La inflación subió al 2,6% en agosto por los carburantes y con un encarecimiento de los alimentos del 10,5%

Daniel Yebra

12 de septiembre de 2023 09:00 h

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Los precios subieron un 2,6% en agosto, respecto al mismo mes de 2022, principalmente por el encarecimiento de los carburantes (1,5% interanual y un 7,2% más caros que en julio) y de los alimentos. El INE (Instituto Nacional de Estadística) ha confirmado este martes el repunte de la inflación general —según el IPC (Índice de Precios de Consumo)— por segundo mes consecutivo (en julio fue del 2,3%). Por su parte, la inflación subyacente, que excluye de su cálculo la energía, bajó una décima al 6,1%.

La vida es un 2,6% más cara que hace un año, cuando los precios ya subieron hasta el 10,5%. Aunque la máxima tasa interanual de las últimas décadas se sufrió en julio de 2022, cuándo ascendió al 10,8%. Mientras, la mínima de esta crisis se vio hace un par de meses, cuando se redujo al 1,9% (precisamente por el abaratamiento de los carburantes, del gas, de la electricidad...). Lo que no quiere decir ni mucho menos que los precios cayeran en general, sino que de media subieron menos.

La cesta de productos y servicios que es el IPC no se ha abaratado ningún mes desde diciembre de 2020. Desde que comenzara la escalada en febrero de 2021 por la coincidencia en la salida de la pandemia de una explosión de consumo, problemas en el comercio mundial y el rebote de los carburantes o el gas, la inflación acumulada es del 16%. Tomando otra referencia temporal, desde que la invasión rusa de Ucrania exacerbara esta crisis hasta este mes de agosto, la subida de precios es del 7,8%.

En términos mensuales, el IPC repuntó un 0,5%. O lo que es lo mismo, los precios se elevaron respecto a 2022 y también en comparación con este julio pasado. Por otra parte, el IPC subyacente o estructural avanzó un 0,3% en tasa mensual.

El efecto base que favoreció la moderación de la inflación en la primera parte de este 2023 no se nota tanto ahora ni lo hará en los próximos meses. Es decir, de enero a junio, los precios partían de encarecimientos muy fuertes en los mismos meses del año pasado. Ahora no será igual para algunos productos y servicios, como los carburantes o el gas.

“España se consolida como la economía europea con mayor crecimiento y menor inflación, lo cual beneficia a la competitividad de nuestras empresas y también el poder adquisitivo de los salarios”, ha indicado la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital en funciones, Nadia Calviño.

Pérdida de poder adquisitivo

Efectivamente, esta moderación de la inflación general (con la excepción de los alimentos, que vienen superando el 10% en los últimos meses) ha permitido recuperar algo de poder adquisitivo a los salarios, tras una fuerte pérdida desde 2022. No en vano, España soporta actualmente las subidas de precios más moderadas entre las grandes economías de la UE (en la eurozona en conjunto, la inflación general se mantiene por encima del 5%).

Los ingresos de las familias son los principales damnificados de esta crisis de inflación, que reciben el doble golpe de las subidas de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) para combatirla. De momento, el consumo ha resistido por la fortaleza del mercado laboral y las medidas del Gobierno, como el tope al gas, los descuentos a los carburantes o las bajadas de impuestos a los alimentos básicos o en la factura de la luz.

La semana pasada, la OCDE señaló que España ha experimentado en el último año la mayor reducción de precios energéticos de todos los países de la organización. Una bajada de un 24,3% en julio frente al mismo del año pasado, gracias en buena parte al mecanismo ibérico.

En cambio, las subidas del carrito de la compra son una de las consecuencias más preocupantes. Con casos asfixiantes como el aceite de oliva, que acumula un encarecimiento del 65% desde febrero de 2022, y que solo en agosto dio un salto del 52%. El precio de los alimentos en general ha aumentado un 20% desde que Rusia decidió invadir Ucrania.

Ante esta situación, a finales de junio, el Gobierno decidió prorrogar la rebaja del IVA sobre los alimentos básicos que aprobó a finales de 2022. “Para seguir contribuyendo a que los ciudadanos afronten de mejor manera el coste de la cesta de la compra, se mantienen las rebajas de IVA del 4% al 0% en los productos de primera necesidad (pan, leche, quesos, huevos, frutas, hortalizas, verduras...) y del 10% al 5% en otros productos básicos (pastas, aceite...)”, aseguró el Ministerio de Asuntos Económicos de la vicepresidenta Nadia Calviño.

Esta reducción de impuestos (en total el Estado deja de ingresar cerca de 1.300 millones, un 0,1% del PIB) se mantendrá hasta el 31 de diciembre si la inflación subyacente sigue por encima del 5,5% en septiembre. Si cae por debajo de esa referencia, se extinguirá desde el 1 de noviembre. Estas “dos rebajas impositivas se han mostrado eficaces en la lucha contra la inflación, tal y como atestiguan las sucesivas caídas de la misma en lo que va año”, defendieron en Economía en junio. En lo que va de año, los alimentos se han encarecido un 5,3%.

Los empresas han aumentado sus beneficios

Por supuesto, también han aumentado los costes de producción de las empresas. Sin embargo, distintos análisis, entre ellos del Banco de España, demuestran que la mayoría de sectores han elevado sus precios tanto o más respecto a lo que les han subido los costes. O mucho más, como en el caso de las petroleras o las eléctricas. En conclusión, han mejorado sus márgenes y obtienen mayores beneficios.

Mientras, la estrategia del BCE de encarecer la financiación para ahogar el consumo de las familias y la inversión de las empresas, y así contener las subidas de precios, asume la amenaza de provocar una recesión económica profunda y de destruir empleo. E ignora que el crecimiento de los beneficios por la inflación la retroalimenta.