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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El ocaso de Francisco González, el banquero de Aznar señalado por su presunta relación con Villarejo

2019 no comenzó bien para Francisco González. Fuera de la presidencia del BBVA que había impulsado desde su aterrizaje en Argentaria colocado por José María Aznar para su privatización, las informaciones periodísticas de medios como El Confidencial o Moncloa.com apuntaban a una relación contractual con empresas del entorno del polémico excomisario Villajero, que incluían escuchas a dirigentes socialistas y empresariales para frenar el asalto al banco por parte de la constructora Sacyr con el respaldo del Gobierno de Zapatero.

Este jueves anunció que dejaba “temporalmente” la presidencia de honor. Lo hacía mediante una carta al presidente actual del BBVA, Carlos Torres, en la que dice que no quiere que “se utilice mi persona para dañar la entidad” y que ha sufrido “una larga y continua agresión mediática”. Deja sus cargos también en la fundación y lo hace cuando este viernes se celebra en Bilbao la junta general de accionistas de la entidad, en la que se espera una fuerte contestación por su gestión del caso.

En apenas tres meses se ha producido el ocaso de la imagen pública de uno de los grandes banqueros de España, junto con Isidre Fainé (Caixabank) o el desaparecido Emilio Botín (Santander). Francisco González o FG, como también se le conocía, ha sido uno de los protagonistas fundamentales para entender el sector bancario en los últimos 20 años en España y cómo las relaciones financieras y políticas se entretejían para establecer un manto de estabilidad institucional y diseñar estrategias en la pugna por el poder.

A él le llegó la oportunidad en los años noventa, de la mano de José María Aznar, que le otorgó el encargo de culminar la privatización de Argentaria. Cuentan las crónicas de la época que instantes después de ser nombrado, con el aval de la Secretaría de Estado de Economía, anunció que el Estado se desprendería del 26% que todavía tenía en la entidad.

Formó así parte de los directivos seleccionados por Aznar en los primeros años de su Gobierno, en el año 1996, para avanzar en la privatización de las joyas de la corona de las empresas públicas del Estado. Se unía al selecto grupo compuesto por César Alierta, que privatizó Tabacalera, o Juan Villalonga, conocido compañero de pupitre de Aznar, que hizo lo propio con Telefónica.

El histórico banquero anunció el pasado septiembre su retirada con honores del BBVA, dejando tras de sí una imagen de superviviente. Esta fama se inició cuando, llegando desde Argentaria, logró imponerse al equipo directivo de BBV, convirtiéndose en el primer ejecutivo de la entidad fusionada pese a proceder del banco más pequeño de los dos que se unieron. Fueron años de duros enfrentamientos con las familias propietarias de la histórica entidad bilbaína, la alta burguesía de Neguri, cercana al PNV. Pero, como sucedería en varias ocasiones en su carrera, resistió, no sin el apoyo de Aznar, y logró desprenderse de los herederos del BBV. La aparición de unas cuentas opacas de los directivos vascos en Jersey precipitó el triunfo de FG sobre los clanes vascos de la entidad financiera.  

Esta fama de supervivencia creció todavía más cuando Aznar dejó la Moncloa. En 2004 el nuevo Gobierno, liderado por José Luis Rodríguez Zapatero, maniobró en una operación impulsada por Miguel Sebastián, jefe de la oficina económica de Zapatero,  para tumbar a González apoyando el intentó para hacerse con la entidad financiera de la constructora Sacyr, liderada entonces por empresarios como Luis del Rivero o Juan Abelló. También sobrevivió aunque ahora esté pagando por utilizar al excomisario Villarejo y sus espionajes para tumbar la operación de asalto al banco.  

Su historia de vaivenes en el sector financiero viene de antes. Semanas antes de asumir la presidencia de Argentaria en 1996 vendió a Merril Lynch su gestora, FG Valores. Una operación que fue investigada por la CNMV, por un descubierto contable de al menos 800 millones de pesetas (4,8 millones de euros), ya con González al frente de la entidad privatizada y justo en medio del intento de abordaje de Sacyr. También salió indemne. 

Sin embargo, ahora se ha conocido, mediante distintas investigaciones periodísticas, que pudo sobrevivir a este proceso con la ayuda del famoso comisario Villarejo. Este escándalo estalló días después de que González dejara la presidencia de la entidad, y apunta a que el directivo encargó una vigilancia al Gobierno socialista, con grabaciones incluidas de conversaciones entre la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y el jefe de la oficina económica del presidente y posterior ministro, Miguel Sebastián. El banco abonó medio millón de euros por estos trabajos, según estas informaciones, que incluían escuchas a otros empresarios.

El banco informó tras desvelarse este escándalo que, ya desde junio del año pasado, había abierto dos investigaciones para averiguar qué ocurrió. Investigaciones que posteriormente fueron ampliadas. Paralelamente el caso está en la Audiencia Nacional y el excomisario Villarejo en prisión preventiva.

El longevo directivo, retirado a los casi 75 años, ha protagonizado la historia reciente de la banca española, consolidando al BBVA como el segundo mayor banco de España. Su estrategia se basó en la expansión internacional, aunque cosechó importantes fiascos como sus fallidas incursiones en China o Italia y su deficiente apuesta por Turquía, que ha generado importantes quebraderos de cabeza en el último año. En España, se ha servido de las cajas en crisis para expandir BBVA en regiones con menos presencia.

Ahora, tras desvelarse sus tratos con las conocidas como cloacas del Estado, la pretendida imagen de gran banquero y superviviente, queda desdibujada. Pero no se va con las manos vacías. El último año de presidencia cobró 5,1 millones, si bien, si se confirmaran estos trabajos encargados a Villarejo, vería mermados los ingresos en la parte variable de su salario. Además, cuando dejó la presidencia del banco, Francisco González tenía acumulado un fondo de pensiones de 79,7 millones de euros.

Con todo ello, González evita llegar como presidente de honor del BBVA a la junta general de accionistas de este viernes. Una junta en la que, en su día, se consideró como la fecha en la que anunciaría su triunfal retirada. Una jubilación que fue retrasando, modificando los estatutos de la entidad, para poder resistir hasta los 75 años.