“Me llevo turrón porque es lo que tomáis los españoles en Navidad”. Jacqueline, estadounidense de Miami, acaba de comprar tres tabletas de diferentes sabores en una de las tiendas especializadas en este dulce tradicional que han proliferado por el centro de Madrid y de otras grandes ciudades. “El turrón es lo típico. ¿No es así?”, se pregunta mientras sonríe al salir de un establecimiento situado a solo 200 metros del Congreso de los Diputados.
En este caso, se trata de una tienda de Torrons Vicens. Una cadena que destaca de sí misma que elabora de forma artesanal turrones desde 1775 “siguiendo las recetas y las fórmulas originales de los maestros turroneros de Agramunt”. Un mensaje que no es muy diferente del que se imprime en los envases de este dulce invernal, que en lugar de en tiendas especializadas se vende en los súper e hipermercados.
Sin embargo, seguir al pie de la letra esas recetas tradicionales o decir que se trata de un producto elaborado en una cuna del turrón como Jijona (Alicante) no conlleva que los ingredientes también sigan esa tradición y procedan de productores de proximidad. Al contrario, la miel con la que están hechos puede venir de China y sus almendras, de Estados Unidos.
Esa es la queja que transmiten tanto apicultores como agricultores, porque no existe la obligatoriedad de desglosar de dónde proceden los ingredientes de un producto que, en su origen, se basa en estos ingredientes básicos en la alimentación mediterránea.
La normativa no obliga a desglosar orígenes
Las críticas parten de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), que ironiza con que “la especulación y la opacidad vuelven a casa por Navidad”. Este año, a esa falta de concreción del origen de los ingredientes, se suma la pelea por los costes, porque a agricultores y apicultores no les salen los números. COAG critica que a los consumidores les “resulta prácticamente imposible saber qué origen tienen las materias primas que contienen los dulces navideños” porque la “normativa solo obliga a indicar el origen del ingrediente principal cuando se mencione el país de origen del alimento, algo que rara vez ocurre”.
“Nada obliga a que estos productos tradicionales tengan que ser producidos con materias primas nacionales”, explica Javier Fatás, miembro de la Comisión Ejecutiva de COAG. “Pueden ser las marcas de toda la vida, aunque la mayoría están integradas en grandes grupos, que tienen una visibilidad muy marcada al territorio, pero dudamos de que la miel o la almendra que usan sean de aquí”, asegura a elDiario.es. “La normativa no les obliga a hacerlo”.
Diferentes compañías consultadas como Torrons Vicens, o el Consejo Regulador de Jijona, no han contestado a las preguntas de este medio. Sí lo ha hecho Mondelez, dueña de la marca Suchard. Un portavoz de la multinacional indica que el motivo es que el “equipo está en plena campaña y no tiene disponibilidad para responder”.
Tras la publicación de esta información, la Asociación Española del Dulce (Produlce) asegura a elDiario.es que “el porcentaje de almendra española que se incorpora a los turrones de sus empresas asociadas se encuentra entre el 75% y el 100% del total” y que “en los casos en los que no se utiliza el 100% es como consecuencia principalmente de la imposibilidad de acceder a más producción de almendra nacional, ya que un porcentaje importante de la misma se destina a la exportación o a la elaboración de otros productos”. En esta asociación están marcas como Delaviuda, Virginias, El Almendro y Torrons Vicens.
En las etiquetas de los productos que se venden en un supermercado de barrio se ve, por ejemplo, que uno que se comercializa como turrón de Alicante tiene entre sus ingredientes un 66% de almendra tostada y un 17% de miel, sin desglosar el origen de ambas. En cambio, un turrón de Jijona, con indicación geográfica protegida, de la enseña propia de Carrefour, sí indica que el origen de su miel es 100% española, pero no apunta la procedencia de la almendra.
Algunas marcas sí presentan diferencias dentro de sus productos. Por ejemplo, El Almendro, en una tableta de turrón de yema tostada 'cosecha propia' sí refleja que ha sido elaborado con “almendras de nuestros campos del valle del río Tiétar”. Sin embargo, no ocurre lo mismo con un 'turrón blando' de la misma marca, que enumera el uso para su elaboración de un 67% de almendras seleccionadas tostadas (UE y no UE), sin desglosar su procedencia de dentro y fuera del espacio comunitario. Lo mismo sucede con el 'turrón blando' de Delaviuda.
El problema de las mezclas de la miel
Detrás de estos ejemplos está un problema similar al que viven los productos de miel. Los apicultores llevan meses quejándose del aumento de las importaciones y de las mezclas de esta materia prima, que luego no se desglosan en los etiquetados y que, de nuevo, pueden llevar a engaño a quien las compra.
“Lo que pedimos es que se den condiciones para que el consumidor pueda elegir si quiere un turrón donde la materia prima es de fuera de España o no. Que se sepa”, explica Pedro Loscertales, apicultor y responsable de este sector en COAG. Asume que para esta campaña navideña ya no hay solución y que lo que ocurre con los turrones supone un broche a “un año nefasto”.
“Hemos perdido el 70% de la producción de miel por factores climáticos y ahora vemos que casi la totalidad de la cosecha se ha quedado en los almacenes porque a la industria no le interesa comprarnos”, explica. “Nuestra cosecha está en el almacén y, al mismo tiempo, en el primer semestre se ha batido el récord de importaciones de miel de fuera, sobre todo de China. Este año hay muchos compañeros pensando en abandonar la actividad”, se lamenta.
En cuanto a los problemas para cubrir costes, en el caso de la almendra, el precio que se paga en origen a los agricultores es un 10% inferior al de hace un año, aunque depende de la variedad. Y las importaciones están disparadas. En esta campaña se han importado 120.000 toneladas, con Estados Unidos como primer país de origen. Hasta ahora, el máximo en importaciones de este fruto seco fue en 2020, con 95.000 toneladas.
Mientras, lo que se paga a los productores por la miel que han logrado vender está entre un 6% y un 8% por debajo de las cifras de hace un año. “Ahora mismo estamos a 3,20 euros el kilo”, apunta Loscertales, que indica que los costes de producción se han incrementado un 30% respecto a la campaña de 2021.
Sobre el origen de la miel, Produlce afirma que compra “materia prima española siempre que es posible y, en su defecto, por producto procedente de la Unión Europea” y, sobre la almendra, “que las cotizaciones de venta por parte de los proveedores nacionales han sido, en todo caso, al alza y no a la baja”.
“La apicultura no es rentable, aunque nos apasione este trabajo”, explica. En su caso, también es agricultor y, con eso, compensa lo que pierde con la miel. “Seguiré con la misma ilusión porque me apasiona la apicultura y la magia de la abeja, una vez que te pica el veneno, sigues. También, porque soy la cuarta generación apicultora de mi familia”, justifica.