“Crear un líder europeo”. Con esta premisa, el BBVA se ha dirigido esta semana al consejo de administración del Banco Sabadell para intentar convencer al órgano de dirección de su rival de que es una buena idea fusionarse, bajo la batuta del banco presidido por Carlos Torres. “La mayor escala permitiría afrontar en mejores condiciones los retos estructurales del sector”, asegura el banco a través de una carta. “La entidad combinada sería más sólida y eficiente y un referente en el mercado por volumen de activos, créditos y depósitos”, añade.
Esa mayor escala y eficiencia se traduce en un suma y sigue en la concentración del sistema financiero español. BBVA y Sabadell aglutinarían juntos más de un billón de euros en activos y casi 340.000 millones de euros en depósitos. Esta última sería una cifra similar a la del Santander y solo estaría por detrás de los casi 400.000 millones que tiene Caixabank.
Esas cifras, por sí solas, únicamente indican el tamaño que tendría el futuro banco fusionado, en una operación corporativa que conlleva valorar al Sabadell en cerca de 12.000 millones de euros.
Pero si se amplía el foco, se observa cómo esta integración supondría una nueva vuelta de tuerca a la concentración bancaria en España. En la última década, sobre todo como consecuencia de la crisis financiera de 2009, el mercado español ha pasado de tener cerca de 40 entidades a menos de una decena. Un proceso que ya ha conllevado miles de despidos y otros tantos cierres de sucursales.
En el siguiente mapa se comprueba cómo ha sido la concentración desde el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la caída de las cajas de ahorros.
Ahora, si se concreta la fusión –que ya fracasó en 2020– se daría un nuevo paso en ese camino de una sola dirección: cada vez hay menos bancos y cada vez son más grandes.
Si se mide por los depósitos de sus clientes, el futuro BBVA-Sabadell, junto a Caixabank y Santander coparían más del 67% de todo el mercado. El 22%, en manos de la nueva entidad, según las cifras publicadas en un análisis del sector financiero realizado por la firma de calificación Moody's, que tiene en cuenta datos a cierre del mes de febrero de este año. Y si se mide por el valor de sus activos, los tres grandes también sumarían más del 60% del sector.
De esta forma, casi dos tercios tanto de los activos de los bancos como de los depósitos de los clientes estarían en manos de tres actores. Por detrás y a bastante distancia se quedarán tanto el cuarto como el quinto banco por tamaño, Bankinter y Unicaja, porque ambos representarían cerca del 5%, respectivamente.
Y si se mira al número de sucursales en España, Sabadell y BBVA sumarían cerca de 3.000. Solo estaría por detrás de Caixabank, que tiene más de 4.000 y superarían a las de Santander, que no llega a 2.000 oficinas.
Luego hay otra derivada: si hay fusión habrá una reestructuración. De entrada, en la carta que envió al Sabadell, el BBVA reconoce la integración conllevará “medidas” bajo “el respeto, en todo caso, de los principios de competencia profesional y mérito en la integración de las plantillas, sin la adopción de medidas traumáticas o que afecten singularmente a los empleados con origen en una de las dos entidades”, asegura. Traducido, habrá bajas, pero negociadas.
Ahora mismo, BBVA suma cerca de 28.000 empleados en España y Sabadell, 14.000. Algunas voces ya calculan que, si hay recorte, podría llegar a afectar a 4.000 personas. La fusión de Caixabank y Bankia conllevó 6.000 bajas. De momento, se sabe el coste de una reestructuración, porque BBVA reconoce en su misiva que prevé que suponga gastos por un valor aproximado de 1.450 millones de euros antes de impuestos. Este golpe afectará, en un primer momento, a la calidad del capital del futuro banco, a su la ratio CET-1, la de mayor calidad porque relaciona el capital de la entidad con sus activos ponderados por riesgo.
En este escenario, los sindicatos ya mueven ficha. CCOO insta a que, si hay fusión, “se articule un acuerdo laboral que proteja las condiciones laborales y el empleo de las dos plantillas”. Y UGT apunta que no admitirá “ninguna medida no negociada” con los representantes de los trabajadores. “En ningún caso aceptaremos medidas forzosas, máxime en estos momentos en los que ambas entidades han presentado beneficios récord”, recuerda.
