ConsortFX por Internet y realizó una primera operación por un valor de 50.000 euros, que fue incrementando hasta los 150.000. En abril, la CNMV difundió una advertencia de una entidad de nombre muy similar (Consorfx) procedente del supervisor belga. El supervisor francés la incluye en su lista negra de entidades no autorizadas.
La empresa con la que operaba el político era supuestamente una compañía de Reino Unido, aunque la oficina con la que se comunicaba era atendida por franceses y supuestamente estaba en París. Esta es una de las características de este tipo de chiringuitos. No tienen oficina física que se pueda visitar y que en muchos casos suelen hacer que el dinero se desembolse a una cuenta en el extranjero.
“En este tipo de empresas el contacto suele ser telefónico”, explica Javier Flores, presidente de la Asinver (Asociación Europea de Inversores Profesionales), que señala que en muchas ocasiones son las propias compañías las que acceden a una base de datos de manera ilegal y se dedican a llamar para contactar a los posibles clientes. “No sabes con quién estás hablando, ni dónde están”, apunta Flores, que destaca la “inmediatez” con la que urgen estos supuestos gestores para que el usuario realice las operaciones y las haga “en caliente”, sin pensar realmente en lo que están haciendo. También señala que suelen ser llamadas “agresivas” con información sobre productos o compañías no muy conocidas.
Además, entre las peculiaridades de la operativa de estas compañías, el regulador señala que hay desconfiar cuando “las actividades de los chiringuitos se enmascaran bajo la apariencia de contratos de asesoramiento, en los que a cambio de las recomendaciones se cobra al cliente un elevado porcentaje de la inversión”.
Los productos que ofrecen este tipo de firmas son complejos y se muestran reacios a proporcionar información actualizadas así como a responder a las preguntas del inversor al que proponen una relación basada en la mutua confianza, señala la CNMV en su guía.
Flores explica que una de las formas que tienen de operar es dividir a sus clientes en dos grupos. A unos les dicen que las acciones de una compañía van a subir y a otros que van a bajar. Así, se garantizan que siempre aciertan con una parte de su objetivo. Esta práctica la van replicando conforme va pasando el tiempo y finalmente tienen un pequeño grupo de clientes con los que han acertado siempre y a los que pueden sacar una mayor cantidad de dinero.
¿Y si ya me han timado? Una vez que una de estas empresas se ha llevado el dinero del inversor, hay que denunciarlo. Flores apunta que lo primero es ir a la policía y después acudir al regulador. “Es difícil que lo vayas a recuperar pero se dificulta que le vaya a ocurrir a otra gente”, señala.