Para entender qué está ocurriendo en el sector ganadero, el ligado al vacuno lechero, hay que echar la vista atrás. Hay que mirar, por ejemplo, a 2015. Ese fue un año clave, porque desaparecieron las cuotas lácteas, que marcaban a los productores las cantidades máximas de leche que podían comercializar. Fue el pistoletazo a la liberalización.
Ese año, en España se rozaban los 20.000 ganaderos dedicados a la producción láctea. A finales de 2022, en noviembre, había 10.717, según los datos que publica el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Una caída que ha sido continua y que deja en evidencia la transformación de esta actividad esencial y, sobre todo, la falta de relevo en una profesión ligada al medio rural. Y, en ese contexto, crece el fantasma de que vayamos a un escenario de escasez de esta materia prima, llegue esta al supermercado en brick o en forma de queso.
“No resistimos más tensión”, asegura Gaspar Anabitarte, responsable del sector lácteo de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). “Ha desaparecido el 90% de las explotaciones que teníamos a mediados de los 80. Llegamos a tener 100.000, pero eran mucho más pequeñas. De media, entonces, podríamos tener unas 10 vacas”. Ahora, en cambio, la media son 80 por explotación. “Para que te hagas una idea, sólo en Cantabria llegamos a tener 10.000 ganaderos, hoy no hay ni 900”, se lamenta.
“Este es uno de los sectores más exigentes. Se ha ido yendo la gente, sobre todo cuando se iban jubilando y ahora acaba de empezar el retiro del baby boom”, afirma. La edad media de los ganaderos, según los datos que publica Agricultura, supera los 51 años. Una situación que no es muy diferente a la del resto del mundo agrícola. “El problema es que este no es un sector atractivo en sí mismo. Se ha invitado a la gente a que se vaya”, justifica. La falta de rentabilidad ha sido uno de sus problemas históricos. También, el exigente trabajo diario.
“La ganadería de leche fija población, porque el ganadero tiene que ordeñar dos veces al día. Tiene que estar ahí”, indica Luis Calabozo, director general de la Federación Nacional de Industrias Lácteas (Fenil), la patronal. Asume que el relevo generacional “es el mayor desafío del sector. Hasta ahora ha sido una reestructuración orgánica, hacia una mayor gestión empresarial y de costes, pero nos encontramos en una situación en la que o se ponen las condiciones para que el sector primario siga invirtiendo o tenemos un temor en las expectativas. Se necesita ayuda a la producción primaria y a la industria”, añade.
Por eso, los fabricantes ligan el hecho de que la ganadería fije población rural a que la industria también juega ese papel. “Hicimos un ejercicio, el de mirar en un plano la situación, y nos encontramos con que la industria láctea, en más de un 40%, está en municipios de menos de 2.000 habitantes; y el 70%, en menos de 10.000 habitantes. En muchos lugares el único centro industrial es el lácteo, de un tipo u otro”, apunta, en referencia a la leche, el queso u otros derivados lácteos.
Una presencia más alta en la Cornisa Cántabra
De los más de 10.700 ganaderos activos que tiene identificados el Gobierno, el 76% está en la Cornisa Cantábrica. Galicia concentra un 56%; Asturias, un 12% y Cantabria el 8%. La cuarta comunidad autónoma es Castilla y León, con el 7% del total.
Actualmente, en España están contabilizadas 787.500 vacas de ordeño, cuya edad supera los dos años. A finales de 2019, antes de la pandemia, estaban censadas casi 840.000 vacas. En 2015 eran cerca de 870.000. Hay menos vacas pero producen más leche. A mediados de los 80, explica Gaspar Anabitarte, cada vaca podía dar a lo largo de su vida 4.000 litros de leche y, ahora, hasta 10.000. “Pero antes eran más partos por vaca”, añade.
Una producción que en el último año no ha sido especialmente brillante porque las olas de calor, especialmente intensas en el pasado verano, simplemente, hacen que las vacas den menos leche. “No ha sido un problema de España, ha pasado en toda Europa”, apunta el responsable lácteo de COAG.