Críticas a la concentración, en la izquierda y la derecha
Solo han pasado unos días desde que BBVA se lanzó a por el Sabadell, pero las declaraciones de responsables políticos cuestionando el efecto de una fusión se van sucediendo, a uno y otro lado del espectro ideológico. A la izquierda, la vicepresidenta segunda y Ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, señaló en una entrevista en la Cadena Ser el “altísimo grado de concentración bancaria que tiene España”. “Teníamos un país en el que la concentración bancaria era del 40%, hoy está en el 70% y casi un régimen de oligopolio”, ahondó la líder de Sumar. También, que el Gobierno tiene margen para actuar “sin lugar a dudas” y que “normalmente estas fusiones se aprovechan para el cierre de oficinas, para despidos muy importantes” lo que reduce “la calidad del servicio”.
Sin embargo, el ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, fue mucho más cauto en declaraciones a la prensa en Sevilla. “Tenemos que ver cómo se desarrolla esa operación, si finalmente se materializará o no” pero apuntó que son necesarias entidades “sólidas, que sean punteras, líderes en Europa y en el mundo” y, desde ese punto de vista, la fusión podría ser “una buena noticia”.
Desde la derecha, las críticas llegan desde la Comunitat Valenciana, que perdería la sede social del Sabadell, ahora en Alicante. “Tenemos que defender nuestro territorio”, indicó el president de la Generalitat, Carlos Mazón, quien más allá de dónde esté la sede del futuro banco también señala la concentración del sistema financiero. “Estoy a favor de la competencia, de que los ciudadanos tengan las mayores alternativas posibles. De fraguarse esta operación estaríamos hablando de que en la Comunidad Valenciana dos grandes entidades financieras concentran casi el 60% del mercado”, en referencia al banco fusionado y Caixabank. “A mí esto no me parece una buena noticia. Yo quiero más entidades financieras en las que los ciudadanos puedan elegir”.
Y hay más críticas, no de los sindicatos o de los representantes políticos, sino de las asociaciones empresariales catalanas. El presidente de Foment del Treball Nacional y vicepresidente de la patronal CEOE, Josep Sánchez Llibre, criticó que “se perdería la eficacia de un banco muy cercano a las empresas y muy eficiente que tiene una metodología que dudamos se pueda mantener tras la unión”. Mientras, el presidente de la Cambra de Comerç de Barcelona, Josep Santacreu, destacó el “papel fundamental en la vertebración del empresariado catalán”, que juega el Sabadell “ya que es un banco de servicios focalizado en dar un apoyo a la empresa, el empresario y el ecosistema emprendedor que consideramos primordial como un actor para el desarrollo económico”, aseguró en declaraciones que recoge La Vanguardia.
El Banco Central Europeo quiere bancos más grandes
Aún quedan muchos pasos por dar. Primero el Sabadell tendría que aceptar negociar, luego pactar los términos y pasar por sus juntas de accionistas. Pero hay más procesos, porque la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) tendría que entrar en el fondo y analizar si una integración dañaría a los consumidores y queda por ver también el papel que jugaría el Ejecutivo.
También tendría que pasar por la lupa del Banco Central Europeo. El BCE, si se concreta, deberá analizar la “viabilidad y sostenibilidad del acuerdo alcanzado a fin de asegurar que el grupo bancario resultante pueda cumplir continuamente todos los requerimientos prudenciales en los próximos años”, según explica el supervisor al hablar de su actuación en este tipo de integraciones.
A priori no parece que tuviese que poner reparos, más aún cuando desde Fráncfort se lleva tiempo reclamando bancos de mayor tamaño, más resistentes, aunque su preferencia pasa porque haya fusiones transnacionales. Acuerdos que, sobre todo, pueden acelerarse en un futuro no muy lejano porque la bajada de los tipos de interés, aunque ahora se aleje en el tiempo, va a privar a las entidades del mecanismo que han tenido en los últimos meses para engordar sus márgenes y sus beneficios.
En los últimos años, el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) y exministro de Economía con Mariano Rajoy en Moncloa, Luis de Guindos, se ha convertido en uno de los grandes defensores de ese proceso de integración. “Los bancos tienen que ser conscientes de llevar a cabo mejoras importantes desde el punto de vista de costes”, aseguró hace dos años, antes del acelerón de los tipos de interés. “Procesos de fusión, que tienen que ser transnacionales para mejorar la rentabilidad estructural”, ahondó.
También Bruselas quieren empujar hacia una Unión Bancaria real, con un tipo de el Fondo Europeo de Garantía de Depósitos comunitario, porque en la última crisis el peso de los rescates cayó del lado de los contribuyentes, con “dificultades en la gestión de la quiebra de los bancos pequeños y medianos, en particular, donde hay una asignación implícita de pérdidas a los depositantes, lo que podría afectar la confianza de los depositantes y estabilidad financiera”, señaló hace un año la Comisión Europea.