Todos tenemos un Lado Oscuro. Pero este Lado Oscuro no surge de la nada. Se compone de todas nuestras experiencias negativas del pasado: nuestras frustraciones, nuestros fracasos, nuestras decepciones, lo que nos han dicho que somos y no somos capaces de hacer, las falsas creencias, los miedos... Son cadenas que nos atan al pasado y nos dominan, nos impiden avanzar, crecer, confiar, superarnos...
Querido/a Trafficker:
En estos años... he descubierto TANTAS COSAS. Sobre mí, sobre el resto de personas, sobre el mundo... sobre mi propio lado oscuro... Déjame contarte“.
Los párrafos anteriores se encuentran en la primera página del documento “El libro de los Villanos del Trafficker”, que forma parte del currículo del llamado “máster experto en tráfico online”. Como otros que circulan por internet, el “máster” no es un máster en tanto que no es formación reglada, ni siquiera un título propio de una universidad. En esta ocasión, el curso es una creación de Roberto Gamboa, madrileño autoproclamado experto en Facebook Ads (la plataforma de publicidad de Facebook) y embudos de venta (término para referirse a las fases comerciales).
Son cerca de 5.000 euros, IVA incluido, por diecinueve módulos en vídeo que prometen convertirte en “trafficker digital” en tres meses, “aunque partas de cero” y “no tengas experiencia”. La campaña de promoción habla de una “realidad paralela” y una “nueva profesión” para un “mercado infinito”, “en auge”, “lleno de futuro”. Se dirige a los “españoles infelices” (según sus datos, el 80%) que viven con desgana, trabajando en oficinas “con horarios interminables y sueldos mileuristas”. Varios medios económicos —Expansión, Crónica Global de El Español o El Economista— han hablado de esta profesión promocionada por Gamboa.
Este “trafficker digital” no es otra cosa que un comprador de tráfico, alguien que se especializa en poner anuncios en Facebook e Instagram. Y el caso es que la captación le funciona, aunque la cifra total de alumnos varíe según la fuente.
“En mi edición hay 2.000 personas. Somos catorce tribus [grupos] con una media de 166 personas”, señala R.E, alumna que prefiere no aparecer con su nombre completo. Gamboa asegura que desde el inicio del proyecto se han apuntado “algo más de 3.000”, 1.500 durante 2019. Las últimas cuentas depositadas en el Registro Mercantil de su sociedad, Roberto Gamboa S.L, son de 2018. Entonces ingresó 1,1 millones de euros: unos 220 alumnos. Sin apenas gastos, en aquel ejercicio declaró 832.000 euros de beneficios.
Varios alumnos decepcionados con el curso han contactado en las últimas semanas con elDiario.es. Sienten que les han estafado, no solo por la “desorganización” y “mediocridad” del contenido sino por el manejo emocional que se hace de ellos.
“Creo que el 90% de los que entramos compramos el sueño americano: cambia de profesión, libérate de un empleo”, relata R.E. “Luego te das cuenta de que la realidad no coincide con lo que te venden. Te tienes que hacer autónomo y patear la calle para encontrar clientes”.
El “libro de los villanos” tiene mucho que ver con esto. “Los villanos son los que nos atacan a la hora de convertirnos en personas emprendedoras. Son pensamientos: la distracción, sentirnos solos”, continúa la alumna. “Y el Departamento de Felicidad y Éxito, que es para motivarte, son personas sin formación en psicología. Si te quejas en un chat público, te contactan y te dicen que generas mala vibración. Mira, todo no puede ser fantástico. He pagado 5.000 euros y tengo derecho a reclamar”.
Un curso que fomenta el “espabilismo”
Tradicionalmente, un “trafficker” ha sido la persona encargada de gestionar 'banners' en medios. “Tiene cierta complejidad. Si Coca-Cola hace un anuncio masivo, tienes que llevarlo a las páginas que coincidan más con su audiencia”, explica Cris Alcázar, consultora de marketing online, que fue 'trafficker' en Weblogs S.L. “Luego están los 'social ads' [anuncios en redes sociales, o lo que vende Gamboa]. También es complejo. Las formaciones se quedan obsoletas enseguida. Yo he comprado cursos muy completos para hacerlos en mi agencia y cuestan como mucho 400 euros. 5.000 me parece un abuso”.
La formación que propone el Instituto de Tráfico Online, mitad práctica y mitad emocional, parte de escoger un negocio local verdadero (un bar, restaurante, peluquería, clínica dental) y, sin decírselo, crearle una campaña de publicidad. Así se van aprendiendo las herramientas. Lo siguiente será contactar con este u otros negocios locales, contar que estás en un máster y que debes hacer una práctica que consiste en hacerle una campaña. El que acepte será el “cliente anzuelo”. El negocio tendrá que pagar unos 100 euros para invertirlos en redes. Los honorarios del “trafficker” le saldrán gratis.
