España es el único país de los grandes de la Unión Europea (UE) que está consiguiendo moderar la curva de la inflación. Desde la cifra récord de julio, cuando los precios crecieron en España un 10,8%, la tasa interanual ha ido desescalando, hasta el 7,3% registrado en octubre, según el dato de IPC (Índice de Precios de Consumo) adelantado del Instituto Nacional de Estadística (INE).
“Desde el máximo de inflación registrado en julio, las medidas adoptadas por el Gobierno han permitido reducir la inflación en un 32%, destacando el mecanismo ibérico, la reducción de los precios del transporte o la reducción de los impuestos en la factura del gas y de la luz”, explica el propio INE.
La excepción ibérica ha supuesto un ahorro de casi 3.000 millones de euros, según los datos del Gobierno, que recuerda el impacto en la inflación de medidas en vigor que se prolongarán hasta final de año: la rebaja del IVA sobre la electricidad, que pasó del 10% al 5% desde el 1 de julio; la ampliación de los descuentos del bono social; la bonificación de 20 céntimos por litro en el precio de los combustibles; la reducción del 50% del precio de todos los abonos mensuales de transporte y de cualquier título multiviaje de transporte terrestre prestado por el Estado o entidades estatales; y la bajada del 30% para los abonos de las comunidades autónomas o las entidades locales, que pueden completar la medida con sus propios recursos hasta llegar al 50%.
Alemania e Italia, disparadas
Mientras en nuestro país se han moderado las subidas de precios, la inflación alemana volvió a escalar en octubre. Una tendencia ya vista en Francia e Italia. Esta aceleración mantiene la presión sobre el Banco Central Europeo (BCE) para que siga subiendo los tipos de interés, aun cuando se avecina una recesión, sobre todo en los países más dependientes energéticamente de Rusia y más expuestos a los cortes de suministro de gas por la guerra.
Así, los precios en la economía más grande de Europa crecieron un 11,6%, después de haber aumentado un 10,9% en septiembre. Por otro lado, la inflación en Italia escaló hasta el 12,8%, muy por encima de todas las previsiones (registró un 9,4% el mes anterior). Francia, que es la economía del euro con la inflación más baja, también superó las expectativas, con un incremento del 7,1% (frente al 6,2% de septiembre).
España, por tanto, ha sido la única economía grande de la zona del euro que ha visto bajar la presión sobre los precios. Hasta el último plan de choque aprobado, el que incluye la gratuidad de los trenes de media distancia y el resto de descuentos en el transporte público, el Gobierno calculaba que los tres paquetes anteriores habían moderado 3,5 puntos la inflación interanual. De este cálculo, dos puntos corresponderían a las medidas sobre el gas y la electricidad, un punto al descuento en los carburantes y el otro medio punto al resto de iniciativas.
Rebajar la inflación y ayudar las más vulnerables
Fuentes del Ministerio de Asuntos Económicos confirman que este cifra sobre el efecto de los planes de choque se actualizará en las próximas semanas. Por otra parte, se han tomado decisiones que no sofocan las subidas de precios, pero sí alivian los daños. Sobre todo en el caso de las familias vulnerables.
Dentro de esta clase de medidas destacan la subida del Ingreso Mínimo Vital (IMV) o el límite del 2% en la actualización de los alquileres ligados al IPC. Y también la negociación de un acuerdo de subida de sueldos a los funcionarios o las confirmaciones de la revalorización de las pensiones o de un nuevo incremento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI).
El golpe de una inflación persistente sin subida de salarios y con el encarecimiento de la hipotecas se puede entender con un cálculo sencillo. El 8% de IPC medio que se estima al cierre de este 2022 supone perder una paga del sueldo respecto al año pasado en las remuneraciones más bajas.
En cifras concretas, si a un salario bruto anual de 20.000 euros de un trabajador, que recibe 1.429 euros en cada una de las habituales 14 pagas, la subida de los precios le da ese mordisco del 8%, el recorte en la renta es de cerca de 1.500 euros. Es decir, efectivamente pierde una paga, que sobre todo se nota en las necesidades básicas de las que no se puede prescindir: la calefacción, la propia electricidad o la alimentación, que presenta uno de los mayores desafíos actualmente –en septiembre el precio de llenar el carrito de la compra en el supermercado aceleró un 14%–.