En esa situación, aumentaron los sacrificios de animales de mayor edad. “El aumento de costes de producción de los ganaderos, fertilizantes, la energía, los piensos, derivaron en que muchas ganaderías solventaran esa crisis de tesorería adelantando el sacrificio de las vacas en producción más mayores”, indica el directivo de la patronal. El responsable de COAG matiza. “Fue un ajuste” de “las vacas a las que ya quedaba poco, pero no fue porque no se les pudiera dar de comer”, recalca.
Se toma menos leche y se come menos queso
También ha caído el consumo, tanto de leche como de quesos. El ministerio de Agricultura explica en su último informe de coyuntura que “el consumo de leche y productos lácteos en España tiene una estructura diferente a la del resto de la UE”. El motivo es que “el consumidor español se decanta en especial por la leche de consumo, principalmente de larga duración, así como yogures y quesos. Por otro lado, un consumo muy inferior de mantequilla”. Todos, en “tendencia descendente”.
Los últimos datos disponibles corresponden a julio de 2022 e indican un consumo mensual en los hogares de 227.340 toneladas de leche, 50.768 de leche fermentada y 26.262 toneladas de queso. Y los tres caen: un 9,5%, un 11,8% y 8,7%, respectivamente, frente al mismo mes del año anterior.
Una tendencia que se ha ido manteniendo en los últimos años, aunque hay una característica que no cambia: España es deficitaria en leche, porque se consume más de lo que se produce. Así que hay que importar alrededor de 3 millones de toneladas. Antes se traía sobre todo leche líquida de Francia, a través de camiones cisterna, alrededor de 470.000 toneladas, según las estimaciones de Fenil. Ahora de ese país, solo llegan 12.000. Lo que ahora viene de fuera no es tanta leche como queso, sobre todo en lonchas. En su mayoría del norte de Europa. “Se compran quesos commodities, de menor valor añadido, como el Edam”, afirma la patronal.
El precio de la leche sube y también el temor a que falte en el lineal
La buena noticia para los productores en los últimos meses es el precio que se les paga por su materia prima. Cobran 0,60 euros por litro. “Ahora mismo, los costes se cubren, más o menos”, indica el responsable de COAG. “Seguimos teniendo la leche más barata de Europa”.
Pese a serlo, se ha dejado atrás lo ocurrido en 2021, cuando el precio de venta en algunas cadenas de distribución llegó a los 0,55 euros el litro. “Con ese precio, el ganadero cobraba 32 céntimos y perdía dinero. La industria, a veces, también; y el supermercado no ganaba nada, porque la leche se ha utilizado como producto reclamo”, critica Anabitarte. Desde entonces, ha entrado en vigor la Ley de la Cadena, que prohíbe la venta por menos de lo que cuesta producir, para que todos los eslabones ganen.
Las actuales tensiones inflacionistas han llevado a algunas marcas por encima del euro el litro en el punto de venta y la situación es muy diferente. “Ahora la industria se está peleando por los ganaderos. No es que se pueda pagar más por la leche, que podría subir algo, es que no vale menos”, recalca el responsable de COAG.
Mientras, la patronal reconoce “una mayor presión en la demanda”. Por eso, señala “o la cadena retribuye o entraremos en un ciclo de destrucción, tanto de plantas como de ganaderías; y seremos más dependientes y más vulnerables del exterior”.
De hecho, tanto fabricantes como ganaderos asumen que en los últimos meses ha habido problemas, pero puntuales. En concreto, citan la falta de stock en otoño en Mercadona. “La distribución se ha dado cuenta de que o se retribuye o los ganaderos se buscan otros destinos que sí estén dispuestos a pagar”, afirma Luis Calabozo. El pasado septiembre, el ministro Luis Planas aseguró que no había problemas de suministro.
En la foto amplia y a medio plazo no hay problemas. “Me costaría creer que haya un problema de leche, puede haber rotura de stock en un momento, pero no hay un problema”, asegura Gaspar Anabitarte. “No contemplamos un escenario de desabastecimiento, salvo algún desajuste temporal”, asevera, también, la patronal.
“Ahora, la industria se está peleando por la leche, por los ganaderos, y se ve la subida de precios, pero lo dramático es que no vamos a poder recuperar los ganaderos que ya se han perdido. En pocos años nos vamos a ver en 5.000”. ¿Y si suben los precios y es más rentable producir leche? “Si se paga un euro, lo mismo; pero en una explotación no se hace en dos días”, sentencia Anabitarte.