“Hay que evitar a toda costa que una crisis sanitaria y económica se convierta en una financiera”. Con esta rotundidad alertaba hace unos días el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, a los diputados en el Congreso sobre los riesgos que se atisban en el horizonte para el sector bancario. No ha sido el único organismo que ha lanzado advertencias. En las últimas semanas se ha producido un goteo constante de informes y declaraciones del Banco Central Europeo, la Autoridad Bancaria Europea, el Fondo Monetario Internacional o la agencia Moody's sobre los nubarrones que se asoman en el horizonte para los bancos.
La banca española no es la de 2008. Esta es una idea que se repite por parte de los supervisores y en el sector de cara a las amenazas que se dibujan para este negocio en un futuro inmediato. Así lo muestran los grandes datos con los que se analiza habitualmente el sector financiero. Esta misma semana el Banco de España publicaba sus estadísticas supervisoras y apuntaba que los ratios de capital CET1, que miden la calidad de su balance y por tanto su solvencia, habían crecido durante el segundo trimestre. Además, la morosidad se ha situado en su nivel más bajo desde 2015, cuando empezó la serie histórica del Banco de España. Pero con estos datos sobre la mesa, Hernández de Cos subrayaba que no hay que caer en la “complacencia”. Esta misma estadística del organismo que dirige advierte que este año el RoE, un ratio contable que liga el beneficio con los recursos propios y define el nivel de rentabilidad, se sitúa de media en el sector en el -7,46%, frente al 7,69% positivo que tenía hace un año. La necesidad de hacer provisiones por la COVID-19 y el deterioro de valor de algunos activos ha llevado a los bancos a esta situación, según el supervisor español.
Además, algunos de los datos en el sector están muy condicionados por las medidas de estímulo que se han aplicado en España, especialmente las moratorias y los créditos avalados por el Instituto de Crédito Oficial, es decir, por el Estado. Esto ha permitido aumentar los créditos concedidos por la banca, especialmente a las empresas, amortiguando la caída en el consumo, al mismo tiempo que no crecen los impagos porque las moratorias han dado un respiro a los hogares más castigados por la crisis.
Sin embargo, el Banco de España ya lanzaba una advertencia en un estudio sobre la concesión de créditos durante la crisis del coronavirus. “A pesar de la contención de la ratio de dudosos en el primer semestre, podrían producirse aumentos más significativos en los próximos meses [...] La terminación de los programas de apoyo podría hacer, si no se introducen nuevas medidas mitigantes, que se produjera una concentración de los impagos en el momento en el que venzan las moratorias en el caso de los hogares, y cuando finalice el plazo de carencia de los avales en el caso de los empresarios individuales y de las sociedades no financieras”, añadía. Es decir, está por ver qué impacto tendrá en los bancos el levantamiento de la prórroga en la morosidad y si las importantes provisiones anunciadas serán suficientes o será necesario ampliarlas.
El BCE avisa del 'efecto acantilado'
En la misma línea el BCE instó a comienzo de mes a los bancos a no posponer las obligaciones de gestión de riesgos mediante la identificación temprana de la morosidad y la toma de medidas “caso por caso” con el fin de adoptar las pertinentes medidas de aprovisionamiento de cara a la próxima finalización de la moratoria implementada por el supervisor para hacer frente a la crisis. “Ningún banco debería posponer más la obligación fundamental de gestión de riesgos intrínseca a su propio mandato”, señaló Andrea Enria, presidente del Consejo de Supervisión del BCE. Enria advirtió de que las medidas de flexibilidad y la moratoria aplicada “expirarán pronto”, por lo que se debe hacer todo lo posible para evitar el costoso impacto del 'efecto acantilado' relacionado con esta retirada. “Es hora de que los bancos se preparen para el impacto que probablemente se materializará cuando se levante la moratoria en todo el sistema”, advirtió. El supervisor añadió que se viene un inminente deterioro del capital de los bancos.