Cuando la campaña esté ejecutada, el alumno debe documentarla en un vídeo. Este vídeo se convertirá en un “autogenerador de clientes”: con él podrá publicitar sus servicios (ya sea en su web o comprando tráfico en redes sociales) y esperar a que entren nuevos negocios que quieran contratarlos. Será “el primer paso para conquistar tu propia libertad”.
El primer problema está en manejar las herramientas. “Su objetivo es la gente que no tiene experiencia en marketing. La mayoría no la tenemos”, explica R.I, un alumno que trabaja por turnos, al que “engancharon” vía YouTube y que abandonó el programa a la mitad. “Recuerdo a compañeros echando muchísimas horas al día por lo desorganizado que está el contenido. Te vuelves un poco loco. Has pagado 5.000 euros y muchas veces tienes que buscarlo fuera”.
Para los formadores esto no es un gran problema: la respuesta es el “espabilismo”, sinónimo de que te busques la vida. “Un ejemplo: teníamos que hacer una 'landing' [una web] en Clickfunnel. No venía ninguna explicación sobre cómo usar esta herramienta”, añade R.E. “Yo me lo tuve que buscar por YouTube”.
El segundo problema está en la captación de clientes, que exige habilidades comerciales. Aunque la primera campaña sea “gratis” para el negocio local, este debe desembolsar la inversión en publicidad. “Hay compañeros que han contactado con treinta negocios que les han dicho que no”, continúa la alumna. “En mi caso, convencí a un fisioterapeuta. A nivel publicitario fue bien, pero no salió rentable porque no fue gente a la consulta. ¿Qué vas a cobrar, 300 euros cuando su retorno ha sido de una persona? Además, la mayoría de negocios no quieren hacer promociones porque lo identifican con un Groupon”.
La “profesión del futuro” consiste en vender estos servicios a distintos clientes y facturarlos como consultor. “Yo no soy alguien que caiga fácilmente, pero lo venden muy bien. De hecho, te dicen que una de las bases del marketing es hablar a la gente de lo que quiere oír. Te hablan de libertad financiera, de horarios, poder trabajar desde las Islas Filipinas o Hawai...”, continúa R.I. “Te recomiendan no cobrar mucho al principio y aumentar tu caché a medida que coges experiencia. Pero una campaña dura tres o cuatro semanas. Los últimos módulos incluyen algo de 'e-commerce'. Igual estaba ahí el futuro”.
No muchos pequeños negocios tienen dinero para invertir en publicidad y además pagar al consultor, que deberá correr con gastos como su cuota de autónomo y la suscripción a las herramientas.
“Empiezas con ilusión pero chirría: es un poco secta”
Roberto Gamboa sabe que hay alumnos cabreados. Aunque no ha llegado a conceder una entrevista a elDiario.es porque no tenía disponibilidad hasta mediados de septiembre, agradece por email la “intención de contrastar” del periódico y señala dos detalles.
Uno: “cada caso nos importa. Si pudieras hablar con los alumnos descontentos e invitarles a hablar con nosotros y solicitar la devolución si no han tenido resultados, sería importante. Internet está lleno de realidades, algunas escritas con la intención de hacer daño”. Dos: “Cuando algo se ve tan positivo, es normal que surja desconfianza. En la mayoría de los casos, cambia cuando ven lo que hacemos y sus consecuencias. Cosas como que en medio de un momento histórico, en una pandemia mundial que va a destruir miles de puestos de trabajo, le estamos cambiando la vida a muchas personas”.
Gamboa pide que veamos vídeos con testimonios de alumnos contentos y el documental “The Solution”, lanzado durante el confinamiento. En él dice que “el dinero no desaparece, sino que se gasta en otros lugares” y que la misión del 'trafficker' es encontrarlos. “La crisis no va a venir. Nosotros [los 'traffickers'] somos la otra vacuna”.
De acuerdo a su Linkedin, web personal y a los múltiples vídeos en los que dice de dónde viene y quién es, el madrileño tiene 41 años e hizo una FP de informática. Trabajó como programador en varias empresas e incluso aprobó una oposición antes de hacerse “experto” en anuncios de Facebook. Cuenta que cuando empezó como autónomo a contar sus experiencias por internet vivía con su madre y se iba a IKEA “a las diez de la mañana” a grabar vídeos. Tapaba los precios de los muebles para que pareciera la estancia real de alguien “exitoso”.
“Y ahora tengo un negocio con un millón de ingresos y con un solo 'funnel' (canal)”, dice. El negocio, se entiende, es vender su curso a un precio desorbitado. Y captar al máximo número de alumnos.
“Lo más fuerte es el manejo psicológico. Nos facilitan un Slack [un foro]. Si alguien opina algo negativo, automáticamente vienen varias personas... Cinco personas comentamos y tuvimos una reunión con el director y diez tutores más. Fue muy agresivo”, relata J.J, otro alumno que abandonó. “Me recordaba a una secta. Les decía que el contenido era una mierda, que estaba desestructurado y las correcciones no tenían sentido. Y no asumían nada, decían que yo era responsable de mis actos. Yo perdí el dinero y mi vida continúa, no hay problema. Pero hay un montón de gente ahí. Alguno estaba pensando en pedir un crédito para hacerlo”.
