El impacto medioambiental del fracking cuestiona su potencial económico

La utilización de la técnica de fractura hidráulica o fracking (técnica de extracción del gas incrustado dentro de las rocas de pizarra del subsuelo a través de métodos no convencionales) y sus posibles efectos en la contaminación del subsuelo, acuíferos subterráneos o posibles seísmos han creado un fuerte polémica en varios países. Desde EEUU, uno de los países pioneros en la aplicación de esta tecnología, advierten de contaminación en pozos cercanos a los lugares en los que se realiza la extracción de gas.

En España, hay una fuerte contestación ciudadana a esta técnica en las zonas donde ya hay permisos de exploración aprobados por el Ministerio de Industria, principalmente Cantabria, norte de Burgos y País Vasco, aunque existen también permisos de exploración solicitados (pero sin respuesta) en La Rioja, Cataluña, Aragón, Comunidad Valenciana, Murcia o Andalucía. En la gran mayoría de casos las autoridades locales y regionales se han declarado libres de fracking y contrarios a estas técnicas.

Desde Industria y la plataforma Shale Gas España (a la que pertenecen casi todas las empresas interesadas en hacerse con la explotación de fracking) intentan apaciguar el amplio movimiento ciudadano contra el uso de esta técnica con promesas de grandes inversiones y generación de empleo para los habitantes locales.

El ministro José Manuel Soria compareció en la Comisión de Industria del Senado el 20 de mayo donde señaló que “Estados Unidos es uno de los países con el discurso más verde y que, en paralelo, ha dado una vuelta a su dependencia energética y ha creado cinco millones de empleos gracias al ”fracking“.

Eldiario.es se puso en contacto con el gabinete de prensa del Ministerio de Industria y no consiguió estimación alguna acerca de la creación de empleo posible.

Abundando en esta teoría, ShaleGas España señala la creación de puestos de trabajo como uno de los puntos a favor de esta tecnología. En sus estudios estiman que se crearon 74.000 puestos de trabajo en Reino Unido, 100.000 puestos en 70 torres trabajando en fase de producción en EEUU, y otros datos con una alta variabilidad como en Polonia: de 50 a 150 empleos por pozo en la fase de exploración. Sin embargo, ShaleGas España no concreta ningún dato de qué porcentaje de empleo es directo, cuál es el porcentaje de personal especializado que la empresa lleva al lugar de explotación ni cuál es el porcentaje de creación de empleo de personas residentes en las zonas a explorar.

Sin embargo, estas previsiones contrastan con los datos ya ofrecidos por el Estado de Ohio (EEUU) en 2012, lugar donde ya se ha puesto en práctica la fractura hidráulica. La diferencia entre la creación de empleo que genera el fracking y la destrucción que produce en otros sectores (como consecuencia de sus efectos en el medioambiente) modera este crecimiento. Un estudio realizado por el Maxine Cleveland State University College de Goodman Levin de Asuntos Urbanos determina que después de que en 2011 se produjera un boom en la aplicación de fractura hidráulica en el noroeste del Estado, el crecimiento del empleo fue similar al de los condados del sur y el oeste donde no se aplicaba esta técnica. Así lo corrobora la tasa de crecimiento anual del empleo en Ohio.

Teniendo en cuenta que en los lugares donde se han creado pozos para la extracción de gas a través de la fractura hidráulica sí que ha habido un aumento en el empleo en ese sector, las cifras les llevan a pensar que se ha producido una disminución en otros sectores como agricultura, turismo y otros sectores relacionados con el medioambiente.

En España, Repsol tiene concedido un permiso de exploración en un territorio que engloba terrenos de Cantabria y Burgos (Luena) y ofrece estimaciones basadas en otras experiencias. Según Repsol, se crearían 100 puestos de trabajo entre directos e indirectos en su permiso de explotación. En la fase de investigación habría sólo un 15 o 20% de población local contratada, el resto sería personal especializado. Y en la fase de explotación el porcentaje podría ser del 70-80% de autóctonos de la comarca.

Una de las personas que mejor conoce las implicaciones de la fractura hidráulica es Aitor Urresti, ingeniero industrial especializado en energía, profesor de la Universidad del País Vasco y que pertenece a Equo. Discrepa con las cifras que dan las empresas interesadas en este tipo de explotación. Urresti dirigió la producción del pozo Armentia (Álava), que estuvo produciendo durante cuatro años de la misma formación de pizarras que se quiere explotar mediante fracking en el permiso Gran Enara (el de Álava). En este pozo se quiso realizar fracturación hidráulica, pero no se pudo llevar a cabo por problemas técnicos durante la perforación. Urresti señala que la mayor parte del empleo se crea en la fase de exploración e implantación de la instalación de los pozos, en el que la mayoría del trabajo, como señalaba Repsol, es del 15-20% para la población autóctona.

Después, según la experiencia vivida por Urresti, “en la fase de producción los únicos trabajos que se crean son para la seguridad, son cuatro personas cada ocho pozos con una vida máxima de cuatro a seis años de explotación”, de ahí también, que el porcentaje de contratación autóctona se eleve hasta el 70-80%. Por último, Urresti añade que “a toda esta creación de empleo habría que restar los empleos que se destruyen debido a la destrucción ambiental que genera el fracking”.

En opinión del ingeniero, “algunos de los estudios que provienen de Estados Unidos contabilizan como creación de empleo el aumento de la prostitución en las zonas donde se han hecho pozos”. Por último hay que sañalar que Urresti ya ha advertido en diferentes ocasiones no sólo de las incógnitas que plantea la creación de empleo con el fracking sino de su rentabilidad y la burbuja económica que se está produciendo en el sector energético.