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La inflación se situó en agosto en el 10,5%, tres décimas menos que en julio, con los alimentos disparados

Daniel Yebra

13 de septiembre de 2022 09:14 h

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El Índice de Precios de Consumo (IPC) se moderó tres décimas en agosto, hasta el 10,5%, respecto al mismo mes del año anterior. El Instituto Nacional de Estadística (INE) eleva una décima la inflación general frente a la cifra adelantada y confirma el récord de la inflación subyacente, que excluye energía y alimentos no elaborados, en el 6,4%.

El IPC subió tres décimas en agosto en relación al mes anterior, dos décimas más de lo previsto, y se mantiene en máximos no vistos desde hace más de 30 años, según los datos definitivos publicados este martes por Estadística.

Con la moderación de tres décimas registrada por el IPC interanual en agosto, la inflación acaba con una racha de tres meses consecutivos de ascensos en su tasa interanual: en mayo escaló hasta el 8,7%; en junio superó los temidos dos dígitos (10,2%) y en julio se disparó hasta el 10,8%. Agosto es, por tanto, el tercer mes consecutivo en el que la inflación supera las dos cifras.

“Observamos que los picos de inflación se han registrado en los meses de marzo, cuando Putin inició la guerra, y junio, cuando Rusia redujo el suministro de gas a Europa”, apuntan fuentes del Ministerio de Asuntos Económicos. “La desaceleración de la inflación coincide con la puesta en marcha de los paquetes de medidas del gobierno, lo que demuestra la eficacia de las medidas adoptadas”, continúan.

En agosto, según el INE, la moderación del IPC interanual hasta el 10,5% se debe, principalmente, a la bajada de los precios de los carburantes. De hecho, el grupo de transporte moderó más de 4,5 puntos su tasa interanual, hasta el 11,5%, debido al abaratamiento de las gasolinas y lubricantes.

Por contra, el pasado mes subieron los precios de la electricidad y de los alimentos. Estos últimos registraron en agosto una subida interanual del 13,8%, tasa tres décimas superior a la de julio y la más alta desde el comienzo de la serie, en enero de 1994. Destaca, especialmente, el encarecimiento de la carne, el pan y los cereales y la leche, el queso y los huevos.

En el grupo de vivienda, la tasa interanual aumentó casi dos puntos en agosto respecto al mes anterior, hasta el 24,8%, por la subida de los precios de la electricidad, mayor que la registrada un año antes.

Sin tener en cuenta la rebaja del impuesto especial sobre la electricidad y las variaciones sobre otros impuestos, el IPC interanual alcanzó en agosto el 11,2%, siete décimas por encima de la tasa general del 10,2%. Así lo refleja el IPC a impuestos constantes que el INE también publica en el marco de esta estadística.

En el último año, la calefacción, el alumbrado y la distribución de agua se han encarecido un 47,2%; los aceites y grasas han elevado sus precios un 24%; los huevos son un 22,4% más caros; la leche cuesta un 25,6% más, y los cereales, un 21,7% más.

Récord del IPC subyacente

La inflación subyacente (sin alimentos no elaborados ni productos energéticos) aumentó en agosto tres décimas, hasta el 6,4%, su valor más alto desde enero de 1993. De este modo, la subyacente se sitúa más de 4 puntos por debajo de la tasa del IPC general.

El máximo del IPC sin incluir energía ni alimentos no elaborados, los elementos cuyos precios se consideran más volátiles y que pueden bajar con rapidez en próximos meses, dan una referencia de la dimensión de la crisis y de su fuerte impacto en la capacidad de compra de las familias.

Este indicador, más estructural, refleja mayor persistencia de la inflación y que se ha extendido a toda la cesta de bienes y servicios.  Más de la mitad de los productos o servicios de la cesta de la compra según la que el INE calcula el índice subieron por encima del 5% en agosto (aquí los aumentos de precios, producto a producto).

“Las mayores presiones sobre la inflación subyacente se concentran, fundamentalmente, en componentes de gasto relacionados con el equipamiento y la conservación de la vivienda, con el transporte y con actividades de mayor contacto social”, observan Matías Pacce, Ana del Río e Isabel Sánchez, economistas del Banco de España, en un informe publicado este mismo lunes 12 de septiembre.

“Distintos factores explicarían la extensión de las presiones inflacionistas al conjunto de la cesta de consumo. Un factor de primer orden ha sido el incremento intenso y persistente del precio de las materias primas en los mercados internacionales, que ha presionado los costes de producción de manera más directa en aquellas actividades económicas que utilizan la energía o los alimentos como insumo fundamental o que dependen de los servicios de transporte de mercancías”, explican estos expertos.

“Sin embargo, el aumento de los precios finales de determinados bienes y servicios también refleja circunstancias vinculadas a la crisis del COVID-19. En primer lugar, durante la pandemia, la demanda de bienes se ha visto impulsada por las menores oportunidades de gasto en servicios y las necesidades creadas durante los confinamientos, y por los nuevos hábitos de vida —entre ellos, el aumento del teletrabajo—. La pandemia ha llevado, en general, a una mayor permanencia en la vivienda. Esto ha impulsado la demanda de bienes y servicios relacionados con su mejora, conservación y equipamiento, y este gasto habría sido facilitado por la mayor capacidad de ahorro de los hogares a lo largo de los dos últimos años”, concluyen desde el Banco de España.