El Gobierno de Rajoy será recordado –entre otras maravillas– por ser el Ejecutivo de los vodeviles en el área económica. Los ministros del ramo, Economía, Industria y Hacienda, junto con el jefe de la Oficina Económica, no dejan de protagonizar auténticos sainetes en los nombramientos de cargos de responsabilidad no solo al frente de sus carteras, sino también de los organismos, públicos y privados, satélites a sus áreas de influencia. El turno le toca ahora (de nuevo) al ministro de Economía, Luis de Guindos, que mantiene un pulso a muerte con la patronal bancaria, esto es, principalmente Emilio Botín, por el nombramiento del nuevo representante del sector en España.
La historia se remonta ya a unas semanas atrás cuando los miembros de la patronal barajaron los nombres de los sustitutos de Miguel Martín, actual presidente de la Asociación Española de Banca (AEB). En la lista corta de candidatos figuraban dos: José María Roldán, exdirector de regulación del Banco de España, y José Manuel Campa, exsecretario de Estado de Economía con Elena Salgado. A De Guindos la propuesta le pareció navegar entre guatemala y guapepeor. De sobra es conocido que el ministro ha vetado a Campa para ser nombrado en algunos puestos internacionales en representación de España. El más destacado, el de consejero en el Banco Central Europeo. Un puesto para el que España se ha quedado sin representación.
Así que, conocida la animadversión por Campa, que fue el que inició la reordenación del sector financiero en el último Gobierno de Zapatero, la banca se decidió por Roldán, consejero del regulador español y aparentemente hombre de confianza de Rodrigo Rato. Si el tecnócrata Campa está pagando cara su temporal afiliación a un Ejecutivo socialista, ser compañero político del expresidente de Bankia tampoco es una buena tarjeta de presentación ni dentro ni fuera del Partido Popular.
Sin que aún exista un anuncio oficial, la patronal bancaria, cuyo peso específico reside en Emilio Botín por el tamaño del Banco Santander en el sector, aunque también tienen una importante palabra Francisco González por BBVA e Isidro Fainé en CaixaBank, la banca está decidida a nombrar a Roldán. Es un hombre del sector que defendió la solidez del sector a capa y espada. Cuando tocaba, y cuando no.
El anunció provocó una insólita reacción del ministro y otrora banquero en Lehman Brothers, De Guindos, que, tras conocerse la noticia, comunicó que estaba dispuesto a cambiar la ley de incompatibilidades que rige en el Banco de España y que permite a uno de sus consejeros pasar a formar parte de la banca en seis meses.
La subida de apuesta del ministro de Economía tuvo un impacto mucho más limitado del pretendido. En un primer momento, parece que Roldán, que todavía no se ha manifestado públicamente, optó por dimitir (o más bien no asumir el cargo), tal y como aseguró El País esta semana, pero los gerifaltes bancarios se reunieron el jueves para ofrecerle de nuevo su apoyo.
Así las cosas, De Guindos está en el camino de perder el pulso con los que un día fueron sus compañeros de finanzas. Un posible decreto para cambiar la normativa de incompatibilidades no dejaría de engordar más el desastre, aunque Roldán no tomaría posesión hasta abril del 2014.
Con el rabo parcialmente entre las piernas, De Guindos se ha parapetado de las preguntas de los periodistas en la rueda de prensa del Consejo de Ministros con que a la troika no le parecería bien el nombramiento de Roldán. En una larga cambiada, De Guindos se ha aferrado a la buena imagen que la nueva reglamentación de gobierno corporativo ha causado en la troika. El fin del programa de rescate es, además, inminente. El próximo 14 de noviembre se votará su final en España, y el ministro dejó caer que un nombramiento así podría erosionar la buena nota que espera sacar en el examen del saneamiento del sector financiero.
Pero lo cierto es que De Guindos ha quemado demasiados barcos en su cruzada por limpiar la imagen del sector financiero en España. Precisamente, el reforzamiento de las reglas de gobierno corporativo llevó a que Botín tuviera que prescindir de su segundo de a bordo, Alfredo Sáenz, condenado y luego indultado en un acto final del Gobierno de Zapatero. La normativa aprobada en la era de De Guindos ponía en cuestión la “honorabilidad” de un cargo como el de Sáenz, por lo que Botín no tuvo más remedio que forzar la dimisión de su mano derecha.
A esto hay que sumar que hace escasas semanas, Economía sancionó con 900.000 euros a la familia Botín, principalmente a Jaime, el hermano, y también a los seis hijos de Emilio, por esconder parte de sus acciones de Bankinter en Suiza. Y todo esto después de que Santander acudiera en su socorro entrando en el capital del banco malo, un favor rechazado por el BBVA, que es la única gran entidad que no ha querido tener nada que ver con la formación de la Sareb.
Tantas afrentas a los Botín, unidas a su empeño de vetar al tecnócrata Campa, han hecho que De Guindos vaciara el cargador de sus posibles presiones a la banca, que va a por todas en el nombramiento de Roldán.
Tampoco el ministro ha dado ejemplo de su rectitud en los nombramientos, habida cuenta de que ha colocado al frente del regulador único de Competencia a uno de sus hombres de confianza, y a un tris estuvo de ser su sobrina uno de los altos cargos. Aunque respetando la ley de incompatibilidades, él mismo tiene un pasado, que incluye no solo haber desempeñado el máximo cargo en Lehman Brothers España, sino también haber sido consejero en BMN, uno de los resultados de la fusión de varias cajas de ahorro, o en PWC.