Esta no es, por tanto, una situación exclusiva para la banca española, puesto que a nivel europeo los problemas sobre los que advierten los supervisores son muy similares. Unos supervisores que ya comienzan a ver en el horizonte alertas sobre el sector. La Autoridad Bancaria Europea, EBA en sus siglas en inglés, señaló recientemente que existen algunos indicadores tempranos que auguran deterioros para los bancos. “Aunque las ratios de capital se mantuvieron bien existen indicadores de que la crisis empieza a tener impacto en la calidad de los activos. Con un coste del riesgo al alza, la rentabilidad continúa con su tendencia a la baja”, señalaba el supervisor bancario comunitario.
Sin embargo, aunque los riesgos que asoman en el horizonte son similares para todos los bancos europeos, un continente especialmente castigado por el virus y por los confinamientos, los españoles parten de una posición algo retrasada en cuanto a su solvencia. Las estadísticas de supervisión del BCE presentadas este mismo mes colocaba los bancos españoles a la cola de las entidades comunitarias en niveles de rentabilidad. Con un -9,2% en el primer semestre se quedaban lejos del 0,01% de meda en Europa que, aunque bajo, es notablemente superior al de España. También se situaba en última posición respecto al ratio CET1, una medida que se utiliza como referencia de la fortaleza de un banco. La media española era del 12,25%, por debajo del 14,87% de la media europea.
El FMI alerta de que la presencia internacional ya no ayuda
Las advertencias concretas sobre el sistema financiero español han llegado también desde el FMI. En su reciente informe sobre la situación de la economía española, el organismo que dirige Kristalina Gueorguieva remarcaba que el riesgo de crédito “se ha deteriorado y se espera que aumenten los activos dudosos, especialmente entre las empresas”, a medida que desaparezcan los estímulos. “La capacidad crediticia de los bancos podría verse restringida, su rentabilidad, que ya es baja, tiene visos de empeorar, y en escenarios severos podrían surgir dificultades de solvencia”, añadía. Señalaba que los bancos españoles pueden verse con un impacto “amplificado” debido a la “severidad” de la recesión económica y a que su ratio CET1, ya citada, es “inferior a la de sus homólogos europeos”. Y añadía una advertencia a los bancos más internacionalizados, que son fundamentalmente Santander y BBVA: “Los bancos con presencia internacional podrían no beneficiarse de la diversificación geográfica como en el pasado”.
Así, el FMI recomendó a los bancos que sigan aumentando sus provisiones como precaución a los escenarios que pueden presentarse, además de ser prudentes en materia de dividendos. Aunque los bancos tienen prohibido por el BCE entregar dividendo este año, algunos como Santander ya han avanzado su disposición a recuperarlo en 2021. Al igual que hacía la EBA, el FMI urgió a los bancos españoles a “reconocer a tiempo” los activos problemáticos, aquellos que pueden convertirse en impagos, así como a recortar costes, aumentar la inversión en tecnología y desprenderse de los “activos heredados”. Hacía también un llamamiento a los organismos de supervisión para que revisen “minuciosamente” los planes de los bancos para eliminar activos dudosos.
La crisis afectará a la “modesta” rentabilidad de los bancos españoles
La última en lanzar advertencias sobre el sector bancario español ha sido la agencia crediticia Moody's. Este viernes publicaba un informe sobre la banca española en el que apuntaba que sus previsiones contemplan una presión “intensificada” sobre los márgenes, debido al “débil entorno operativo”, la competencia y la “limitada capacidad para reducir más los costes”. Esto, señalaba el documento, provocará un nuevo reto para la rentabilidad de los bancos españoles, “ya de por sí modesta”. Además, añade esta agencia que habrá mayor presión sobre los bancos españoles debido a que los tipos de interés no van a subir en un horizonte cercano.