Récord en octubre en la zona euro
En la eurozona en conjunto, la inflación interanual ha llegado en octubre al 10,7%, según los datos preliminares de Eurostat conocidos este lunes, mientras el crecimiento se apaga –el PIB creció un 0,2% en el tercer trimestre–. Pero el dato de Eurostat es tres puntos y cuatro décimas superior al registrado en España, según el dato adelantado del INE (7,3%), y también supone un incremento de ocho décimas con respecto al 9,9% registrado en septiembre.
En efecto, el dato de octubre supone un nuevo récord, después de registrar un 5,1% en enero; del 5,9% en febrero; del 7,4% en marzo y abril; del 8,1% en mayo; del 8,6% en junio; 8,9% en julio; 9,1% en agosto y 9,9% en septiembre.
Si se analizan los principales componentes de la inflación, la energía sigue registrando la tasa interanual más alta en octubre (41,9%, frente al 40,7% de septiembre), seguida de alimentos, alcohol y tabaco (13,1%, frente al 11,8% de septiembre), bienes industriales no energéticos (6%, frente al 5,5% de septiembre) y servicios (4,4%, frente al 4,3% de septiembre).
De entre los 19 países del euro, las mayores tasas de inflación se registraron en octubre en Estonia (22,4%), Lituania (22%), Letonia (21,8%) y Países Bajos (16,8%). Las menores, en Francia (7,1%), España (7,3%) y Malta (7,5%).
Los datos de Eurostat conocidos este lunes favorecen la estrategia del BCE de intentar contener una inflación que es cinco veces su objetivo del 2% por la vía de los tipos de interés, aunque estos no intervengan en los mercados energéticos. O que solo lo hagan ahogando la demanda, lo que implica riesgo de una recesión larga y profunda. El pasado jueves, la entidad presidida por Christine Lagarde aumentó el precio del dinero al 2%, el más alto desde 2009.
El riesgo de persistencia
La bajada de la inflación en España en octubre por tercer mes consecutivo viene a confirmar que el dato del 10,8% de julio es, de momento, el pico de esta crisis de precios y energética en nuestro país. Una crisis originada en la energía y en la explosión de demanda por la salida de la pandemia. Y, después, agudizada por la invasión rusa de Ucrania, y que finalmente se ha trasladado a todos los bienes y servicios.
En la caída de España también ha influido el fenómeno estadístico de que en el mismo mes de 2021 se dispararon los precios por primera vez –hasta el 5,4%–. Desde ahora, será más difícil que la energía siga siendo la que más aporte a desbocar el IPC general por el efecto base. Al final de pasado año ya protagonizó fuertes subidas, por lo que la comparación en los próximos se produce respecto a niveles ya muy elevados.
Lo más preocupante del dato de inflación de octubre en España es que el IPC subyacente, que excluye precisamente la energía y los alimentos frescos, se estancó en el 6,2%. Este índice da una visión más estructural de las subidas de precios. Y en estos niveles tan altos indica un contagio en la cesta de bienes y servicios, y supone persistencia de la inflación de cara a 2023, incluso aunque caigan carburantes o gas.
Es especialmente alarmante que los alimentos en conjunto siguen disparados. Hacer la compra en el supermercado es un ejercicio asfixiante en nuestro país. Y dado que los salarios están subiendo muy por debajo de la inflación, la pérdida de poder adquisitivo de las familias es la más grave en cuatro décadas.
El crecimiento económico y en concreto el consumo resisten por el ahorro acumulado en la pandemia (aunque de manera muy desigual) y por la fortaleza del mercado de trabajo tras la reforma laboral. La tasa de paro en 12,7% y la mayor estabilidad de los contratos conforman el principal dique de contención de esta crisis. La mayoría de hogares mantienen sus rentas. Mermadas, por supuesto. Pero las mantienen.
El empleo se ha erigido en nuestro país como un dique de contención. Si bien es cierto que los últimos datos ya muestran síntomas de desaceleración, las previsiones de paro y de crecimiento de la actividad sitúan a España como la economía más resistente en el actual contexto de incertidumbre.
Eso sí, la amenaza crece en los próximos meses por la negativa de los representantes de los empresarios (principalmente de la CEOE) de negociar un acuerdo de subida de salarios en el sector privado, pese a estar mejorando sus márgenes de beneficio.