La incertidumbre domina todos los análisis y comentarios en torno a la crisis europea. Los dirigentes políticos parecen incapaces de ofrecer nuevas perspectivas. Lo único seguro, y los últimos datos lo confirman, es que la situación empeora: en la eurozona, el paro crece y la actividad empresarial baja (Wall Street Journal), mientras en todas partes, incluso en Alemania, aumenta el malestar ciudadano. Y en ese marasmo, Europa, el proyecto europeo, brilla por su ausencia.
Algunos titulares de apertura del día de hoy mismo enmarcan el pesimismo. En la primera del International Herald Tribune se dice: “La ultraderecha griega logra hacerse escuchar” y “los malos datos de paro ensombrecen Europa”. El Suddeutsche Zeitung revela, en exclusiva, un “plan radical para los bancos europeos hundidos”. “Impuestos: todo el mundo [y no solo los ricos] van a pagar”, proclama Le Monde, refiriéndose al decepcionante presupuesto que acaba de presentar el socialista François Hollande. “La reducción del déficit divide a la izquierda francesa”, añade el derechista Le Figaro, mientras que Publico de Lisboa titula: “Los tribunales portugueses declaran 50 insolvencias al día”.
En las páginas de información siguen mandando las noticias económicas, casi siempre malas, de los distintos países de nuestro continente: la inquietud en el mundo musulmán ha desaparecido desde que no hay manifestaciones. Pero sigue ahí, aunque nadie lo observe. El drama de Siria casi sólo aparece en forma de notas estadísticas sobre el número de muertos en la jornada anterior. Hasta las elecciones norteamericanas, que siempre habían dado mucho juego y espectáculo, se tocan casi por obligación. No así la prensa estadounidense, que está metida obsesivamente en ellas y que trasluce el mensaje de que Obama va mejor que su rival republicano. Hasta el punto de que un analista del Hufftington Post se ha atrevido a proclamar que “la elección ya está hecha y Obama ha ganado”.
De vuelta a Europa, todos los focos siguen puestos en España. La presión para que Rajoy pida el rescate es generalizada (“mejor ahora que más tarde”, dice The Economist). Salvo en la prensa alemana, que no aborda casi nada ese asunto. Seguramente porque la mayoría de los diarios coincide con Angela Merkel en que es mejor que España retrase lo más posible su petición, porque ni Alemania ni los alemanes quieren ahora poner más dinero, tal y como se dice desde hace días en la prensa del resto de Europa. Algo que, por primera vez, ha confirmado un diario germano: “Después de largas demoras, España quiere ahora el rescate completo. Pero Alemania lo está frenando”, dice hoy el Frankfurter Allgemeine Zeitung, aclarando, eso sí, que se trata solo de rumores.
En todo caso, la prensa alemana ahora está prioritariamente a lo suyo, a las elecciones generales que se celebrarán dentro de menos de un año y a la noticia de que los socialdemócratas ya tienen candidato: han elegido a Peer Steinbrück y los analistas dicen que puede ser un rival muy duro para Angela Merkel, el único que puede cambiar el signo de los sondeos, que siguen siendo muy favorables para la primer ministro. “Europa será el gran asunto de la campaña electoral”, asegura Der Spiegel, subrayando el nuevo tono del candidato respecto de la política de austeridad y de los países en dificultades. Pero Wolfgang Munchau, un alemán que escribe en el Financial Times y que es una de las opiniones más atendidas del continente, pronostica que, más allá de algún cambio casi formal, la política alemana hacia Europa y, en particular, hacia la banca, que es la madre del cordero, no cambiará aunque los socialdemócratas ganen las elecciones.
Las protestas en la calle y la “amenaza secesionista” de Cataluña siguen dando el tono de lo que pasa en nuestro país. Sin entrar en mayores profundidades, como síntomas del deterioro del Gobierno español y como indicadores del riesgo de que la política de la 4ª economía de la eurozona llegue a una situación de descontrol insoportable. Las pruebas de stress de los bancos españoles, que aquí se han vendido como una panacea, suscitan fuertes dudas: “Entre los analistas hay un escepticismo generalizado sobre la validez de esas pruebas”, dice el Financial Times, coincidiendo con el Wall Street Journal. “A pesar de los tranquilizadores stress tests, el sector bancario español sigue en el filo de la navaja, dice Le Monde.
Nada nuevo, por tanto. Y sí una sensación creciente de que Europa, como unidad, como proyecto, pierde fuerza cada día que pasa. Y no solo por el euroescepticismo rampante en todos los países, sino porque los dirigentes europeos no se ocupan del asunto. Incluso huyen de él, como acaba de denunciar Le Monde que está haciendo François Hollande: “El presidente ha optado por la estrategia del silencio sobre Europa. Aleccionado por la victoria del no en el referéndum sobre la Constitución europea de 2005, Hollande no desvela su proyecto europeo”.
Tras conocer un presupuesto marcado por la austeridad, que no se compadece con las promesas electorales que Hollande hizo hace solo 5 meses, en Francia hay una batalla política durísima en torno a la ratificación parlamentaria del Tratado de austeridad presupuestaria europea impuesto por Berlín. Una parte del Partido Socialista no está de acuerdo, el resto de la izquierda está guerreando abiertamente en su contra. El domingo, 80.000 personas, encabezadas por el líder izquierdista Jean Luc Melenchon, se manifestaron por ese motivo en París. Pero mientras algunos lanzaron las campanas al vuelo, Pol, un conocido bloguero de Mediapart, un diario digital muy de izquierdas, ha escrito: “Fui a la manifestación y me encontré con una reunión de la tercera edad. No había más de mil jóvenes. Mientras que en Madrid han rodeado el Parlamento”.
En Francia están en eso. En Alemania en sus elecciones. En Italia en saber si Monti se presenta o no a las suyas.
¿Quién se acuerda de Europa?