Moody's señalaba que los bancos españoles se van a ver impactados por la crisis económica que se abre debido a la pandemia del coronavirus. Una caída de la economía y el aumento del desempleo provocarán un descenso de las inversiones de las empresas y del consumo de los hogares, lo que repercute en los bancos con una menor demanda de créditos. Una caída que hasta el momento se ha visto amortiguada por el aumento de los créditos avalados por el Estado. En este sentido, apuntaba la agencia que los bancos están intentando aumentar sus ingresos mediante comisiones en negocios como el asegurador o la venta de fondos de inversión y animaba al sector a invertir en digitalización y recortar en el número de oficinas.
Hay líneas de negocio de los bancos que se han visto perjudicadas por la crisis del coronavirus. Ha sido el caso de los créditos al consumo. Al caer la compra de bienes de consumo, los bancos pierden una de las actividades que más había crecido en los últimos años. Así lo mostraba recientemente la filial de créditos al consumo de Banco Santander, cuyo beneficio cayó un 45% hasta junio. Tampoco el mercado hipotecario tiene un año boyante. Los bancos han elevado la guerra de precios en los últimos tiempos sobre las hipotecas a tipo fijo, debido a que los tipos de interés están en negativo y dan poco margen para el banco.
Por primera vez, este año se están vendiendo más hipotecas fijas que variables. Moody's señalaba de hecho en su citado informe que al ser mayoritarias tradicionalmente las hipotecas variables, los bancos estaban viendo reducidos los ingresos en este negocio. Además, se está contemplando que los bancos tengan que acabar pagando a sus clientes por estas hipotecas a tipo variable. En algunos momentos de la burbuja se vendieron hipotecas con diferenciales muy bajos que se sumaban al euribor, que recientemente ha tocado su nivel más bajo en el -0,463%.
Así lo ha advertido recientemente la EBA. Su presidente, el español José Manuel Campa lo apuntó en el Parlamento Europeo respondiendo al eurodiputado de Ciudadanos Luis Garicano. “Creo que el reglamento debería aplicarse en general. Si no hay restricciones legales en ningún país o autoridad nacional (...) y [las hipotecas] van a territorio negativo, eso es lo que el contrato establece y lo que debería ser respetado”, aseguró en unas declaraciones recogidas por Cinco Días.
Comienzan ahora dos semanas intensas para la banca española, en las que se conocerán los resultados financieros hasta el 30 de septiembre. Este jueves será Bankinter quien abra el periodo de presentación de las cuentas de los ocho bancos cotizados, que terminará Unicaja el día 3 de noviembre. Sus datos servirán para conocer la evolución del negocio durante el verano y comprobar si las provisiones se siguen ampliando. Hasta el mes de junio, los bancos españoles habían reservado 12.000 millones de euros en sus balances para hacer frente a las repercusiones de la crisis del coronavirus. En la presentación de resultados del primer semestre, los bancos apuntaron que con estas reservas se podría afrontar el deterioro del negocio, aunque por aquel momento no se habían producido los rebrotes que ahora se están viendo en Europa que pueden retrasar la apertura de la economía.
“Consideramos que los resultados deberían ayudar a despejar dudas sobre un sector que sigue muy penalizado en bolsa recogiendo ese entorno de tipos bajos con el que vamos a estar mucho tiempo, y en consecuencia la dificultad para mejorar la rentabilidad del negocio”, señalan los analistas de Renta 4, que apuntaron como factor importante conocer la demanda que tienen estas entidades ahora que ya se ha reducido la concesión de los créditos ICO.
Es, además, la primera presentación de resultados de los grandes bancos desde que ha comenzado la nueva oleada de fusiones en el sector. En septiembre se anunció la unión de CaixaBank y Bankia y recientemente han comenzado las negociaciones de Unicaja y Liberbank, a la que pueden suceder otras operaciones en un futuro próximo. Esta es la senda que le están pidiendo los supervisores a los bancos, unirse para crear bancos más grandes, que puedan ser más rentables y, sobre todo, que puedan reducir costes mediante recortes de plantilla y de oficinas. “Vamos a ver una reducción de sucursales y empleo. Es peligroso mantener entidades que están sobredimensionadas”, defendió Hernández de Cos frente a los diputados en el Congreso.