“Un banco que no viene de la banca”. Con este lema se presentó en el mercado Orange Bank, la incursión de la operadora francesa en el sector bancario español el año pasado. El incremento de los servicios financieros digitales han abierto la puerta a que en un sector tradicionalmente protagonizado por la banca tradicional entren empresas ajenas a la industria para ofrecer productos de ahorro, de pagos o de crédito. Esta semana se ha sumado un nombre más a la lista de grandes multinacionales que han entrado en el negocio bancario: Renault. Otras como Movistar o Volkswagen ya habían hecho sus pinitos.
Se trata de empresas sobre todo ligadas al consumo que se están sirviendo de sus propias filiales financieras, que nacieron para la compra a plazos de sus productos, para ampliar la oferta hacia servicios que, tradicionalmente, han realizado los bancos. Así, hoy en día ya es posible contar con una cuenta corriente, una tarjeta de débito o solicitar préstamos acudiendo a automovilísticas o a empresas de telecomunicaciones. En ocasiones, lo hacen en solitario y, en otras, con alianzas con alguna entidad bancaria.
Renault comercializa desde esta semana cuentas de depósito para que sus clientes ingresen los ahorros que consideren. “El objetivo es muy sencillo. Tener acceso a una nueva fuente de financiación, diversificar nuestros fondos y conseguir un mejor coste, ya que esencialmente nos refinanciamos en el mercado de capitales. Así conseguiremos ser más agresivos, tener una mayor rentabilidad y más competitividad en el mercado español”, aseguró Géraud Lecerf, director de la financiera de la automovilística en España. La compañía busca ampliar la base de clientes para su compañía filial financiera.
En concreto, lo que hace Renault es ofrecer dos cuentas de depósito remuneradas con entre un 0,65% y un 1% TAE, unos niveles que no son comunes en el sector bancario actualmente. El lanzamiento se conoció el mismo día en que uno de los bancos que había crecido más en los últimos años con una cuenta remunerada, el holandés ING, anunciara que dejaría de dar esta retribución a los clientes que no domicilien su nómina y cobraría a aquellos que tuvieran más de 30.000 euros, en un momento en el que los hogares están aumentando sus ahorros en depósitos. La automovilística ofrece estas cuentas a través de RCI Banque, la financiera del grupo que hasta ahora facilitaba el aplazamiento de los pagos en la compra de vehículos. Se trata de una entidad de crédito registrada en el Banco de España. La filial financiera de Renault lanzó este servicio en 2012 en Francia y actualmente está presente en seis países, con unos 18.600 millones en depósitos.
No es la única automovilística que ofrece servicios similares en España, más allá de los créditos para la compra de un coche. Volkswagen ofrece una cuenta de depósito, la 'Cuenta W', con un 0,10% TAE y que permite domiciliar recibos. Además, al igual que otros bancos, comercializa una cuenta de pago básica, que es aquella que pueden contratar personas que no tengan una cuenta en ninguna entidad y que tiene unas comisiones limitadas por ley o, incluso, gratuitas para población desfavorecida. En Alemania, este banco cuenta con una amplia cartera de productos financieros, como cuentas corrientes, tarjetas, productos de inversión o seguros. Otros fabricantes de coches, como BMW, también tienen productos financieros fuera de España.
Pero no solo las automovilísticas han entrado en el negocio financiero. Las empresas de telecomunicaciones, al igual que los fabricantes de coches, cuentan con servicios bancarios que iniciaron para financiar la venta de terminales y que ya han empezado en España a ofrecer otros productos. El caso más conocido es el de Orange Bank. La 'teleco' francesa lanzó el año pasado su banco en España, con el que ya llevaba unos años operando en Francia. Ofrece una cuenta bancaria, tanto corriente como de ahorro, en la que se pueden domiciliar recibos y contar con una tarjeta de débito, para aquellos que ya sean clientes de la operadora de telefonía. Su oferta es muy similar a la que han realizado los conocidos como neobancos. “El móvil comienza a ser el principal canal de relación bancario, y Orange quiere jugar un papel relevante en este nuevo escenario”, explicó en su lanzamiento Narciso Perales, responsable del banco en España.
Otros competidores de la francesa también han realizado incursiones en el negocio bancario. Telefónica, en alianza con CaixaBank, cuenta con Movistar Money, una plataforma en la que ofrece préstamos de hasta 4.000 euros a sus clientes. La teleco ya ha llevado este servicio a otros países como Alemania o Brasil. Según los últimos datos presentados por la compañía ha prestado en torno a 84 millones de euros a unos 40.000 clientes. En fase más temprana se encuentra Másmóvil. El cuarto operador español anunció hace un año la creación de una filial con Cetelem que tiene ficha bancaria y, por el momento, está centrada en la financiación de terminales. Sin embargo, también ofrece una tarjeta de crédito con su marca Yoigo y, desde la compañía, avanzan que irán incorporando próximamente otros servicios.
Estos son algunos ejemplos de empresas no bancarias que han decidido adentrarse en negocios financieros. Pero no son los únicos. Compañías como El Corte Inglés o Carrefour también tienen desde hace muchos años filiales financieras registradas en el Banco de España. Aunque su principal función es la de financiar las compras que hacen sus clientes en las tiendas, también ofrecen créditos para viajes o aseguradoras que cuentan con planes de inversión. De hecho, Carrefour también comercializa en Francia cuentas de ahorros.
La “amenaza limitada” de las fintech
Aunque son carteras de productos bancarios limitados y especialmente destinados a sus propios clientes, el crecimiento de los canales digitales están abriendo a los consumidores otras vías de entrada a servicios financieros distintas a la banca tradicional. Es donde se encuentran también los conocidos como neobancos o las fintech, un segmento de competencia para las grandes entidades con un abanico de productos que se han ido ampliando. Un reciente informe de Moody's apuntaba que estos bancos digitales estaban creciendo de una manera rápida aunque son una “amenaza limitada por ahora”. La agencia crediticia apuntaba que tienen el reto de ser rentables y lograr mayores ingresos.
Un negocio, apunta, que se ha visto mermado durante la crisis del coronavirus por la caída de la demanda de servicios de este tipo de plataformas, como aquellos referidos a los pagos. Lo que sí han logrado, señalaba el informe, ha sido forzar a los grandes bancos a acelerar sus estrategias de digitalización para adaptarse.
Sobre estos nuevos competidores y, especialmente, las grandes tecnológicas han dirigido tradicionalmente los ojos los principales bancos como amenazas competitivas. En los últimos años se ha hablado, y mucho, de las incursiones que puedan hacer empresas como Google o Amazon en el negocio bancario, aunque por el momento no se ha fraguado en grandes hechos concretos.
Los bancos han solicitado abiertamente en los últimos años que la legislación se adapte para que se pueda competir en igualdad de condiciones con estas grandes compañías. Una de las principales voces en este sentido ha sido la de Ana Botín, presidenta del Banco Santander, quien en distintas apariciones públicas ha solicitado que la legislación sea la misma para todos. “Misma actividad, mismas reglas”. “La regulación no ayuda a la banca y hay competencia con nuevos competidores que no se atienen a las normas”, aseguró la pasada semana en un encuentro público con el consejero delegado de Blackrock, Larry Fink.