“Lo que más me chirriaba era el ambiente que logran crear, de buenrollismo para que nadie se atreva a decir lo que piensa”, añade R.I. “Es un poco secta. El tufillo es ese. Empiezas con ilusión pero luego te das cuenta de que chirría”.
Comisionistas o futuros trabajadores del máster
Además de la salida profesional como 'trafficker' —con los gastos y dificultades que implica, especialmente para quien no tiene experiencia en marketing—, los alumnos tienen dos posibilidades de generar ingresos después. Una es meter a nuevos alumnos a cambio de una comisión, mediante un programa de afiliados: cuentas tu experiencia en tu blog y le metes un enlace al final. La comisión es del 20% del precio del máster, algo más de 800 euros.
“Entendemos que no es un programa de recomendación muy diferente al de otras marcas”, explican desde el instituto. Según sus datos, actualmente tienen 200 afiliados, un 7% de los alumnos. Cerca del 20% de nuevos alumnos han llegado por esa vía.
Esther Frutos, ex-alumna que recomienda el curso y que en ocasiones cobra comisión por ello, explica a elDiario.es que pudo cambiar de vida y vivir mejor. Antes trabajaba en un departamento de marketing. “Es un servicio muy demandado y no hay tanta gente especializada, aunque cada vez sean más”, dice. “Y todo ese aspecto emocional que sale en los vídeos, que dices... ¿es una secta? Ya te digo yo que no, es gente muy normal. No me atrevería a decir que te lavan la cabeza. Y si lo hicieran sería para bien, porque la formación es positiva”.
La otra opción es trabajar como tutor. “Nadie mejor que ellos para guiar a los nuevos alumnos”, añade Gamboa. “Es importante que sigan con clientes, que 'estén en la pelea', porque eso les hace mejores tutores”. Indican que el sueldo “varía en función del cargo y la valía”, aunque entre alumnos se comenta que pagan 1.500 euros en forma de factura, sin contrato.
La pareja de un joven que está haciendo el curso cuenta preocupada que cree que se ha desencantado, pero no lo llega a decir. “Un día me dijo que le gustaría formar parte del Departamento de Felicidad y Éxito. Le dije: pero tú no querías dedicarte a eso. Y necesitarías formación en psicología. Una de las que están en ese departamento le dijo que se postulara”, dice. “Y bueno, si entra genial, son 1.500 euros siendo autónomo. Como un glovero. Pero es raro, nada más terminar...”.
Según se puede ver en su Instagram, la mujer del departamento lleva tatuada en el brazo la frase “Hacemos lo que haga falta, cuando haga falta, las veces que haga falta. #juntossomosmásfuertes”, de Roberto Gamboa. Las etiquetas #trafficker y #traffickerdigital en esta red dan cuenta de la pasión que despierta el creador del curso.
La mayoría de perfiles con los que ha hablado elDiario.es responden a lo que busca Gamboa. Son personas que trabajan desde hace años en sectores que nada tienen que ver con el marketing, que buscan mejores condiciones tanto de horario como de sueldo y que vieron en ser “trafficker” una salida ideal. Los consultados son españoles o viven en España, aunque el curso también capta a latinoamericanos. Según las condiciones, podrían reclamar su dinero si terminaran el curso sin conseguir un solo cliente.
“Quejarte se entiende como un ataque. Hay gente que ha pagado 5.000 euros y a la que le cuesta creer que esta formación se vende por ahí a 800 euros o la encuentras gratuita”, concluye la alumna R.E. “Si partes de cero, evidentemente algo aprendes. Pero no vale ese dinero”.
Aunque todos sugieren que el esquema podría ser piramidal, el abogado Samuel Parra indica que “para que en España pueda calificarse así, en el sistema tendría que haber gente que cobrara solo porque otra gente paga a cambio de nada. Otra cosa son las comisiones”. Respecto a las falsas expectativas, Parra cree que “si la publicidad ataca a los sentimientos, es muy difícil probar que es engañosa”.
Víctor Bandín, consultor de marketing con amplia experiencia, lo tiene claro. “Sinceramente, me parece jugar con gente que necesita una salida. El precio es desorbitado. Por ese dinero accedes a formación reglada de muchísima calidad. Y no me parece realista eso de 'José Luis era camarero y ahora es 'trafficker'. Yo he tenido que contratar gente y valoras la experiencia y la formación acreditada. Como autónomo creo que es muy difícil: yo tengo un buen portfolio y me cuesta horrores sacar proyectos adelante. Los negocios pequeños, además, no tienen capacidad de inversión, por lo que no van a ver resultados brutales. Es como el 'dropshipping': juegan con el caso de éxito y venden que cualquiera puede hacerlo, pero tienes que tener habilidades, gran capacidad comercial... Lo veo complicado”.
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