La deuda española está viviendo su momento más dulce en la crisis. El Estado no sólo coloca sin problemas todo el papel que ofrece a los inversores, sino que además se permite el lujo de atraer financiación extra. En 2013, el total de sus emisiones alcanzó los 238.560 millones de euros, 8.560 millones más que el objetivo inicial del Gobierno. Y, además, el Tesoro se permitió el dispendio de reducir el tipo de interés medio al que vende la deuda: del 3,01% de 2012 al 2,45% del año pasado.
El Gobierno de Mariano Rajoy achaca este interés de los inversores, sobre todo extranjeros, a que reaccionan positivamente a las reformas promovidas bajo su mandato. ¿Realmente es así? Las cifras del Tesoro ofrecen más de una interpretación a la actual coyuntura económica.
En primer lugar, es cierto que los inversores no residentes han hecho acopio de renta fija nacional en el mercado primario (es decir, las compras directas al emisor; en este caso, el Estado español): según los datos del mes de enero, en sus manos hay títulos del Estado por valor de 299.050 millones de euros, un 29% más que los 231.322 millones del cierre de 2012.
Sin embargo, los inversores extranjeros han mostrado cierta predilección por los plazos más cortos, un síntoma de que la confianza en nuestro país no es aún muy sólida. Y es que han pasado de tener 33.048 millones de euros en Letras del Tesoro en 2012 a 54.688 millones de euros actuales. Es decir, un 65% más.
Las Letras tienen un máximo de duración de un año. Alicia Arriero, de Inversis, explica que es un movimiento típico de los inversores después de una fase de fuerte desconfianza, como la que vivió España durante 2011 y 2012. “Entrar en los plazos cortos de la deuda es la forma habitual que tienen los inversores de acercarse a un país, porque este tipo de inversión es menos arriesgada. Veremos si cambian estas posiciones por otras de más largo plazo. Ese sería, sin duda, un síntoma real de confianza en la economía española”, asegura la experta.
Crisis de los emergentes
Pero no es la única causa. Hay factores completamente ajenos a la situación interna de nuestro país que han provocado la llegada masiva de inversores extranjeros a nuestro mercado de deuda. “La renta fija de los países periféricos, como España, Italia o Grecia, va a estar de moda en las carteras de los gestores internacionales, que consideran que estos países ya han pasado lo peor de la crisis”, asegura Daniel Pingarrón, de IG.
Este experto añade que la crisis de las divisas de los países emergentes ha obligado a los inversores internacionales a deshacer posiciones en estos activos y que ahora están dedicando ese efectivo a comprar deuda de países periféricos, como España. Diego Triviño, de Intermoney, suma otro riesgo geopolítico más: la crisis de Ucrania está provocando una salida de capitales desde la zona, que se están reinvirtiendo en activos más seguros de la zona euro y, por supuesto, en España.
Pingarrón explica que estos inversores internacionales no suelen optar por una exposición a largo plazo en un país, porque su estilo de inversión es muy ágil. “No quieren quedarse atrapados en un activo y perder el coste de oportunidad en otro que dé más rentabilidad”, afirma, al tiempo que concluye que estos inversores “son más especulativos”.
Por último, Javier Ferrer, de Ahorro Corporación, explica el interés de los inversores no residentes en deuda española en el hecho de que, simplemente, aporta más rentabilidad que su homóloga alemana, considerada un valor refugio: “Los fondos internacionales suelen invertir la liquidez en plazos muy cortos, una inversión que les da liquidez a cambio de una pequeña rentabilidad. Pero, aunque pequeña, quieren maximizar la ganancia. Si la rentabilidad de la deuda alemana a seis meses ronda el 0,15%, por ejemplo, y la española, en ese mismo plazo, es del 0,36%, el dinero entrará sin dudar en este último activo”.
Pero las cifras del Tesoro presentan más curiosidades. Como las compras de las aseguradoras de renta fija a largo plazo, un movimiento contrario al que efectúan los inversores internacionales. Los expertos coinciden en señalar que este es un movimiento típico de las compañías aseguradoras, que cubren el riesgo de su cartera con deuda a largo plazo, que se caracteriza por fuertes rentabilidades. Diego Triviño añade que “la mayoría de los fondos de inversión de las aseguradoras están asociados a planes de jubilación, por eso demandan principalmente obligaciones del Estado”.
Un espejismo
Tampoco hay que olvidar la actividad de la banca en el mercado primario de deuda. En el último año, las entidades de crédito han reducido su exposición a la deuda española en todos los plazos. A simple vista, parece que las entidades han abandonado el famoso carry trade, es decir, pedir dinero prestado al Banco Central Europeo a un tipo de interés bajo para después comprar deuda, que da una alta rentabilidad. La diferencia se convierte en ganancias para los bancos. Con todo, la práctica ha estado alentada por el propio BCE, que tiene prohibido financiar directamente a los Estados.
En realidad, todo apunta a que todo es un espejismo y que la banca volverá a comprar deuda estatal en 2014. Es más, ya lo ha hecho en el primer mes del año. Así lo espera Diego Triviño, que desvela que los test de estrés que Europa va a aplicar a la banca a lo largo del año van a tener en cuenta los números de 2013.
“Las pruebas de esfuerzo van a penalizar las carteras excesivas de renta fija soberana, para que el riesgo soberano no se traslade a las entidades del mismo país”, explica Alicia Arriero, que cree que la banca va a diversificar sus carteras en otros activos de más riesgo pero con mayor rentabilidad, como la renta variable.
De hecho, BBVA anunció que había aumentado su participación en Telefónica durante 2013 hasta alcanzar el 6,893% del capital, frente al 5,753% con el que finalizó 2012, según el informe anual de gobierno corporativo remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
En definitiva, la banca ha aprovechado la cercanía de los stress test para sacar plusvalías con la venta de títulos en el mercado secundario, puesto que “lleva comprando mucha deuda española desde 2011 y, además, a precios muy bajos”, recuerda Pingarrón.
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